La abuela malagueña de las Cuencas cumple 105 años: "El secreto es estar muy bien cuidada"

Josefa Cabello reside en La Felguera con una vitalidad envidiable

Josefa Cabello, con una foto suya y de su marido, en su casa de La Felguera. | A. Velasco

Josefa Cabello, con una foto suya y de su marido, en su casa de La Felguera. | A. Velasco

Andrés Velasco

Andrés Velasco

"Hoy me he levantado temprano porque venías tú, sino me suelo levantar a las doce y media o la una". Con una sonrisa, Josefa Cabello recibe a LA NUEVA ESPAÑA en su casa de La Felguera. Sentada en su mecedora, hoy no es un día más en la vida de esta malagueña, que lleva casi 70 años en Langreo. Este martes cumple 105 años. Y lo hace con una vitalidad envidiable. Más allá de los achaques en las piernas por la edad, se muestra como una mujer vital y familiar. Para llegar a esa edad en plenas facultades solo tiene un secreto: "estar bien cuidada".

La cuarta de siete hermanos, Josefa Cabello nació un 2 de abril de 1919 en Villanueva de Algaidas, una localidad malagueña. "¿Ya llovió no?", dice, con un acento andaluz que no ha perdido pese a llevar dos tercios de su larga vida en la Cuenca Minera asturiana. Porque tras criarse en su aldea, a los 20 años se trasladó a Anterquera, donde comenzó a trabajar de cocinera: "allí conocí a mi hombre, allí cortejamos y allí nos casamos", señala la mujer, que perdió a su marido, Antonio Benítez, hace ya más de una década. "Él trabajaba de verano de encargado en un cortijo, y de invierno en una fábrica de aceite".

Fue cuando tenía 36 años cuando se casó y se lanzó a cruzar el país. "Tenía un hermano en Langreo que me tiraba mucho, y decidimos venir", recuerda. Llegaron a El Carmen, en Lada: "estaba embarazada de mi hija mayor, y mi marido tenía la ilusión de trabajar en una fábrica, pero luego lo hizo casi siempre en la obra". Antonio tuvo como primer trabajo en Langreo la construcción de unos pisos en la Felguera, en el que hoy viven. "Y en el que murió", sigue relatando Josefa. Tuvieron a su hija pequeña, y luego se trasladaron tras una década al centro de Lada. "Y en 1994 compramos esta casa", señala Josefa mientras sujeta un cuadro con fotos antiguas.

Esta vida en Asturias se ha alargado casi siete décadas. Josefa Cabello tiene hoy dos hijas, cuatro cinco nietos y cuatro bisnietos. "He tenido una vida tranquila y familiar, nunca me ha hecho falta de nada, y dentro de los pobres hemos estado bien", confiesa Josefa. Recuerda que la última vez que salió de su casa fue para ir a comer el pasado 5 de enero: "a mi ahora me cuesta un poco más salir por culpa de las piernas". Porque esta abuela de las Cuencas confiesa, señalándose de cintura para arriba, que "de aquí estoy muy bien, no tengo na', ni colesterol ni na'". Pero al apuntar hacia las extremidades indica que "las piernas ahora me duelen mucho".

Cabello, en el centro, con su familia ayer en su cumpleaños.

Cabello, en el centro, con su familia ayer en su cumpleaños. / LNE

Así que en su casa, se maneja gracias a su "borriquito", un andador con el que se mueve por todos sitios. Pero salir ya es más complicado. Eso sí, cuando Josefa baja esas escaleras que seprar su primer piso y la calle, lo hace a lo grande. "Ahora en mayo tengo pensado viajar otra vez con mis hijas a Andalucía'", dice.

A sus 105 años, Josefa Cabello tiene ya sus hábitos bien marcados: "me levanto a las 12:30 o la 1, después decomer me echo a ver un poco a la Sonsoles (Ónega), y luego por la noche me acuesto tarde, hacia la 1, porque veo serios turcas". Sonriente, dice no haber fumado en su vida y su único pecado confesable con más de un siglo es beber de vez en cuando "un chupito" de Sansón, un vino con quinina, "que me revitaliza". "Pero nunca fui una borracha", apostilla la mujer.

Su extensa vida está llena de episodios, como las series que ve. Vivió la guerra civil, pero a ella, dice nunca la molestaron. "Si pasaban los de un bando levantaba un brazo y si pasaban los del otro, el otro brazo", rememora como quien lo ha vivido hace una semana y no hace más de 80 años. "Trabajaba en un melonar cuando la guerra, a veces paraban soldados a pedir melones, y siempre decíamos que sí, no fuera que se llevaran toda la cosecha", recuerda.

La última gran batalla que le pasó de cerca fue la pandemia. "Yo ni covid ni nada, aquí lo cogieron todos en la familia menos yo", apunta. "A mi ni covid ni na'", agrega. Y es que Josefa Cabello goza de una salud prodigiosa: "el secreto es dormir mucho y estar bien cuidada", explica. En 105 años, ha pasado seis veces por quirófano: dos cesáreas en los partos de sus hijas, operaciones en los dos ojos, y en las muñecas. "Nada grave", dice. "De un oído no oigo nada, del otro estoy sorda como una tapia, pero me defiendo", indica de nuevo con gran sorna.

Y el futuro, que sea el que tenga que ser. "He vivido mucho y bien, y de momento aquí estoy, ya veremos por cuanto", dice. De momento, hoy se acostará con 105 años y tras ver la novela turca que le toque. Y mañana, que salga el sol por Antequera.

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