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Mario Antuña

Siete leguas

Mario Antuña

Los gallos de la grada

¿Quién tiene la culpa, el árbitro, el niño que le da patadas al balón o el padre que vocifera en la grada? La respuesta es obvia. Se llegue o no a la vergonzosa pelea de un partido de infantiles en Mallorca, la gravedad del asunto está en su raíz: la reiterada ausencia de educación. Quienes recorran o hayan recorrido los campos de fútbol, desconozco si ocurre lo mismo en otros deportes, habrán comprobado la inquietante proliferación del energúmeno de grada. Ese individuo esperanzado en que su hijo sea Cristiano, Messi o Casillas, dispuesto a enfrentarse al mundo y, lo que es peor, a su propio vástago, por alcanzar su sueño. El suyo. Después de la pelea de padres del Día del Padre en Mallorca, el primer castigo se lo llevan los avergonzados niños: uno de los clubes ha decidido retirar al equipo infantil de la competición; el otro, a los jugadores cuyos padres intervinieron en la pelea. Los gallos de la grada se enfrentan a multas. Dudo que sea justo.

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