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de lo nuestro Historias Heterodoxas

Prisión y muerte de Ángel San José

El abuelo de mierenses ilustres, como Víctor Manuel, fue delatado por incautar una estufa, permaneció tres años en la cárcel y acabó fusilado

El día 18 de enero de 1938, tres meses después de la caída del Frente Norte, se inició un consejo de guerra sumarísimo contra cuatro personas acusadas de rebelión militar. En este caso se trataba de Laureano García Magdalena; Antonio Flórez Menéndez y los hermanos José y Ángel San José Durán. Estos dos últimos eran naturales de la zona de Ciudad Rodrigo, muy próxima a la raya fronteriza entre Salamanca y Portugal y habían llegado a Mieres cuando sus padres Fructuoso y María decidieron trasladarse con toda la familia a la cuenca minera en busca de una vida mejor.

Prisión y muerte de Ángel San José

Todo había partido de una delación realizada el día 3 de aquel mes ante el sargento de la Guardia Civil del puesto de Mieres por un industrial que regentaba un conocido establecimiento abierto en la calle Teodoro Cuesta y que se personó en el cuartel para contar que sabía dónde se escondían dos peligrosos comunistas con los que su familia mantenía un enfrentamiento desde hacía años.

Según su testimonio, uno de ellos llamado Ángel San José ya había sido encarcelado por su participación en la revolución de octubre y tras salir amnistiado en febrero de 1936 se había personado en su casa culpando a su hermano de haber sido quien había dado su nombre para que lo detuviesen en aquella ocasión.

También añadió que una vez iniciada la guerra Ángel había vuelto a su tienda en calidad de policía de la “checa” con otros individuos, provisto de un vale para requisar una estufa, pero una vez entregada pretendió apoderarse de los tubos anexos a la misma, que no figuraban en dicho vale. Entonces, como él se había negado a dársela, lo golpeó y después lo condujo a la cárcel del Convento, donde había permanecido desde el 10 de octubre de 1936 hasta el 20 de octubre de 1937.

De paso, aprovechó para acusar al otro hermano, José, de ser comunista y haberse incorporado como voluntario a las filas marxistas, donde creía que había obtenido el empleo de capitán y añadió que de cualquier forma, estaba claro que los dos eran de malos antecedentes y totalmente desafectos a la causa nacional, por lo que solicitaba que fuesen detenidos.

Al día siguiente, a las diez de la mañana, según sus indicaciones, fue llamado para que apoyase su denuncia otro industrial que tenía su comercio abierto en la calle José Antonio. Este lo confirmó todo y quiso dar más detalles añadiendo que José San José también se había dedicado durante la ocupación roja a requisar con una camioneta todo aquello que podía ser útil a los rebeldes, antes de ser nombrado teniente y comisario político en el Batallón 218 y encargarse más tarde de una Brigada Penal con presos de Gijón. Pero que además lo consideraba peligrosísimo para la España nacional porque estaba implicado en la desaparición de once vecinos de Boñar.

Ante esta grave acusación, la Guardia Civil se personó en el lugar que habían indicado los dos acusadores, una casa de la localidad de Ribono propiedad de Laureano García Magdalena, y allí procedió a detener a los dos hermanos San José y con ellos a otro individuo llamado Antonio Flórez Menéndez, que igualmente había combatido en el bando republicano. También fue conducido hasta el cuartel el dueño de la vivienda, quien en un primer interrogatorio manifestó que les daba alojamiento por amistad, pero que no sospechaba ni remotamente que pudiesen tener aquellos antecedentes contra el Movimiento Nacional.

El día 5 de enero se les tomó declaración a todos. Ángel confirmó haber militado en el partido comunista y no negó su participación en los sucesos de la revolución de octubre, aunque aclarando que su actuación se había limitado a hacer guardias; tampoco desmintió haber dado su voto al Frente Popular. En cuanto a su papel durante la Guerra Civil, expuso que había realizado requisas y detenciones, siempre bajo las órdenes del jefe de los policías Santiago Blanco (“El Avilesu”, socialista que se exilió en Venezuela y de cuyas memorias “El enorme placer de matar a un gendarme” ya hemos hablado escrito en esta página), pero luego se había encargado de la intendencia en la estación del Vasco. Sin embargo, negó haber tenido ninguna participación en el incidente de la estufa y dijo que seguramente le confundían con otro.

Luego le tocó el turno a José, quien también declaró haber sido comunista e intervenido en la insurrección de 1934, aunque, al igual que Ángel, tampoco se había incorporado a la lucha, dedicándose a hacer guardias y atender el teléfono del Comité. Con respecto a su papel durante la contienda, afirmó haber estado primero en el frente de San Esteban de las Cruces y después, ya como teniente, mandando una sección mixta de fortificación y servicios de retaguardia con individuos declarados semi-inútiles por sus informes médicos. Por último, no quiso desmentir que había combatido en la zona de Infiesto hasta poco antes de la caída de Asturias.

El 22 de febrero los dos hermanos volvieron a reafirmarse en los mismos términos, respectivamente ante los tribunales de Mieres y Oviedo, y ya el 2 de marzo, tras añadir al informe judicial los preceptivos informes de la Guardia Civil y de Falange, que como se esperaba fueron negativos, se incoó el proceso sumarísimo contra los cuatro detenidos. Desde allí la documentación pasó al Tribunal Militar Permanente Nº 3 y el 14 de marzo sus expedientes se sumaron a otros ocho casos para ser juzgados en la misma sesión.

La sentencia se dictó una semana más tarde: dos condenas a veinte años, cuatro cadenas perpetuas y seis penas de muerte entre las que estaban las de los hermanos San José. Finalmente, el 28 de mayo se recibió la decisión final sobre los condenados a la última pena: se confirmaba la decisión de fusilar a cuatro de ellos mientras otro conmutaba su pena por la de cadena perpetua, pero sorprendentemente Ángel San José Durán había desaparecido de la lista.

La ejecución de los cuatro infelices se llevó a cabo a las 5.30 de la mañana del 31 de mayo de 1938. Un día negro para Mieres en el que cayeron ante los muros del cementerio de San Salvador veintiocho ciudadanos de esta villa junto a otros dos, procedentes de Pola de Gordón y de Pola de Lena.

Por un error burocrático Ángel San José siguió en prisión casi tres años, esperando con una ansiedad difícil de imaginar la llamada fatal que podía llegar cualquier noche. Una terrible agonía tanto para él como para su familia, que su nieto Carlos Barros San José reflejó magistralmente en “Mamá Eloina”, la obra teatral que publicó en el año 2016.

Por fin, el 27 de febrero de 1941 el auditor de Valladolid se dio cuenta de que en aquella relación de 1938 se había omitido consignar “el nombre de Ángel San José Durán entre los comprendidos en el ‘enterado’ acordado por la superioridad y en la actualidad continúa en la Prisión Provincial de Oviedo pendiente de la ejecución de sentencia”.

Entonces la máquina de la muerte volvió a engrasarse: Ángel fue llevado al paredón en solitario a las 7 de la mañana del día 3 de abril de 1941, cuando los fusilamientos ya eran escasos y las conmutaciones de la última pena aparecían como una posibilidad real. Tras el suyo, hubo otros cinco fusilamientos el simbólico 14 de abril, y luego se fueron espaciando hasta que el 15 de octubre de 1952 se cerró este siniestro capítulo en el cementerio de Oviedo.

Ángel San José Durán tenía 44 años en el momento de su muerte. Su viuda Eloína García Zamarreño quedó al cargo de los cinco hijos que sobrevivieron entre los ocho que tuvo el matrimonio y que en total les dieron diez nietos. Su destino fue muy diferente: Alfredo quiso rehacer su vida lejos de Mieres y emigró a Bélgica; Luis falleció en un accidente de automóvil; los otros tres fueron a su vez padres de algunos vecinos muy populares.

El cantante mierense Víctor Manuel es hijo de Jesús San José García; a su vez, Joaquín Uría, exalcalde de Morcín, lo es de Esperanza, y Carlos Barros, que como vimos más arriba, llevó esta tragedia al teatro, de Ana, la única de aquellos cinco hermanos que sigue con vida.

En el año 2012 se estrenó en la 50.ª edición del Festival Internacional de cine de Gijón el largometraje documental “21x12”, en el que se recogen testimonios sobre la muerte de algunos de los fusilados por el franquismo cuyos cuerpos descansan en la fosa común de Oviedo. La historia de Ángel Jesús San José Durán es de las más conmovedoras.

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