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Ángel Luis Rubio

Caminando por un Mieres vaciado

Propuestas para intentar reducir la sangría demográfica del concejo

Desde hace varias décadas Mieres viene sufriendo una profunda regresión socioeconómica y demográfica a la que nadie ha sido capaz de poner freno, pues las políticas que se vienen aplicando son más propias que las de un concejo en constante crecimiento que las de un municipio cuyos esfuerzos se deben dirigir hacia su desarrollo y recuperación en su conjunto.

Caminando por un Mieres vaciado

Es verdad que se han hecho inversiones tratando de buscar su dinamización, pero no es menos cierto que posiblemente no se hayan sabido enfocar del modo mas adecuado a las necesidades reales que tenemos y lejos de surtir el efecto deseado, lo único que se ha conseguido haya sido sembrar el desánimo entre los que habían puesto esperanzas en mejorar su situación. Partiendo de esta reflexión, es fácil entender que Mieres no ha sabido optimizar los recursos de los que dispone y lejos de buscar un adecuado aprovechamiento de estos, ha caído en una continua acumulación de errores sin pensar en la necesidad de orientarse hacia un nuevo modelo de gestión sobre el que asentar las bases que hayan de conducir al crecimiento y desarrollo que este concejo necesita si realmente se quiere recuperar la identidad perdida.

Quizá el error de planificación ha estado en la creencia de que la industria minero-metalúrgica iba a durar eternamente, así como el conglomerado de pymes que fueron surgiendo en torno al sector y bajo ese prisma, se priorizó el modelo industrial y cuanto a su alrededor se generaba, incluyendo el modelo urbanístico, sin tomar en consideración otras alternativas como las que podría aportar el medio rural a través de la actividad agroganadera.

Mieres en cambio, sucumbió a ese primer modelo y hoy está pagando las consecuencias de ese error, sin caer todavía en la cuenta, de que no se supo preservar, aprovechar y potenciar su sector primario, con vistas al desarrollo de éste desde el momento en que se dieron a conocer los planes de reconversión industrial mediada la década de los ochenta.

Las promesas efectuadas desde los diferentes organismos orientadas hacia la regeneración de las comarcas mineras a través de fondos mineros, hizo que casi sin darnos cuenta, se cayera en un estado de desidia que supuso el abandono progresivo de los pueblos y lugares de la zona rural, facilitando de ese modo la limitación, en algunos casos la paralización y olvido, de infraestructuras previstas desde los años setenta contempladas en el conocido “plan del hábitat minero”.

No se supo, por tanto, dar a la zona rural la importancia que realmente tiene y hoy, lo que podría haber sido una alternativa válida y generadora de riqueza al modelo industrial ya desaparecido, se encuentra en una vía muerta, sin planes que permitan un desarrollo progresivo y sostenible, pues el abandono en que se halla hará muy difícil y costosa su recuperación.

Una recuperación que debería pasar por: un adecuado modelo fiscal como por ejemplo la correcta aplicación el IBI rural. Corregir la actual brecha digital, algo que es necesario hoy en día si se quieren desarrollar proyectos basados en las nuevas tecnologías, desarrollar el teletrabajo y también como apoyo fundamental para la potenciación del turismo rural sin olvidarnos del uso cotidiano por parte del vecindario en general.

Es muy duro decirlo, pero Mieres se ha ido convirtiendo paulatinamente, gracias a esos errores, en un concejo inerte, donde la resiliencia se ha ido convirtiendo en dueña y señora de un pueblo que fue, todo hay que decirlo, modelo de crecimiento y laboriosidad, de integración social y laboral, del deporte, la cultura, la tradición etnográfica y oral, de la lucha en defensa de las libertades y del bienestar vecinal. En cambio, hoy todo eso es ya historia y de aquel Mieres tan solo van quedando unos vagos recuerdos.

Ahora es el INE o Sadei quienes se encargan de hacernos ver la triste realidad con la frialdad de unos números que nos muestran como de las 520 entidades de población con las que el municipio cuenta, 141 se encuentran vacías, lo que supone un 27,12% de despoblación lo que debe hacernos reflexionar sobre el tipo de políticas que se están desarrollando en la actualidad, no se puede decir como la primera autoridad municipal ha dicho, que la despoblación en el concejo se produce por la falta de ayuda de otras administraciones.

No y mil veces no. La despoblación de nuestro municipio crece día a día y seguirá aumentando cada vez más debido a la falta de incentivos que sirvan para dinamizar la creación de empleo, favorecer la reducción fiscal, aprovechar recursos propios y ajenos para que nuestro crecimiento genere además el asentamiento y la fijación de población, algo que ahora mismo no está sucediendo.

Diríase que Mieres tiene verdaderos recursos, pero no tiene capacidad política para desarrollarlos de un modo adecuado y a los hechos me remito, porque es muy concreto y abarca todos los campos en los que debe intervenir la administración. Me refiero al documento elaborado en su momento por el Foro Cívico de Medio Ambiente con la participación del CeCodet.

En este documento, se dan las pautas a seguir para lograr un concejo equilibrado en todos los campos y curiosamente parece estar dormido en algún rincón del consistorio, ignorado por todos y dejando pasar un tiempo precioso en el que su aplicación es mas que necesaria ya que sus objetivos están en la línea de lo que debe ser una adecuada gestión tanto en el aspecto urbano como rural y por supuesto, medioambiental, pero a los que se les está haciendo caso omiso.

Caminamos por un Mieres vaciado. Sus calles, adornadas con carteles de “Se Vende” o “Se Alquila”, nos dan a entender que algo no marcha bien y alguien debería poner remedio a ello. Es verdad que la crisis económica que padecemos hace que estas situaciones sean vistas como algo ¿normal? No. Pero esa es la triste excusa, la respuesta fácil a la que se recurre cuando no existen argumentos que puedan mantenerse mientras en ese caminar nuestro, vemos incrementarse las ofertas de ventas y/o alquileres, la marcha del vecino, del amigo, del familiar que busca en otro municipio un lugar donde la fiscalidad le permita gozar de cierta holgura, mientras recibe también unos servicios de calidad.

Y al igual que en lo urbano, también en lo rural sucede de la misma manera y así nos encontramos con pueblos ya vacíos mientras otros van camino de serlo más pronto que tarde, porque por falta de atención, caminos y carreteras hay, por donde no es fácil, mas bien imposible, transitar. Esta, no otra, es la realidad del Mieres vaciado hacia el que estamos yendo.

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