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Dando la lata

Ricardo V. Montoto

Baraka

“Fortuna” en árabe, un término aplicable a Pedro Sánchez

Cuentan que en la guerra de Marruecos el joven oficial Francisco Franco sobrevivió a accidentes, enfermedades y hasta a un balazo. De ahí que entre los combatientes rifeños adquiriera un aura de buena suerte que lo hacía más temible, la propia de un hombre con baraka, el término árabe para referirse a la fortuna.

Baraka tuvo también cuando le fue encomendada la neutralización de la revuelta de octubre de 1934 en Asturias, lo que incrementó su prestigio entre las clases política y militar. Y la baraka despejó el camino que le llevó a encabezar un golpe, ganar una guerra fratricida y mantenerse en el poder absoluto a lo largo de cuatro décadas.

Bien, pues a su manera, Pedro Sánchez es un hombre con baraka. Un tipo que hasta hace poco no destacó en nada, con un curriculum que mezcla realidad y ficción, aprovechó la crisis de liderazgo en su partido, sobrevivió a las dentelladas de los dinosaurios y desactivó la oposición interna. Y baraka demostró al ser capaz de engatusar al suficiente número de diputados para robarle la cartera al cariacontecido Rajoy y mudarse a la Moncloa.

Y de ahí hasta la actualidad, pandemia mediante, la baraka de Sánchez le permite hacer y deshacer a su antojo, utilizar sin limitación los bienes públicos –por lo que sus antecesores merecieron el ruidoso reproche general–, rodearse de una multitudinaria corte de acólitos y tomar decisiones que en otro tiempo hubieran lanzado a los españoles a las calles. Pero no, las banderas de los movilizadores de masas permanecen recogidas, el lobby de la comunicación ronronea y no saca las uñas -qué fueron los dos trajes de Camps en comparación con lo que hoy se trapichea– y la sociedad asume con total naturalidad engaños e incumplimientos.

El Presidente del Gobierno puede mentir sin temor a las consecuencias, algo que en el pasado no se toleraba tan fácilmente, nos dice que es blanco lo que vemos negro y promete no hacer lo que ya ha decidido que hará, consciente de que la falsedad no le pasa factura. Eso es baraka.

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