La cruel historia de la fosa de Parasimón: niños de Pajares habrían ayudado a enterrar a las víctimas en 1937

El "relativo respeto" con en el que se depositaron los cuerpos en la fosa apoya la versión de que el maestro del pueblo pidió a los menores intervenir para enterrar los cuerpos "por humanidad"

Una historia terrible. La investigación "in situ" de la segunda fosa de Parasimón, acometida por profesionales multidisciplinares de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en Pajares (Lena), confirma los terribles testimonios ofrecidos por vecinos de la zona: el maestro de la escuela de Pajares habría pedido a niños –o jóvenes adolescentes, de hasta 13 años de edad– que ayudaran a enterrar a los fusilados en el paraje. Lo habría hecho, según los testimonios de la época, por "humanidad". Es una de las hipótesis tras la exhumación de nueve hombres, que apunta a que los fallecidos fueron depositados en el enterramiento con "relativo respeto" tras su fusilamiento por parte de verdugos del bando nacional (en el año 1937).

Antxoka Martínez muestra restos de balas hallados en la fosa. | C. M. B.

Antxoka Martínez muestra restos de balas hallados en la fosa. | C. M. B. / C. M. Basteiro

Desde el principio. La investigación de las dos fosas de Parasimón (desde ahora, "Parasimón 1" y "Parasimón 2") se remonta al año 2010. Fue entonces cuando Celesto García, vecino de Pajares, relató para LA NUEVA ESPAÑA un secreto que llevaba años guardando: siendo un niño, vio como unos verdugos asesinaban a un grupo de veintidós presos (presuntamente alleranos) en el paraje de Parasimón (a unos 400 metros del lugar en el que ahora se ubica el bar El Ruchu). Los dividieron en dos grupos; fueron fusilados y enterrados en sendas fosas comunes. Celesto García dio un dato fundamental para lo que vino después: uno de los presos era Luis Cienfuegos; natural de Parana (Lena), pero vecino de Aller desde su matrimonio con Amadora. La familia del único preso reconocido inició una campaña para la exhumación de las fosas de Parasimón  formaron la Asociación Amigos y Familiares Fosa Parasimón  . El enterramiento "Parasimón 1" fue exhumado en 2018, la exhumación de "Parasimón 2" culminó ayer.

Los niños de Pajares fueron obligados a enterrar a las víctimas de Parasimón

Los niños de Pajares fueron obligados a enterrar a las víctimas de Parasimón / C. M. Basteiro

La segunda campaña ha sido una labor intensa, encabezada por la entidad Aranzadi. Antxoka Martínez estuvo al frente del equipo arqueológico, mientras que Lourdes Herrasti dirigió los trabajos antropológicos. Las labores de ayer, la última fase del trabajo de campo, contaron con la presencia de Paco Etxeberría, directivo de la entidad. "Me siento bien, con la conciencia tranquila después de esta intervención. Pero lo cierto es que es difícil trabajar con personas que aún no tienen nombre", apuntó Martínez, visiblemente emocionado, tras culminar la exhumación.

Han sido unos días intensos en la fosa de "Parasimón 2". Los cuerpos se localizaron el lunes, con la amenaza de lluvia sobre los hombros del equipo de Aranzadi. Se realizaron labores de limpieza del acceso y el entorno, además de la preparación de las herramientas para acometer las labores. Ya hubo entonces una primera aproximación a lo que guardaba el enterramiento.

Exhumación de la segunda fosa de Parasimón

C. M. Basteiro

El martes acometieron la excavación de la fosa. Era poco profunda; aproximadamente medio metro. Y la tierra habló: había nueve hombres enterrados; posiblemente víctimas fusiladas por el bando nacional que fueron asesinados en octubre de 1937 (siempre según los testimonios). Todo indica que los prisioneros fueron trasladados en camiones. A los familiares, que ahora están encontrando la verdad, les dijeron que iban a ser trasladados a la cárcel de San Marcos de León.

El viaje se interrumpió a mitad del puerto de Pajares –entre Lena y León–. Les obligaron a bajarse en la cuneta de la carretera nacional, posiblemente amenazados con armas. Las víctimas de "Parasimón 1" (doce hombres) y de "Parasimón 2" (nueve hombres, según la investigación tras las labores de campo) tuvieron una muerte cruel. Las víctimas del primer enterramiento fueron asesinadas con un número de balas "desproporcionado". Tanto, que la investigación apunta a que los verdugos "eran poco experimentados o estaban en un estado de nerviosismo extremo". Se hallaron cerca de medio centenar de vainas.

Ejecución

En la fosa de "Parasimón 2", las respuestas más rotundas llegaron ayer. Se han hallado veinticinco vainas y dos balas. La investigación de la balística, apuntó Antxoka Martínez en su primera hipótesis, indica que los ejecutores condujeron a los prisioneros a una zona de muy difícil acceso. Aún hoy, con la carretera del puerto a medio kilómetro, llegar es complicado: una cuesta muy empinada y completamente "escondida" entre un frondoso bosque de abetos (una zona conocida entre los vecinos como "el pinar").

Los prisioneros fueron arrodillados a la fuerza, ante el pelotón de fusilamiento. Los verdugos dispararon y terminaron con sus vidas. Aún con el paso del tiempo, que ha deteriorado el estado de los restos, se han podido apreciar "tiros de gracia" –los que eran disparados directamente a la cabeza de las víctimas– en los cráneos de dos cuerpos. Fueron "levantados" uno a uno, con sumo rigor y cuidado, e individualizados para su estudio en el laboratorio.

Aún con estas labores técnicas por desarrollar, la fosa empezó a "hablar" ayer. Los cuerpos fueron depositados en el enterramiento con "relativo cuidado, con respeto". Esta situación de las víctimas, que fue reproducida por expertos de Aranzadi y voluntarios que acudieron a la fosa, revela otra clave sobre la investigación; muy posiblemente, no fueron enterrados por los propios verdugos.

¿Quién se encargó de "desaparecer" los cuerpos? Aquí vuelve el relato de testigos de la época, que apuntan a que el maestro del pueblo –se desconoce la razón– habría obligado a niños (de edades comprendidas entre los diez y los trece años) a enterrar a las víctimas. Cavaron la fosa y depositaron, con "relativo respeto", los cuerpos. Es seguro, según los testimonios, que habían sido desfigurados con la culata de las armas para que nadie pudiera reconocerlos. Los restos han sido trasladados ya a la sede de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en la que se abordará la última fase de la investigación. No es baladí: intentarán poner nombre a las víctimas de Parasimón, siempre que las pruebas de ADN lo permitan.