Opinión | De lo nuestro | Historias Heterodoxas

Severo Fernández, en el corazón del tango

El actor nacido en Mieres fue una de las figura de la edad de oro del cine argentino, donde coincidió con Carlos Gardel y Narciso Ibáñez Menta

Lumiton fue la primera productora de cine que se estableció en Argentina. En 1931 se construyeron sus estudios en Munro, un barrio del partido de Vicente López situado a 20 km del centro de Buenos Aires. Los historiadores cuentan que allí se estableció un método de trabajo peculiar: las películas debían concluirse en un mes y en ese tiempo los empleados estaban obligados a vivir en las instalaciones y no podían salir sin autorización de los productores.

En 1942, las cosas ya habían mejorado y el director Manuel Romero estaba rodando "Una luz en la ventana", que está considerada como la primera película argentina de terror. El protagonista era Narciso Ibáñez Menta, quien hacía el papel de un científico que sufría de acromegalia y para detener el crecimiento de su cabeza necesitaba matar a una joven y trasplantarse su glándula pituitaria. En un momento de descanso, Narciso estaba hablando de sus viajes con el actor secundario que hacía de chofer de la víctima y era conocido por sus intervenciones en películas de ambiente porteño y le hizo esta confesión: "Pues aquí donde me ves, yo nací en España en 1912, en un pueblo minero del norte llamado Sama de Langreo; fue accidental, porque la compañía de teatro de mis padres actuaba allí cuando mi madre se puso de parto, y…".

Severo Fernández, en el corazón del tango

Severo Fernández, en el corazón del tango / Alfonso Zapico

"No jodás, gallego, yo también soy de allá, de Mieres, en el valle de al lado", le interrumpió el otro. Y no mentía, aunque nadie lo podía suponer por su acento, su amor por el tango y su pasión por todo lo argentino. Se trataba de Severo Fernández (en realidad se llamaba Severino, pero todo el mundo lo conocía por su nombre artístico), y efectivamente, había nacido en Mieres el 10 de diciembre de 1898, aunque llevaba en Buenos Aires desde su adolescencia.

Narciso Ibáñez Menta y Severo Fernández volvieron a trabajar juntos aquel 1942 en "Historia de crímenes", también dirigida por Manuel Romero, quien –como veremos– fue un personaje imprescindible en la carrera del cómico mierense.

Por algún motivo, Severo siempre habló muy poco sobre su infancia y ahora resulta muy difícil completar su biografía, aunque todo indica que el motivo de su emigración no tuvo nada que ver con ningún conflicto político o laboral porque en la década de 1930 ya no estaba en Asturias y era un actor reconocido en los ambientes bonaerenses. Por otro lado, quienes han reseñado su andadura profesional, tampoco han hecho referencias a este periodo de su vida. Sin embargo, Severo Fernández por su origen es uno de los nuestros y ahora les voy a contar los datos que he podido recoger sobre él, porque creo que aquí es completamente desconocido y merece la pena reivindicarlo.

Nuestro paisano fue un actor muy conocido entre el público argentino por su facilidad para la comedia, que demostró tanto en los escenarios teatrales como en las películas que recrearon el ambiente de los barrios populares y el mundo del tango en una de las mejores épocas del cine argentino.

Se estrenó ante las cámaras con un pequeño papel para la película muda "El caballero de la rambla", filmada íntegramente en la primavera de 1924, en Mar del Plata, que dejó más huella por un accidente ocurrido durante el rodaje que por su calidad.

Y es que una de las tomas recogía una lucha cuerpo a cuerpo que debía concluir con la muerte de uno de los protagonistas tras despeñarse por unas rocas. Para rodar la caída, el actor fue sustituido por un muñeco, pero una mujer ajena al rodaje fue testigo de la escena ignorando lo que sucedía y se impresionó tanto que sufrió un paro cardíaco y falleció allí mismo. A pesar de contar con esta publicidad no buscada, "El caballero de la Rambla" se estrenó en febrero de 1925 y resultó un fracaso de público.

Después, ya encontramos a Severo establecido con su familia en Buenos Aires y trabajando, en 1928, en la Gran Compañía de Arte y Sátira del Teatro Sarmiento, para Luis Bayón Herrera y otros directores entre los que estuvo de nuevo Manuel Romero.

El escritor y artista plástico Antonio José González publicó el 22 de julio de 2010, en el diario de Avellaneda "La Ciudad", un artículo titulado "Un actor asturiano en nuestras calles" en el que recordó como el actor mierense vivió efectivamente en la zona de Dock Sud participando activamente en la vida vecinal de esa zona, que actualmente es tristemente conocida por los enfrentamientos entre las barras del Club Atlético San Telmo y del Club Sportivo Dock Sud, del que Severo Fernández fue un hincha confeso cuando estas cosas aún no se salían de madre.

Según este periodista de Avellaneda, "Carlos Gardel cruzaba el Puente Pueyrredón con frecuencia hacia la sede de Leales y Pampeanos, los comités de Alberto Barceló o las fondas y escenarios de la ciudad. En varios de esos días y noches, se encontraba con aquel actor, español de origen y habitual contertulio de los muchachos de Leales o del Teatro Roma. Alguna noche Carlitos cantó, en gesto muy gardeliano, para quienes no podían comprar la entrada para sus actuaciones y lo hizo frente a un reducido grupo de jóvenes en una salita cerca del teatro. Entre ellos, estaba el actor asturiano. Severo Fernández era su nombre y aún se le recuerda en los escenarios porteños o en la memoria de sus compañeros de los sets de filmación".

Parece que la amistad entre Gardel y Severo acabó fraguando, puesto que en 1931 el "zorzal criollo" lo hizo viajar con él junto al grupo de actores argentinos que llevó a los estudios de Joinville-le-Pont –el denominado Hollywood parisino– para rodar allí "Las luces de Buenos Aires", su primer largometraje sonoro. Una película que fue clave en la historia del tango al incluir el famoso "Tomo y obligo" que los espectadores obligaban a rebobinar y repetir varias veces en cada proyección.

Este no fue el único desplazamiento de Severo Fernández a Europa. En 1947, volvió a cruzar el océano y estuvo aquí de mayo a diciembre con el espectáculo "Argentinos en España" de la compañía de Francisco Lomuto que actuó en el Teatro Fontalba, en Parque Florida y en la sala de fiestas J´Hay de Madrid; y en el Teatro Español de Barcelona. Severo hacía el monólogo "Una voz argentina" e intervenía en el cuadro "Madre hay una sola".

La compañía hizo un largo periplo por las provincias peninsulares y hasta debutó en Tenerife, seguramente aprovechando el tirón por lo porteño que despertó aquel año la visita que hizo "Evita" Perón al general Franco. La primera dama argentina llegó en el mes de junio y realizó una gira política que acabó resultando muy incómoda para el régimen franquista tanto porque su personalidad eclipsaba a la del dictador, como por su defensa de los derechos de los trabajadores.

Severo Fernández creó su propio tipo combinando su raíz asturiana con un peculiar porteñismo que fue muy bien entendido por el público de Buenos Aires. Colaboró con los principales actores de su época, que solían alternar las tablas del teatro con las pantallas; estuvo en las compañías de César Ratti, Pepe Arias y –como ya hemos dicho– Manuel Romero, con quien también rodó "Jettatore" en 1938 o "Valentina", ya en 1950; pero sobre todo "El tango vuelve a París" junto al gran Aníbal Troilo "Pichuco" y Alberto Castillo que estaba en su mejor momento.

Les confieso que tengo debilidad por la interpretación de Castillo en este film de "Ninguna", que es para mí una de las mejores canciones de este género, con letra del poeta Homero Manzi: "Esta puerta se abrió para tu paso / Este piano tembló con tu canción / Esta mesa, este espejo y estos cuadros / guardan ecos del eco de tu voz".

El currículo cinematográfico de Severo Fernández se cerró con más de 30 películas y muchas anécdotas. En 1939, compartió cartelera en "Los pagarés de Mendieta" con Tito Lusiardo, amigo íntimo de Carlos Gardel y uno de los mejores bailarines de tango de la historia; en 1942, protagonizó "Sendas cruzadas" junto a Blanca Podestá, y, en 1951, coincidió en "El honorable inquilino" con Alberto Closas.

Cuando dejó las tablas, eligió para su retiro Lucila del Mar, una zona residencial de la costa a 358 km al sudeste de la ciudad de Buenos Aires. Allí mantienen sus descendientes un restaurante especializado en cazuela de mariscos: "Receta de mi abuelo Severo", según dijo en una entrevista Matías Severo Fernández Mejía, chef y propietario de un espacio gastronómico abierto en esta zona, recordando que este llegó desde Asturias con recetas de mar y espíritu precursor y fue fundador del Teatro Maipo, pionero en el teatro de revista y destacado actor en la edad de oro del cine argentino.

Severo Fernández falleció en Buenos Aires el 27 de octubre de 1961 a los 63 años de edad; hoy lo recordamos en Asturias.

Suscríbete para seguir leyendo