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Desde mi Mieres del Camino

Las dos millas de oro en la historia local

Entre el caño de La Salud y el Barreo, una zona de actividad "explosiva"

Ni el paseo de La Castellana en Madrid, ni Las Ramblas de Barcelona, ni el casco antiguo de Bilbao, pueden presentar una panorámica igual, históricamente hablando, como lo hacen las dos "millas" de oro, (tres kilómetros aproximadamente) de Mieres, desde el Caño La Salud al pozo Barreo, en cuanto a una actividad diversificada, responsable, productiva e inconfundible.

¿Se creen ustedes que me estoy pasando "tres pueblos" con esta afirmación tajante? Podrían ocurrir que el entusiasmo localista me llevase a tales conclusiones. Pero, viendo y observando los preliminares y directrices del libro que, dentro de unos meses, verá la luz, obra del investigador local José Antonio Vega, pido solo una lectura de estas líneas, como adelanto, y un análisis más o menos anticipado, para llegar a un resultado. Y si les parece a ustedes que se parte de una exagerada presentación, vayan por delante las más sinceras disculpas.

Tomando como periodo temporal los últimos cien años de la historia de Mieres y a modo de terreno elegido el tramo de la antigua carretera general 630, Gijón-Adanero, desde el Caño de la Salud, hasta el pozo Barreo, buque insignia que fue de una explotación minera en pleno casco urbano, el balance del estudio, a priori y con las consabidas ausencias que involuntariamente se pueden producir, es espectacular teniendo como termómetro de la realidad los distintos aspectos que conforman la vida de un pueblo.

Si hablamos, en primer término, de la industria minera nos encontramos con dos focos de extracción del mineral de mercurio, casi unidos y hoy, para la historia, bajo el nombre de la Soterraña. Le sigue el aún vigente lavadero central de Hunosa, único en la cuenca del Caudal, mientras que el recuerdo señala que a boca de calle aparecía en su día el túnel del Peñón con la producción de Tres Amigos, para continuar con una mina de montaña poco conocida bajo el nombre de La Cercanía dando cara a la calle Ramón y Cajal, para finalizar con ese castillete sempiterno, "autor impertérrito" de mil hazañas, último indicio del pozo Barreo. Aún queda un modesto apunte relacionado, y es la existencia de tres economatos para la actividad, uno La Caseta para los trabajadores de Reguerosa, otro en Oñón, el de Jamín Baragaño para la Mina Quili y el tercero en el barrio de La Villa con destino al personal de Mina Mariana. A todo ello acompaña el cruce, por exigencias lógicas, de al menos dos ferrocarriles mineros, el procedente de Baltasara a la altura de la iglesia de San Juan y el ya mencionado del Peñón que recorría toda la calle hoy denominada de Manuel Llaneza.

Otras industrias de dispar condición citan la fábrica de chocolates "la Ideal" del Caño de la Salud, la de productos Cárnicos "Los Mallos", fábrica de alpargatas y hasta la Asociación Mierense de La Caridad en las inmediaciones de La Peña. Y ya en otros frentes de acción tirando a comercial o de servicios, la estación repostera de gasolina de Arroxo, el centro de lavado y tratamiento de vehículos de Oñón, la tapicería "Rod Par" y la guardicionería de Feito en las inmediaciones de Oñón y Requejo. Si de guardicionerías se trata, hay que citar las de La Pasera y la de Ramón y Cajal, así como las ferreterías también de La Pasera y la de Cuesta cerca del Ayuntamiento. De farmacias está el recorrido bien surtido, desde la que hubo en su día a la altura de La Peña, la de Laulate en Oñón, la de Pello en Requejo, la de Granda en La Pasera y por último la llamada farmacia de La Villa. Luego están numerosos puntos de venta de ultramarinos, peluquerías, sastrerías, fotógrafos, mueblerías, funerarias, confiterías, empresas de transporte, hoteles y fondas, y otros testimonios de muy variada condición. Varias fuentes y lavaderos comunitarios jalonan el recorrido-

Con las instituciones hemos topado y es que, este tramo presenta la Casa Consistorial de Mieres con su plaza, hoy de La Constitución, el cuartel de la Guardia Civil frente a la plaza de Requejo, el de la Policía Armada que hubo a espaldas de La Pasera, y la Comisaría de Policía en Ramón y Cajal, la que estuvo a punto de ser asaltada hace cincuenta años, como consecuencia de las movilizaciones mineras. A ello se puede añadir la existencia de tres refugios antiaéreos durante la guerra civil, en La Caseta, el Peñón y el Fuerte frente al Ayuntamiento. Y el testimonio artístico de los motivos escultóricos en recuerdo del doctor Vital A. Buylla y a don Nicolás Felgueroso en La Peña, el "echador de sidra" en Requejo y La Santina en el fuerte del Ayuntamiento.

La educación escolar encontró su sitio comenzando por las escuelas de El Caño, el grupo de La Peña, las de La Caseta, la academia Vidal en Oñón, las dos Lastra de Requejo, la escuela de La Pasera y por supuesto el IES "Bernaldo de Quirós", flamante y recientemente reinaugurado. A ello se unen, culturalmente hablando el Ateneo de La Peña, la biblioteca municipal de Oñón, dirigida por el gran amigo José María Pellanes, el Casino de Mieres, vivito y coleando, el de La Villa y por supuesto la Casa Duró. Sería ingrato silenciar que en esa línea aparecen dos salas de cine, a saber, Teatro Pombo y el Esperanza.

La cristiandad también presenta reflejos claros con La Parroquia de La Peña personificada en su capilla al Santo Cristo de la Misericordia, el magnífico templo de San Juan y la capilla del Carmen en la Villa. Y hasta un viejo cementerio en las inmediaciones del antiguo templo sanjuanino.

La hostelería, he aquí una actividad harto difícil de definir. Hágase de una forma determinada con la salvedad de que, inevitablemente, aparecerán ausencias. Sin más Casa Espina (con baile), en La Peña, Casa Lebrel "templo" del deporte de los bolos, el Llobu de Oñón y sus buenos corderos a la estaca, la "catedral" de la sidra, es decir, plaza de San Juan o Requejo con varios establecimientos sidrerías -donde, por cierto, se celebró durante unos cuantos años el mercado de ganado- El Narcea, El Café Chus, Casa Valerio y sidrería Casa Urbano, La Exclusiva, La Consistorial y El Albar "guardando" la plaza de La Constitución, Casa Victorino, Cafetería la Villa, Bar La Campa. En fin, que aquí se va el recordatorio sin mucha precisión porque seguro que quedan ausencias significativas.

Y tocan las fiestas, que también las hubo y las hay. Están, para la historia, las del Santo Cristo de La Peña, las del Macho en Arroxo, San Pedro (Filu Negro) en Oñón, Covadonga en Requejo, San Juan con la ceremonia religiosa, Santa Germana en los jardines de Camposagrado, hoy instituto "Bernaldo de Quirós". Y por supuesto las añoradas del Carmen de la Villa, con su entrañable capilla (por cierto, ¿a quién se le ocurrió levantar ese mastodonte de pisos pegadito a su pared?) y la recoleta plaza. Y un último apunte, el de dos instalaciones deportivas, el campo de Los Llerones en La Peña y el polideportivo de Oñón, más la entrada a las viejas Moreras.

En fin, que damos como muy posible la existencia de omisiones por ser esta exposición un terreno harto complicado a la hora de mostrar tonos completos de fidelidad. Sin embargo, al sol de muy poco tiempo saldrá el estudio de José Antonio Vega, donde será factible llegar a un conocimiento más completo de la realidad de las dos "millas" de oro que tuvo Mieres en el corto -aunque algunos les parezca largo- plazo de cien años, como exponente fiable de un pasado, para este pueblo que hoy día se presenta inverosímil, pero, que, al fin y al cabo ahí está de cara a una posible constatación y por lo tanto todo un testimonio inamovible de la historia.

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