El presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla Roiz viajó a Pola de Laviana para saludar a su hermano del alma, su homólogo asturiano Adrián Barbón Rodríguez. Y en la capital del Alto Nalón hubo bullicio y salutaciones en este encuentro presidencial. Público alborotado en torno a la figura de Revilla y su anfitrión. Fue una fiesta dominical por partida doble, con feria de productos cántabros de exposición y venta. Las anchoas, los sobaos, las quesadas y los orujos se agotaron en un abrir y cerrar de ojos para frustración de la gente. No obstante, Revilla con su arte, delantal en ristre y su populismo, ofertó algunos bocartes bien limpios y con la sobadura adecuada para compensar la falta de género.

Hermano con hermano en un escenario apropiado, con un día espléndido y cielo intenso y azulado. Abrazos y fotos para satisfacción del personal y calificaciones dadivosas entre ambos políticos. El acto cumplió con el protocolo y la promoción se dejó sentir. Revilla se mostraba contento de conocer el pueblo de Barbón y su entonado paisaje y todo era buen momento y afecto.

El mediático político cántabro estaba en su salsa y habló por los codos con todo parroquiano y visitante. Barbón lo orientaba para situarlo en el contexto local. Y otra vez las anchoas que se esfumaron en un cerrar y abrir de ojos.

Revilla prometió organizar otra feria más representativa y con más existencias de la despensa gastronómica cántabra para que el público se fuera animado y con el gusto de los aires de Santoña y Castro Urdiales. Con este mandatario autonómico la política cercana tiene éxito y con sus parrafadas en la tele, sus gestos y sus anchoas perennes tiene al público ganado. Otra cuestión es la gestión diaria de una comunidad pequeña, con muchos problemas estructurales, demográficos y de infraestructuras, muy parecidos a nuestro Principado. Y Barbón, que domina la verborrea política, debería animarse a poner a Asturias en el mapa con lo más granado de estos lares y comenzar en clave culinaria y turística por los guisos del Alto Nalón, el parque natural de Redes y los bartolos de Laviana.

Pronto habrá una DOP de la anchoa cantábrica, una IGP para el cabritu con patatinos y la excelencia dulcera para el hojaldre de Laviana con sus pasteles genuinos y sus roscones de pascua. Lo importante es vender y Revilla y Barbón hicieron gala en ese encuentro dominical en la Pola, que el buen paño en el arca no se comercializa. Regionalismo y socialismo envuelto en abrazos, jolgorio y sabor a anchoa. En la próxima cita se verán los dos hermanos en Polaciones, ese reducto cántabro, patria chica de Revilla, entre montes, bosques, cocido montañés, albarcas, gaita y tonada.