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Ricardo Montoto

Dando la lata

Ricardo V. Montoto

Ojos que no ven

El incumplimiento ciudadano de las medidas sanitarias

Si algo he aprendido tras casi 22 años emborronando este rincón del periódico es que sentarse a escribir de mal humor, con la nube negra sobre la cabeza, es un error que suele causar disgustos, propios y ajenos. Pero en este último año no abundan las ocasiones amables, lo cual compromete el equilibrio del pensamiento y la compostura del mensaje.

Hoy estoy cabreado. Bueno, mejor dicho, continúo cabreado. Verán: dejé de ir al cine porque no soportaba los ruiditos de la gente comiendo, cuchicheando y los destellos de las pantallas de los móviles. Dejé de ir al Campoamor porque no resisto esa costumbre de acudir a la ópera a toser. Y siempre suena algún teléfono. Y, ahora, cada vez salgo menos a la calle, en parte, haciendo caso a las autoridades pero, principalmente, para evitar ser testigo de la constante vulneración de las más elementales medidas para la contención de la pandemia.

¿Por qué hay tantos fumando por la calle, con la mascarilla en la barbilla? Que yo sepa, no está permitido, por motivos obvios, salvo que el individuo fume en un lugar apartado de la gente. Pues lo que veo cada vez que pongo el pie en la calle es exactamente lo opuesto. Y se hace con total naturalidad y libertad. La mascarilla es para todos y los fumadores no son una excepción. Pues nada, como quien oye llover. Y, como esto, mucho, relajación, nos volvemos a juntar, olvidamos la separación... ¿Cómo vamos a acelerar el fin de la pandemia si hacemos lo contrario de lo debido?

Y como no tengo presencia de ánimo para ponerme a llamar la atención a diestro y siniestro, opto por apartarme. Ya saben, ojos que no ven... Mejor así, porque salgo, observo y me pongo malo. En consecuencia, en la calle, lo imprescindible. O menos, si es posible.

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