La térmica de La Pereda, principal vía de ingresos de Hunosa, lleva año y medio sin producción

La compañía no ha encontrado solución para gestionar la cenizas que genera La Pereda y su parálisis disparó las pérdidas en 2022 y 2023

Instalaciones de la central térmica de La Pereda. | LNE

Instalaciones de la central térmica de La Pereda. | LNE / David Montañés

La térmica de La Pereda se ha convertido en el principal reflector de los planes de futuro de la compañía pública Hunosa, con su transformación a corto plazo en una central de biomasa y CSR (residuos). Pero lo que se presenta como la última fase de vinculación con el carbón está resultando estéril, en toda la dimensión de la palabra. La térmica mierense lleva ya casi año y medio sin producir electricidad debido a que no cuenta con un almacenamiento para las cenizas que se generan durante la combustión.

Hunosa no ha sido capaz en ese tiempo de encontrar en el mercado comprador para la escoria sobrante que genera la térmica. El problema surgió con el cierre de la cercana escombrera de Pumardongo, cuyos terrenos que durante años fueron utilizados como depósito de servicio de la central y que actualmente están siendo restaurados ambientalmente. La falta de vertedero para depositar las cenizas mantiene la instalación parada por plazo indefinido. Los 37 trabajadores que integran la plantilla llevan año y medio limitando sus tareas a labores de mantenimiento y al sostenimiento de la planta piloto de captura de CO2 existente en las instalaciones. La gestión de las cenizas ha dejado sin yesca a la térmica de Mieres, que permanece fuera de servicio desde octubre de 2022. Hunosa ha sondeado varias soluciones, sin éxito hasta ahora. No ha sido posible alcanzar un acuerdo con empresas eléctricas como EDP o Iberdrola para poder utilizar los vertederos de cenizas de las centrales térmicas de Aboño y Lada. También se han realizando trámites medioambientales, igualmente infructuosos, para poder disponer de un vertedero propio en las inmediaciones de la central de La Pereda.

La térmica, de 50 megavatios de potencia y pendiente de su adaptación a la biomasa con una inversión prevista de 38 millones de euros, se alimenta de carbón extraído en el pozo Nicolasa y de estériles de escombrera. Por tanto, el largo parón de la central afecta directamente a la actividad del ya único pozo que Hunosa tiene abierto, ubicado en Ablaña. Teniendo en cuenta que la explotación produce algo más de 150 toneladas diarias de carbón, se está generando también un problema de almacenaje. El grueso del acopio generado desde octubre de 2023 se almacena en el lavadero del Batán y en la propia térmica. En teoría, el referido stock debería superar ya las cien mil toneladas.

Problemas logísticos y económicos

Más allá de los problemas logísticos para el almacenaje del carbón pendiente de quemarse, el perjuicio para Hunosa en el económico está siendo considerable. De momento se conoce la cuenta de resultados correspondiente a 2022, cuyo último trimestre se vio ya afectado por la inactividad de la térmica. Los datos apuntan importantes desviaciones que necesariamente han tenido que tener una continuidad aumentada en 2023, ejercicio cuyas cuentas aún no han sido registradas. Durante el citado 2022, la central, siempre según los datos hechos públicos por Hunosa, produjo 167.796 megavatios/hora. El balance deja una reducción del 48 por ciento con respecto a 2021. La cifra de negocio cayó en 9,6 millones (-23%) como consecuencia de este retroceso. Considerando que la actividad de la central representa más del 85% de la facturación de Hunosa, las pérdidas operativas de la compañía se incrementaron en 12,2 millones de euros en 2022: pasando en un año de 16,1 a 28,2.

Expertos en gestión económica consultados por este diario apuntan que el "boquete" se genera fundamentalmente de la parte operativa (actividad sin la ayuda del estado). Para explicarlo utilizan una metáfora sencilla: "Hunosa es actualmente como un restaurante enorme que no sirve comidas. Tienen un local grande que cuesta mucho calentar e iluminar y donde tienen a los cocineros trabajando y a los camareros sacando comida a las mesas aunque no tengan clientes".

La térmica de Hunosa perdió el citado 48 por ciento de producción en 2022 pese a que el kilovatio estuvo mucho más caro que en 2021. Una de las causas fue el estallido de la guerra de Ucrania. Los expertos apuntan que todo indica que el desfase de más de nueve millones entre ejercicios hubiera sido "mucho mayor" en un "entorno estable o de caída de precios". Los efectos hubiesen sido, señalan estos facultativos, "aún mas devastadores". En 2023, con la térmica cerrada todo el año, el balance económico ha tenido que ser necesariamente más gravoso.

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