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Carlos Cuesta

A contracorriente

Carlos Cuesta

Sanlúcar, en su momento

La ciudad gaditana es la capital española de la Gastronomía en 2022, y virtudes tiene para serlo

Esa estratégica población enganchada a las marismas del Guadalquivir en ese sur español de fandango y manzanilla vive su momento de euforia y placer sensorial. Todo en Sanlúcar de Barrameda tiene el gusto por lo tradicional, por lo moderno y por ser un enclave con el embrujo propio de saberse universal, disfrutadora y benévola.

Javier Vigil, «Lorito», barquero en Salúcar. | C. C.

Y en este año de gloria y celebraciones, este alfoz gaditano, marinero y enológico está en sus instantes de promoción y verdad. Esos 500 años de la circunnavegación terráquea de Elcano y Magallanes con salida y llegada al puerto de Bonanza, junto a la capitalidad española de la gastronomía, son hechos meridianos de una historia envuelta en gestas y sensaciones. Y en este territorio de estuario y puerto fluvial, próximo a Doñana, trabaja sin desmayo uno de los barqueros más populares de estos entornos. Javier "Lorito" Vigil Ibáñez trasiega y surca las aguas del río de la vida en una barcaza memorable con esfuerzo y entusiasmo. Su apellido de origen asturiano lo delata. Su padre se lo decía con frecuencia. Posiblemente sus antepasados buscaron cobijo y labor en la marinería, cuando los periplos al Nuevo Mundo eran frecuentes. En el tercer viaje de Colón a las Indias con partida de Sanlúcar participaron de esta hazaña trasatlántica algunos grumetes y marineros de las Asturias de Oviedo. Dicen los estudiosos de la conquista que procedían del concejo de Laviana en el Alto Nalón astur. Los apellidos marcan el devenir personal y ahí queda la huella patronímica de un tiempo pasado y heroico. Y Javier Lorito lo cuenta con satisfacción y aureola.

Y Sanlúcar está de festividad. Todo un año preñado de cultura, culinaria, proyección y mucha emoción para una pequeña ciudad que lo tiene casi todo para avanzar en un progreso imparable y convertir el turismo, bien entendido, en su marca de calidad. Su estilo de vida, su clima, su historia ducal, sus bodegas de manzanilla, su puerto pesquero, sus tabernas, sus carreras de caballos en la playa y su rica gastronomía con los langostinos domésticos, las tortillitas de camarón y sus papas aliñás, entre otras viandas de altura organoléptica, convierten a este reducto marismeño y fluvial en santo y seña de viejas y actuales evocaciones.

Fermín Hidalgo gerente de la legendaria firma manzanillera "La Gitana" lo enuncia cada dos por tres en sus orientaciones al público cuando venencia con maestría ese néctar tan local. Y es que Sanlúcar atrapa. Lo mencionan con frecuencia los pobladores del puerto de Veracruz en México, los llamados jarochos por ser historia y raíz del barrio sanluqueño de La Jara. Varios marineros que acompañaron a Hernán Cortés en la conquista de México, naturales de ese rincón andaluz, se quedaron en el poblado de Villarrica de la Vera Cruz dando nombre fundacional a este iniciático caserío. Remembranza, vida y sentimiento con trasfondo de Sanlúcar.

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