La fractura del PSOE de Mieres se agrava y los críticos tachan a Barbón de "sectario"

Exirigentes que se alinearon con Javier Fernández en 2017 acusan a la FSA de no buscar la unidad y "despreciar" a un sector de la militancia tras el reciente nombramiento de la junta gestora

Ana Cachero y Adrián Barbón, días antes de la dimisión de la primera. | D. M.

Ana Cachero y Adrián Barbón, días antes de la dimisión de la primera. | D. M. / David Montañés

La crisis que se ha instalado en el PSOE de Mieres desde que en 2011 perdiera la Alcaldía del concejo y que se agravó a raíz de las polémicas primarias de 2017 amenaza con fracturar de una manera definitiva la historia agrupación, con 125 años de historia a sus espaldas. Con la dirección del partido por segunda vez en poco más de un lustro en manos de una gestora, el ofrecimiento para reintegrarse del frente crítico que en su momento apoyo a Javier Fernández en su enfrentamiento con Pedro Sánchez no parece que vaya a generar un espacio de entendimiento que calme las aguas. Este amplio colectivo asegura sentir que les han pegado "con la puerta en las narices". Tras no ser escuchados por el actual secretario general de FSA, Adrián Barbón, acusan al también presidente del Principado de "incumplir su palabra" y de "sectarismo", y le reprochan su presunto "desinterés" a la hora de "reconstruir una situación desastrosa".

La corriente crítica con la FSA es numerosa en Mieres y aglutina a una parte relevante de afiliados que incluye, entre otros, a ex secretarios generales de la agrupación, antiguos concejales y sindicalistas de gran relevancia. Desde 2017 han permanecido apartados de la actividad cotidiana del partido, pero a raíz de la dimisión como secretaria general en Mieres de Ana Cachero (tras el varapalo electoral en los comicios municipales de mayo) iniciaron contactos para "hacer borrón y cuenta nueva" . Defendían la necesidad de lograr "entre todos" acabar con la "irrelevancia que el PSOE de Mieres tiene actualmente en el Ayuntamiento", con solo tres de los 21 concejales de la Corporación.

El único requisito que el citado frente puso para reincorporarse a la vida interna fue tener un breve encuentro con Adrián Barbón. Tras esperar más de un mes, asumen que no les atenderá. "Se habían generado muchas expectativas y una notable ilusión, pero la respuesta ha sido un nuevo desprecio a la militancia", aseguran a este diario algunos de los exdirigentes más destacados de un grupo que desde 2017 solo mantiene contacto con el partido a través del pago de las cuotas de afiliados. Tal y como están las cosas, hasta eso podría suspenderse: "Hay militantes que están pensando seriamente en dejar definitivamente el partido, algo que resulta muy doloroso".

La gestora

La FSA anunció a principios de agosto que se ponía al frente del proceso para elegir una nueva dirección antes de final de año. El primer paso ha sido nombrar a la gestora que pilotará las gestiones. Está liderada por la abogada María Martín. Junto a ella están los concejales Silvia Suárez y Jorge Expósito, además de Marta Rodríguez, David Fernández y Alejandro Fernández.

El frente crítico no fue ni siquiera consultado: "No hay ninguna intención de alcanzar consensos. Además, se entiende muy mal que, salvo una persona, todos los demás integrantes de la gestora sean dirigentes que pertenecieron a la ejecutiva dimitida que ha llevado al partido a su desastrosa situación actual", señalan los portavoces del sector de las bases que se siente maltratada. Y añaden: "Prefieren la irrelevancia política al debate interno. La FSA practica un sectarismo insoportable".

Ese frente crítico afirma no entender la postura de la Federación. "Nos ofrecimos simplemente a sumar, sin aspiración de obtener ningún tipo de cargo". Ahora bien, a lo que no renuncian de ningún modo a ser escuchados. Por eso, ha molestado tanto al "menosprecio" que, sienten, les ha dedicado Adrián Barbón. Sus quejas sí han podido trasladarlas a la gestora: "Nos han atendido amablemente y lo agradecemos, pero estos compañeros y compañeras no tienen en sus manos cerrar heridas".

El sector que acusa a la FSA de no hacer nada para solucionar la fractura interna percibe que el partido es indiferente al descalabro de las siglas a nivel local. En los comicios municipales de mayo se cosecharon solo 2.737 apoyos, por los 8.677 simpatizantes movilizados dos meses después en las generales. Como sucedió en 2015, la agrupación está en manos de una gestora, con 90 días para alumbrar una nueva dirección. Salvo un radical giro de los acontecimientos, parte de la militancia no participará en el proceso.

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