Fotos, pelotas de goma y pinchos para las ruedas de las "lecheras": una exposición rescata el conflicto de Duro Felguera, "la última gran lucha obrera"

Juan Manuel Corujo, extrabajador que estuvo 52 días en huelga de hambre, ha recopilado fotos y material de las protestas en una muestra

El BOMBO Y EL GOMERU, DOS ICONOS DE LA PROTESTA. Juan Manuel Corujo, en la Casa de Cultura de Sama, con el bombo utilizado en las protestas y uno de los gomeros utilizados. |  | M. A. G.

El BOMBO Y EL GOMERU, DOS ICONOS DE LA PROTESTA. Juan Manuel Corujo, en la Casa de Cultura de Sama, con el bombo utilizado en las protestas y uno de los gomeros utilizados. | | M. A. G. / Miguel Á. Gutiérrez

Miguel Á. Gutiérrez

En el año 52 antes de Cristo, Julio César recurrió con éxito en Alesia al "tribulus" (unos clavos que se esparcían por el campo de batalla y quedaban camuflados entre el terreno) para frenar a los guerreros galos. Utilizado en la antigüedad como arma contra la caballería, una suerte de "tribulus" también fue empleado frente a los talleres de Duro Felguera, en Langreo, dos mil años después, en la década de los noventa del siglo pasado, en el marco del conflicto laboral que siguió al despido de 232 trabajadores. El objetivo, en este caso, no era ningún ejército, sino las ruedas de los furgones de los policías antidisturbios desplegados en la protesta. "Conocí al dueño del taller al que llevaban las ‘lecheras’ para cambiarles las ruedas. Él estaba encantado claro, decía que el negocio nunca le había ido tan bien".

Pelotas de goma de la Policía lanzadas durante las protestas.

Pelotas de goma de la Policía lanzadas durante las protestas. / M. Á. G.

Lo cuenta Juan Manuel Corujo, extrabajador de Duro, mientras muestra uno de aquellos clavos, expuesto ahora en una vitrina de la Casa de Cultura de Sama, junto a un "gomeru" y el cartel "Material de defensa obrera". Son parte de los elementos que componen la exposición que conmemora las tres décadas desde que estalló el conflicto, con el despido de los trabajadores en septiembre de 1993. La muestra se inaugurará este lunes y podrá verse hasta el 30 de abril.

Corujo fue uno de los cinco trabajadores que estuvieron encerrados, en huelga de hambre, en el Ayuntamiento de Langreo durante 52 días, del 14 de enero hasta el 6 de marzo. "Cada vez que era el aniversario de una fecha determinada, lo ponía en redes sociales, pero veía que no era suficiente. Y pensaba, ¿cómo un acontecimiento de este calibre, que fue la última gran lucha obrera en Asturias y acabó con la victoria de los despedidos, no se acuerda nadie?". Junto a otro extrabajador de Duro, la exposición fue tomando forma: "Yo tenía muchas fotos y pensamos en hablar con el Ayuntamiento para organizarlo".

Elementos de la muestra.

Elementos de la muestra. / M. Á. G.

La muestra es un exhaustivo recorrido por aquellos años. Hay numerosas fotos y recortes de prensa, una proyección de cuatro horas con noticias del conflicto, el bombo que hacía resonar las consignas en las protestas, los carteles anunciadores de los conciertos de apoyo, uno de los "pins" que se vendían para engordar la caja de resistencia, ropa deportiva de la marcha ciclista a Madrid, el cartel que llevaba la cuenta de los días de encierro en la catedral (318 finalmente) y los "premios que nos lanzaban los antidisturbios", bromea Corujo: varias pelotas de goma en las que aparece la fecha de ese enfrentamiento en particular con los nombres de trabajadores detenidos o heridos ese día. También hay un rincón dedicado al que fuera párroco de Barros, el fallecido José Manuel García. "Hablarán lo que quieran de la Iglesia, pero los que estuvimos en la huelga de hambre estamos vivos gracias a él, al arzobispo Merchán y a los curas que hicieron un manifiesto para intervenir, no gracias a los sindicatos".

El cartel que llevaba la cuenta de los días de encierro en la catedral de Oviedo.

El cartel que llevaba la cuenta de los días de encierro en la catedral de Oviedo. / M. Á. G.

Hospital

Al rememorar los 52 días de huelga de hambre, Corujo no olvida los "nueve de hospital que vinieron después". Los encerrados bebían litro y medio de agua con suero oral y glucosa y, a partir de ahí, como mínimo litro y medio más. "Cuando pasan cuatro o cinco días ya no tienes hambre, pero te vas autodestruyendo por dentro sin darte cuenta. Cuando llegamos al hospital hubo doctores que nos dijeron que había dos de nosotros que estaban a punto de caramelo para tener una hemorragia intestinal y palmarla. Fue muy duro, pero los cinco estuvimos muy unidos".

"Con la exposición", indica Corujo, "quería dar a conocer lo que pasó, simplemente por eso. No por venganzas. Creo que tiene que quedar constancia de aquella pelea".

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