Todas las resurrecciones de Duro Felguera

Los trabajadores que lucharon en los noventa por evitar los despidos en la ingeniería ven similitudes con la crisis actual: “Sabíamos que no cerraría”

Manuel Sánchez Terán, Ramón Cimadevilla y Juan Manuel Corujo, ante la Catedral de Oviedo. | Miki López

Manuel Sánchez Terán, Ramón Cimadevilla y Juan Manuel Corujo, ante la Catedral de Oviedo. | Miki López

José Luis Salinas

José Luis Salinas

“No es por hacerme el listo, pero cuando hace dos años se empezó a hablar de que Duro Felguera estaba en dificultades yo ya le dije a la gente que no se preocuparan, que esta empresa no iba a cerrar, que no iba a desaparecer. Esta es solo una etapa más, van cinco o seis iguales. Es otro ciclo”. Manuel Terán Sánchez, autor del pronóstico, dejó huella en la historia de la empresa de ingeniería asturiana, que mañana, si no hay ningún contratiempo, recibirá 120 millones del Estado español (seis de ellos los pondrá el Principado) para ser rescatada y poder seguir con vida. Fue sindicalista de CC OO y portavoz de los trabajadores de la empresa asturiana que acabaron encerrándose durante 318 días en la torre de la Catedral de Oviedo. Este 2021 pospandémico se cumplen 25 años de aquel encierro. Es decir, han pasado dos décadas y media entre dos de las catarsis que ha vivido esta compañía industrial. Dos momentos en su historia en los que –por diferentes motivos, aunque Terán sostiene que no son tan distintos– la compañía y sus trabajadores estuvieron al borde del abismo. Al final logró resucitar. “Es algo cíclico”, insiste Terán, “siempre es la misma estrategia”.

En mitad de la plaza de la Catedral de Oviedo, Ramón Cimadevilla saca el móvil del bolsillo y comienza a pasar fotos. En las imágenes hay trenes ardiendo, protestas multitudinarias y fotos de trabajadores de Duro encaramados en lo alto de la Catedral. Él mismo pasó allí más de cien días encerrado, en huelga, para intentar parar el despido de centenares de sus compañeros. “Esa fue delante de la Junta”, comenta Juan Manuel Corujo. En la imagen hay un coche en llamas. Corujo trabajaba en Felguera Melt, una de las filiales de Duro, y estuvo durante 52 días en huelga de hambre dentro del Ayuntamiento de Langreo, también por el mismo motivo. El objetivo era parar un expediente de regulación de empleo que incluía el despido de 150 trabajadores. “Justamente este pasado fin de semana se cumplieron 27 años desde que levantamos aquella huelga. El día que íbamos a salir había gente en la plaza del Ayuntamiento desde las ocho de la mañana. Había muchos que venían a apoyarnos, pero también muchos curiosos”, resalta. Esta vez es él quien saca el móvil y muestra una imagen de aquel día. Estaba abarrotado.

Terán recuerda aquellos años de tensión en la empresa y en las calles con una precisión de cirujano. Todo aquello le dejó facturas físicas y de salud, reconoce. La presión era muy alta. Llegó a tener en su contra a la dirección de la empresa, a los gobiernos y a los propios sindicatos. Pero había un grupo importante de trabajadores que le era muy fiel. Los problemas laborales de la compañía se agravaron en 1989. Ese año Duro plantea un expediente de extinción al que el comité de empresa se opone de manera frontal. Para encontrar una salida, recuerda Terán, la empresa intenta buscar un inversor externo, al igual que está haciendo ahora. Pero aquello no acabó bien. “Nos convocaron en el salón de bodas de un hotel de Candás para presentarnos un proyecto fantasma, vino un tipo de traje blanco, muy moreno y que tenía un yate en Marbella”, recuerda Terán. El proyecto en cuestión se bautizó como “Eurometals”, una empresa que prometía meter a Duro en el negocio de la aeronáutica. Todo quedó en papel mojado. El empresario se esfumó y Duro Felguera continuó a lo suyo. “Estuvimos durante varios años salvando la bola de partido, frenando el expediente de regulación”, dice Terán.

El “gomeru”. Díaz Merchán con el “gomeru”, que le dio Terán. | N. Orejas

El “gomeru”. Díaz Merchán con el “gomeru”, que le dio Terán. | N. Orejas / José Luis SALINAS

Así llegaron a una huelga de hambre que acabó con cinco trabajadores de Duro Felguera encerrados en el salón de plenos del Ayuntamiento de Langreo durante 52 días. Fue a comienzos de 1994. Un año antes las protestas se habían endurecido, comenzaron las quemas de cajeros automáticos y la lucha en las calles entre una parte de la plantilla de Duro y centenares de antidisturbios. “Tuve amenazas hasta de mi sindicato diciéndome que era responsable de que aquella gente en huelga enfermara”, dice Terán. “De aquella di una rueda de prensa en la que digo que si uno de mis compañeros se pone enfermo yo lo sustituyo, y después de eso ocurre algo insólito, me llamaron unos curas para darme apoyo”, recuerda. Esa llamada derivó en que 44 religiosos firmaran un manifiesto pidiéndole al arzobispo Gabino Díaz Merchán que interviniera para intentar parar el conflicto. Al principio Merchán fue escéptico, pero acabó cediendo e incluso Terán acabó regalándole un “gomeru” como muestra de aquella lucha obrera. Los trabajadores llegaron a encadenarse a la verja de la cueva de Covadonga durante un Día de Asturias. “Merchán me llamó al despecho, le llevé unos documentos, los analizó y me dijo: puede que tengáis razón”, señala Terán. La resurrección estaba en marcha.

Aquella huelga de hambre derivó en un acuerdo por el que Duro se comprometía a recolocar a los trabajadores afectados por los despidos. Pero dos años después, y hartos de incumplimientos, los empleados, ya con el respaldo de la Iglesia, encontraron abrigo en la torre de la Catedral. Allí llevaron sus protestas con un encierro durante 318 días.

La crisis actual de la compañía es muy diferente, pero no tanto, según Terán. “En nuestra época se esfumaron 17.000 millones de pesetas; pues ahora ha pasado algo parecido”, dice. Corujo asegura sobre el rescate que “Duro sigue especulando, y esta no es la solución para la empresa”. Algo parecido opina Cimadevilla, que reclama incluso poder recuperar parte del “patrimonio que Duro ha ido abandonando, como el local de asociaciones del colegio de La Salle en La Felguera”. Mientras tanto, mañana el Estado aprobará una nueva resurrección para Duro.

Suscríbete para seguir leyendo