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Ricardo Montoto

Dando la lata

Ricardo V. Montoto

Soledad

Vivimos tiempos de grosería, brusquedad y mala educación

Insisten los expertos en la importancia de las relaciones sociales para una buena salud mental. De hecho, el aislamiento motivado por la pandemia está detrás de muchos males que nos afectan en la actualidad. Porque, según dicen, el ser humano no fue diseñado para vivir en soledad y necesita el contacto con sus congéneres tanto como comer y respirar.

Pues es posible que esté volviéndome majareta, pero albergo la sospecha de que me está sucediendo precisamente lo contrario, esto es, lo que ya advirtió el psiquiatra y ensayista suizo Carl Gustav Jung al afirmar que “la soledad es peligrosa, adictiva. Una vez que te das cuenta de la paz que hay en ella, quieres dejar de lidiar con la gente”.

Y es que con uno mismo se puede estar francamente a gusto. Y más cuando tanto de lo que ves y escuchas a diario ni te agrada, ni te aporta nada positivo.

Vivimos tiempos de grosería y mala educación, de brusquedades e insultos, de maltrato de palabra y obra. Y, si bien es recomendable estar preparado para ello, porque es una calamidad que va a más, también considero lógico que uno se vaya apartando en la medida de lo posible.

Qué difícil es mantener una charla interesante y constructiva; actualmente, qué raros son los buenos modales y la cortesía; y qué común la desgracia de verte obligado a soportar palabras gruesas y razonamientos escuálidos.

Es una pena, pero pudiendo haber decidido tratarnos entre nosotros con respeto y consideración, la mayoría ha tomado la vía agresiva del griterío, el menosprecio y la descortesía.

Son tiempos en que se lleva a gala la mala educación, o eso me parece, y no puedo evitar que mi desagrado crezca. Y es cuando el valor de la soledad se incrementa, como refugio frente a unas relaciones sociales cada vez más rasposas e hirientes, como lugar de paz y reparación.

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