Los nuevos fármacos permitirán evitar diálisis y trasplantes, afirman los nefrólogos

Emilio Sánchez, presidente de la Sociedad Española de Nefrología, se mostró optimista en Langreo en la celebración de los 45 años de Alcer

Emilio Sánchez, en la charla ofrecida ayer en Sama. | M. Á. G.

Emilio Sánchez, en la charla ofrecida ayer en Sama. | M. Á. G. / Miguel Á. Gutiérrez

Miguel Á. Gutiérrez

La enfermedad renal crónica es la segunda causa de muerte que más ha crecido en la última década, apenas presenta sintomatología específica (lo que dificulta que sea diagnosticada) y su avance suele ser rápido. Hasta ahí las malas noticias. La buena es que el sistema sanitario está introduciendo exitosos tratamientos farmacológicos que están logrando retrasar de forma sustancial la pérdida de función renal, los que invita a los nefrólogos a pensar que muchos de los procedimientos de diálisis y los trasplantes que actualmente de realizan no serán necesarios a medio y corto plazo.

Así lo explicó ayer en Langreo Emilio Sánchez Álvarez, presidente de la Sociedad Española de Nefrología y jefe del servicio de Nefrología del Hospital Universitario de Cabueñes (Gijón). Lo hizo en la jornada sociosanitaria organizada por la Asociación para la Lucha Contra las Enfermedades Renales (Alcer), para conmemorar sus 45 años de actividad. Los actos se completaron con una gala solidaria, también en Langreo.

La enfermedad renal crónica (ERC) afecta a unos 1.500 asturianos que precisan tratamiento de diálisis o trasplante para sustituir la función de sus riñones. "Hasta ahora no teníamos prácticamente tratamiento para la enfermedad renal crónica, por eso sigue creciendo. Pero desde hace un año o dos estamos empezando a tener tratamientos. Si vengo dentro de diez años a una charla similar probablemente podré decir que se ha reducido mucho el número de personas que necesitan diálisis o un trasplante".

Son tres fármacos, indicó Sánchez, que, a lo largo de este año "ya llegarán a todos los pacientes que sufran enfermedad renal crónica. Y vamos a reducir muy sustancialmente el riesgo de que progrese la enfermedad. Se pueden usar desde que tienes el diagnóstico y lo que hace es que cambian la estructura del riñón y van a hacer que pierdas pocas proteínas por la orina. Y eso mejora toda la toxicidad que hay alrededor del riñón".

En la misma línea de argumentación, el nefrólogo asturiano señaló que "lo que hacen es retrasar la pérdida de la función renal. Para vivir, simplificándolo, tienes que tener al menos un 10 por ciento de la función de los riñones. Si tiene un 50 por ciento y vas perdiendo a un ritmo elevado, en un año o dos llegas a diálisis. Pero si ese ritmo de pérdida se hace más lento, puede retrasarlo tanto que no vas a necesitar diálisis o, si llegas a ello, será dentro de veinte años. Uno de esos fármacos ya se está usando y los otros dos, a partir de mayo o junio ya los vamos a poder prescribir. Además, no tienen un precio disparatado como otros fármacos, que cuestan asumir por el sistema sanitario".

Según expuso el presidente de la Sociedad Española de Nefrología hay siete millones de españoles con enfermedad renal crónica (en Asturias 150.000, 150 de ellos con trasplante de riñón) y 3.000 nefrólogos para atenderlos. "Por eso hay que insistir en que debemos hacer mucha formación en Atención Primaria porque nosotros no vamos a tener capacidad para atender a todos estos pacientes, sobre todo en las fases iniciales, cuando tienen poco daño. Son muy importantes las pruebas analíticas de sangre y orina porque, cuanto antes lo detectes, antes se puede frenar. Curar no se va a curar porque es algo crónico, pero puedes ralentizar su avance. Si tengo un diagnóstico precoz, podemos poner un tratamiento que haga que esto vaya mucho más lento".

Síntomas

Un problema añadido es que "no hay síntomas o son muy inespecíficos. La clínica que da son náuseas, vómitos a veces, falta de apetito, a veces hinchazón de los tobillos, cansancio, apatía... Algo que valdría también para una depresión, por ejemplo", señaló Sánchez. Las personas más propensas "son los diabéticos, los hipertensos, personas de edad avanzada, que hayan fumado o que fumen, y con colesterol alto".

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