Entrevista | Enrique Rodríguez Almanza Director del Coro Santiaguín

"Con 9 años me pusieron a dirigir la Escolanía de Covadonga con chavales mayores que yo"

"Fui a Alemania para dejar la mina, vi a Louis Armstrong en Essen y volví con una trompeta y una melodía en la cabeza"

Enrique Rodríguez Almanza, en Laviana.

Enrique Rodríguez Almanza, en Laviana.

David Orihuela

David Orihuela

De familia zamorana, a Enrique Rodríguez Almanza le nacieron en Ciñera, León, donde su padre trabajó unos meses en la mina y donde se llevó el susto de su vida. Tanto que la familia decidió irse de allí y acabó instalada en Laviana. "Mi madre tuvo 18 hijos", dice. No los conoció a todos, seis murieron antes de su nacimiento en 1946, así que Enrique era al cuarto empezando por abajo de esa enorme familia de ocho hombres y cuatro mujeres.

La gran familia llega a Asturias

"Mi familia es de Zamora y yo nací en Ciñera, en León. Mi padre, Ángel, era de Villalpando y mi madre, María, de Fuentes de Ropel. Mi padre estaba trabajando en Ciñera en la mina pero tuvo un accidente, quedó un poco enterrao, tuvo miedo y volvimos pa Zamora. Luego vino mi padre solo para Laviana. Yo nací en 1946 y vinimos a Asturias en el 49. Mi madre tuvo 18 hijos pero seis murieron antes de nacer yo, con lo que vivimos juntos doce. Estuvimos vivos doce hermanos durante 26 años, hasta murió el pequeño, Ricardito, que jugaba al fútbol en el Langreo y llegó a jugar en Segunda División con el Zamora. Yo soy el cuarto empezando por abajo. Estaban Ricardito, José Mari, Arturo y yo. Cuando llegamos a Laviana éramos diez porque los dos últimos, los dos pequeños, que ya murieron, nacieron aquí. Lo de venir a Laviana fue porque a mi padre le faltaba un año para ser veterinario y en el pozo Barredos había un vigilante general, que era casi como un capataz, que era de la zona de Zamora y conocía a mi padre. Le dijo que había una plaza para cuidar a las mulas del pozo, que cuando quisiera fuese para Laviana y lo metían allí. Entonces vino él solo para Asturias. Primero estuvo un tiempo trabajando en el puente La Chalana, hasta que entró en el pozo. Entonces vinimos todos para Asturias. Yo tenía tres años. Llegamos en tren hasta El Entrego. El primer sitio en el que vivimos fue un hórreo en Tiraña. Luego pasamos a una buhardilla en Barredos. Ahí estuvimos hasta que nos dieron la primer casa en la barriada de Fontoria que entonces se llamaba Gargayo. Nos dieron la casa piloto, que no tenía ni luz".

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Con la orquesta "Pocovi" / _

La Escolanía de Covadonga

"María, mi madre, nunca trabajó. Bueno, bastante trabajó con los 12 hijos. Era mucho más alta que mi padre y también más recia, más dura, más castellana. No eran religiosos pero cuando yo tenía seis años, el cura de Laviana, Don Joaquín, le preguntó a mi madre si tenía algún guaje que cantase. Dijo que yo y me hizo una prueba. Me mandó a examinarme a la Escolanía de Covadonga. Nos examinaba Alfredo de la Roza. Nos presentamos quince y había tres plazas. Las sacamos dos de Laviana y uno de Luanco. Así que marche para Covadonga. Mi madre estaba encantada porque no tenía que pagar nada. No tengo recuerdo de haberlo pasado mal, de haber llorado al irme; yo creo que a los seis años no tienes conciencia de separación. Estuve cinco años en Covadonga, hasta que me mutó la voz, y muy bien. Estuve muy feliz en la Escolanía. No tengo recuerdo de haber llorado o de pasarlo mal. Nos daban clase dos monjes teresianos, éramos 30 escolares, 15 en cada clase. Estudiábamos y cantábamos. Estábamos en el culo de la Basílica, ahí abajo, ahora no sé lo que hay porque luego la Escolanía pasó al seminario. No sé la razón, pero se me dio muy bien la música. En casa no había ninguna tradición pero a mi siempre se me dio bien. A los tres años de estar en Covadonga, uno de los curas marchó para Segovia con un obispo. Entonces vino otro cura, Aladino, que era de Laviana. No tenía ni idea de música ni de solfeo. Un día que faltaba el director, Don Florentino, y que temíamos que cantar, me dijeron que dirigiese yo. Tenía nueve años y dirigía la Escolanía de Covadonga, con chavales mayores que yo. No sé por qué pero se me daba bien la música. Estuve en Covadonga cinco años, hasta que me mutó la voz. Cuando te cambiaba la voz o ibas al seminario o para casa. Me examiné para el seminario y aprobé pero en la Escolanía mi madre no pagaba nada y en el seminario había que pagar 300 pesetas al trimestre, así que mi madre dijo que no tenía perres y que volviese a casa. Al principio lo eché de menos. Allí éramos 30 críos y tenía muy buenos amigos. Me acuerdo de Arturo Cuevas Alonso, que era de Luanco. Su padre era capitán de la marina mercante y tenía perres. Cuando estábamos en Covadonga volvíamos a casa una semana al año, desde después de la misa del gallo hasta después re reyes. Eran las vacaciones que teníamos, poco más de una semana".

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Con la banda de Laviana a los 11 años / _

Primeros años en Laviana

"Cuando volví a casa lo único que hacía era jugar. La barriada de Fontoria, en Laviana, eran cuatro pabellones y tenían unos túneles en los que jugábamos a la pelota cuando llovía. De aquella era lo que se llevaba, jugar a la pelota. Un día, estando en uno de esos túneles de la barriada llegó un tal Jesús, Chos el Platillero. Yo, cuando jugaba a la pelota iba solfeando (do, mi, sol, sol, fa, mi, re..) y el Platillero me preguntó si sabía solfear, le dije que sí y me dijo que me iba a llevar a la banda (de música de Laviana). Fui para allá y estaba el director, uno que se pintaba el bigote, Antonio Cerezuelo, que tocaba el fagot en la sinfónica de Oviedo. Me dio el método de música, que había el primero y el segundo y le dije que el primero lo sabía entorno de memoria, entonces me dio el segundo. En aquella época la gente de las bandas solfeaba midiendo pero no entonando, decían que entonaba el instrumento, un gran error porque no siendo el piano, o afinas tu el instrumento de oído o no hay manera, estás perdido. Cuando el director de la banda me vio entonar y solfear de aquella manera me dijo que qué instrumento quería. Yo quería la trompeta y él me decía que no, que no tenía los labios para la trompeta, que cogiese el clarinete o el saxofón. Con once años yo tenía claro que quería la trompeta. Y así empezó mi carrera musical fuera de la Escolanía, con el solfeo que aprendí en Covadonga. Con once años empecé con la música y ya no paré. Luego, con los años ya hice la carrera profesional superior de trompeta, cuando dejé la mina y tal".

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Ejerciendo ya de director en los años ochenta. / _

La mina, la trompeta y el concierto de Louis Armstrong en Essen

"Cuando vine para Laviana, con once años, no hacía más que tocar en la banda, no estudiaba ni nada. A los 16 años entré de guaje en la mina, en el pozo Barredos. Había que trabajar y dar el dinero en casa. Con tantos hermanos todo lo que ganabas había que darlo en casa. De aquella, en la mina, a los menores de 18 años había dos días a la semana que nos dejaban trabajar fuera del pozo, estar por ahí arriba haciendo cosas. A los 15 años empecé también con la orquesta Pocovi, de Sotrondio. Antonio Pocovi Brisquets era catalán, era el director de la banda de Sotrondio y tenía una orquesta. En la mina ganaba como en la orquesta, en la banda pagaban poco, entre 200 y 300 pesetas. Pocovi me vio con ganas de estudiar y me enseñó un poco de armonía. Yo era el más joven de la orquesta, el siguiente me sacaba once años, tenía 26. Unos años después quise dejar la mina, fue en el 65 o el 66. Me fui seis meses a Alemania a trabajar en una fábrica de tejidos en la que me metió una hermana mía que estaba allí. Allí vi a Louis Armstrong en el parque de Essen, seríamos como 80.000 personas. Yo vivía con mi hermana a unos 18 kilómetros de la capital pero vi que tocaba Armstrong con su grupo, los "All stars" y garré el bus y fui para allá a verlo, además era gratis. Para mi, que tocaba a trompeta, era dios. Otro día, caminando por Essen con mi cuñado, llegamos a una casa de música. En el escaparate había una trompeta amarilla, dorada. Lo que había en España de aquella era chatarra pura, trompetas valencianas y catalanas que eran más duras que su madre. La que había comprado yo para la orquesta era un cuerno de segunda mano, pero no había otra cosa. Entonces vi aquella trompeta Selmer, francesa. Costaba 600 marcos y el marco estaba a 15 pesetas. Mi cuñado me dijo que si la quería que ya la pagaría. Coño, claro que la quería. Al cambio eran 9.000 pesetas y una igual en Oviedo costaba 12.000 pesetas porque aquí era artículo de lujo y en Alemania no. Volvía para Laviana en agosto de aquel año con la trompeta y una melodía que se me había metido en la cabeza en el concierto de Louis Armstrong. Cuando llegué a casa me puse a escribir aquella melodía. Me fui a un ensayo de la orquesta y nos pusimos a tocarlo. Entonces llegó Pocovi y le dijeron que estábamos ensayando una cosina que había traído yo con el cuento de Louis Armstrong. Él, Pocovi, fue quien me empezó a enseñar armonía y un poco los acordes, yo no tenía ni idea, solo sabía el solfeo que había aprendido en la Escolanía. En la orquesta estuve 25 años. En el último baile del verano del 86, en las fiestas de La Pontona, en Laviana, dije que lo dejaba. Era octubre y me pidieron seguir hasta nochevieja pero les dije que no, que luego dirían que otro año más y que no quería. La orquesta Pocovi recorrimos todos los bailes de Asturias y también tocamos algo en Galicia y en León. Funcionó muy bien. Tocábamos música tradicional, pasodobles, boleros y esas cosas, y no cantábamos nada en inglés. De aquella empezaban los grupos modernos, con las guitarras y esas cosas pero nosotros seguíamos a lo nuestro, a lo de siempre, no estábamos al loro".

Los bolos no me dieron dinero, pero viajé mucho, cinco veces a Caracas

La bolera de los curas y los viajes por el mundo

"En los bolos fui muy famoso. Fui dos veces campeón de España, tres veces campeón de Asturias y siete u ocho más, campeón por parejas. Aprendí a jugar de crío en Covadonga. Delante de la Escolanía había un poco de terreno y los curas nos regalaron una bolera por Reyes. Luego, cuando a los 11 años volví a la cuenca, vendía periódicos. Había una bolera en Laviana, la de Fefa, y yo pasaba por allí a las ocho o nueve de la mañana, de la que vendía los periódicos. A esas horas la bolera estaba siempre vacía, así que dejaba los periódicos encima de una mesa, cogía una bola y me ponía a jugar. Así empecé. En los bolos lo ganaba todo. No me dio mucho dinero, algo a última hora, pero más que perres fueron viajes. Fui cinco veces a Caracas a jugar a los bolos, y otras dos a Bruselas. Anduve por muchos centros asturianos. En 1975 me nombraron ‘Mejor deportista del año’. Es curioso, pero a mi mujer nunca le dio mucho más por la música, pero le gustaban los bolos con locura, algo muy raro para una moza de 15 años, que es la edad que tenía cuando nos casamos. Cuando yo tocaba con la orquesta tampoco la dejaban ir porque era de noche, pero a los bolos, como eran de día, sí que podía ir a verme. Me casé con Gloria Amalia el 13 de diciembre de 1969. Era prima carnal de la mujer del trompeta que tocaba conmigo en "Pocovi" y por eso la conocí. Fue la orquesta lo que nos juntó".

La carrera de música en tres años

"En la mina andaba a relevos, así que, cuando salieron unas oposiciones para el economato, me presenté y aprobé. Allí trabajaba siempre de ocho de la mañana a tres de la tarde. Yo ya dirigía la banda de Laviana y, claro, había chavales que estaban en tercero o cuarto del Conservatorio. Pensé que o iba yo al Conservatorio o en un año me iban a decir que no tenía ni puta idea. Se me daba tan bien la música que en tres años hice la carrera profesional, que era de siete. Luego amplié más, hice cuatro años de armonía, que es muy importante, y uno de contrapunto. Así y todo, la música no me dio para ganarme la vida. Cuando estaba Leoncio Diéguez de director del Conservatorio de Oviedo, podía haber entrado de profesor si hubiese tenido el Bachillerato, pero no tenía nada. Solo había estudiado lo de la Escolanía de Covadonga, hasta los 11 años".

Doce hermanos en un piso de barriada de tres habitaciones

"Viví siempre en Laviana; de los doce hermanos que éramos, quedamos vivos seis. Viví en casa de mis padres hasta que me casé. En aquella casa éramos catorce y nos arreglábamos como podíamos. El piso, en la barriada de Fontoria, tenía tres habitaciones, un baño y una despensa pequeña. En cada habitación había dos camas y en cada cama dormíamos dos o tres. Vivíamos como podíamos. Mi madre decía que un boticario de Laviana había ayudado mucho a la familia, que nos daba medicinas y cosas. Mi madre llegó de Zamora a Laviana con diez hijos y tuvo dos más. El pequeño, Ricardito, jugó al fútbol en el Langreo y en el Zamora en Segunda División. Estaba casado en Tiraña, y un día, a las cinco de la mañana, me llamó otro hermano, José Mari, llorando. Me dijo que fuese para Tiraña. Ricardito había muerto. Tenía 26 años, le dio un ataque o algo, se levantó a mear y ahí quedó. Yo era el revolucionario de la familia, pero no por política, por perres, quería tener dinero en el bolso, pero mientras vivías en casa había que entregarlo todo. Un día hablé con una paisana que tenía una fonda en Laviana, Plácida, en la carretera general. Yo tenía 16 años y le pregunté cuánto me cobraba al mes por todo, me dijo que 1.500 pesetas. Yo ganaba 1.200 en la mina y otras mil en la orquesta. Tenía bastante, así que le dije a mi madre que le daba el sueldo de la mina o de la orquesta, pero no todo. Ella me contestó que en aquella casa se entregaba todo el dinero. Mi padre le decía que me dejase, que si no iba a marcharme de casa. Entonces, mi madre cogió el dinero de la mina y yo me quedaba con lo de la orquesta. En estas cosas fui el contestatario de la familia. Algunos de mis hermanos tenían algún trabajín, pero no ganaban gran cosa. En la mina solo me metí yo. Creo que fue trabajar en la orquesta desde los 15 años lo que me hizo tan independiente. Con 16 años entré en la mina y ya manejaba. Mi madre quería darme 25 pesetas los domingos, pero, claro, yo eso no lo quería. Entré en la "Orquesta Pocovi" con 15 años y, cuando en los descansos íbamos a tomar algo, a mí me gustaba pagar, aunque no me dejaban. Con esa edad y era rico. Mis hermanos me llamaba "el ricu", los demás tenían que entregar la paga en casa y yo me quedaba con lo de la orquesta; alguno de ellos me pedía cinco duros de vez en cuando".

A los 16 años ya manejaba dinero: cobraba 1.200 pesetas en la mina y otras 1.000 por tocar con la ‘Orquesta Pocovi’

De la banda de Laviana al Coro Santiaguín

"Entré en la banda de Laviana con 11 años, pero lo dejé cuando empecé con la orquesta. En los años sesenta desaparecieron casi todas las bandas de Asturias, solo quedaron las de Avilés, Gijón y Langreo. En los ochenta se empezaron a formar de nuevo y yo refundé la de Laviana. Empecé en el 80 y salimos en el 82. Estuve veinte años, hasta que vi que ya no salían críos y que aquello no funcionaba como antes; de cuarenta que éramos, íbamos a tocar veinte o treinta. También llevé el coro. Había estado en la Escolanía y cantaba algo con la orquesta. Un 4 de diciembre de hace diez años me llamaron del Coro Santiaguín. Tenían que cantar un par de piezas dos días después en el Conservatorio, en Sama, y el director se había ido o lo habían echado, no lo pregunté. Me dijeron que si les ayudaba. Eran dos canciones de siempre. De aquella yo estaba en un ochote en Pola de Siero, pero los del Coro Santiaguín me dijeron si me quería quedar con ellos y dije que sí. Tenía tiempo bastante. Así empecé con el coro, porque un día les faltó el director. Ahora me dedico solo al coro. Llegamos a ser más de treinta; con el covid nos murieron seis y otros lo dejaron, así que ahora somos diecisiete". 

Las rosquillas de la abuela materna

"En verano, toda la familia iba unos días a Zamora, en tren o como fuera. Hasta los 11 años yo no iba porque estaba en Covadonga, y después, tampoco, porque estaba en la banda y en la orquesta, así que no conocía a mi abuela materna. En el 82 compré el primer coche, un R8. En agosto tenía ocho días que no tocaba con la orquesta, así que le dije a mi mujer que quería conocer a mi güela. Sabía que había un hotelín en Benavente y que de allí a Fuentes de Ropel, donde vivía mi güela, había 12 kilómetros. Reservé una semanina en el hotel y fuimos de vacaciones. Con la trompeta, eso sí; siempre iba conmigo para ensayar, y en el hotel lo hacía con sordina. Llegamos a Benavente y fuimos al hotel, cojo el coche y tiramos a Fuentes de Ropel. Entrando en el pueblo, por aquellas callejuelas estrechas, veo a tres mujeres sentadas jugando a no sé qué. Aquella ye mi güela, le dije a mi mujer. No la había visto nunca, pero era clavada a mi madre. Ella, nada más que me vio, también me conoció, y eso que era el único nieto al que no conocía. Tenía la cara de mi madre. Murió siete u ocho años después. Desde que la conocí, íbamos a verla todos los años. Nos preparaba unas rosquillinas caseras que estaban buenísimas. Íbamos siempre por la tarde, a merendar, y allí estaban las rosquillas. Falleció con 82 años". 

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