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Lección de realidad en Langreo

El IES Cuenca del Nalón recrea un campo de refugiados y los alumnos quedan impactados por los testimonios reales de los desplazados

Carlos de la Parte dirigiéndose a los alumnos. | D. O.

Nada Al-Adlr es de Yemen, tiene 16 años y estudia en el IES Cuenca del Nalón. Su padre había vendido a su hermana pequeña y tras una violenta noche de bodas, el hombre que la había comprado regresó para reclamar y que le entregasen a la otra hija. La pequeña Nada tenía 11 años y su padre estaba dispuesta a venderla. Vivía en un infierno de malos tratos y decidió huir. "Aquí es todo muy diferente podemos hacer cosas de hombres, allí no podíamos hacer nada", relataba ayer en el IES Cuenca del Nalón, en La Felguera. En realidad el relato lo hacía por boca de una estudiante de arte dramático del centro pero eso no quitaba ni un ápice de horror.

Marino Franco recibe un té saharaui de Fatimetoy Bechri D. O.

El de la joven yemení era uno de los testimonios que se pudieron escuchar ayer en el centro educativo langreano dentro de la recreación teatralizada de un campo de refugiados que ocupa una de las grandes salas del instituto y que servirá para el rodaje de un documental del cineasta Marino Franco. El campo de refugiados lo visitarán entre ayer y hoy medio millar de estudiantes del concejo y mañana sábado estará abierto al público desde las diez de la mañana hasta la una de la tarde.

La joven que narró el testimonio de una niña yemení Nada Al-Adlr. D. O.

Y de Yemen a Colombia. El kankuamo Eliezer Arias contó cómo tuvo que huir de su tierra ante la amenaza de los paramilitares. Narró como en septiembre del año pasado tras el asesinato cerca de su aldea de la exministra colombiana de Cultura Consuelo Araujo Noguera "se dijo que quien había disparado se apellidaba Arias así que mandaron asesinar a todos los hombres con ese apellido, mi hermano desapareció". Finalmente logró recuperar el cuerpo y darle cristiana sepultura. Eliezer se fue a Bogotá pero no fue bien recibido. Acabó en España pero el próximo 6 de noviembre regresará a su país y trabajará como voluntario para ayudar a otros refugiados.

Carla Delgado, a la izquierda, y Ainara Pérez, ante una tienda de un campamento de refugiados. D. O.

La madre de Fatimetou Bechri Cori tuvo que salir de su tierra, el Sáhara Occidental en noviembre de 1975 cuando la marcha verde invadió el territorio. Estaba embarazada y llegó a los campamentos de refugiados de Tindouf, en la hamada argelina. Fatimetou no conoció a su padre hasta que tuvo 20 años. Hace 13 años, aquejada de un tumor cancerígeno viajó a Oviedo desde el campamento de El Aaiún. Desde entonces vive en Asturias. Ayer charló con los chavales del instituto y les hizo té mientras Carlos de la Parte, de la Asociación Asturiana de Solidaridad con el Pueblo Saharaui y buen conocedor de la vida en los campamentos de refugiados, les explicaba cómo se vive en la nada absoluta.

Para los jóvenes de la cuenca del Nalón lo de ayer fue todo un golpe de realidad. Algunos de ellos, casi con lágrimas en los ojos, solo acertaban a decir: "Es impresionante". Ainara Pérez reconocía que estaba "a punto de llorar", impresionada "por las historias de lo que han sufrido". Su compañera Carla Delgado insistía, "es impresionante, te lo cuentan como una anécdota y sabes algunas cosas por la televisión o los periódicos pero escucharlo en primera persona te hace sentir su mismo dolor".

"Ahora que conoces las historias en primera persona...", decía Carla Delgado. Y la fase la acababa su amiga Ainara: "Nos gustaría ayudar de algún modo".

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