Opinión | Velando el fuego

javier garcía cellino

Punto y aparte

La necesidad de compartir la misma trinchera para que el fango no se siga extendiendo

Reconozco que el titular de esta columna iba a ser otro. Faltaban unos días para que Pedro Sánchez hiciera pública su decisión de continuar o no en su cargo, de modo que comencé a esbozar unas notas sobre un posible encabezamiento. "Contra los Espartanos" sería, en el supuesto de que el presidente anunciara su decisión de irse, un cambio de paradigma, en el sentido de que por fin habría dirigentes capaces de apostar por su vida privada, en determinadas circunstancias en las que la tensión se convierte en una despiadada galerna, frente al férreo patrón que domina el mapa político, formado, en su mayoría, por personas revestidas de acero y capaces de soportar cualquier tipo de presión. Por ello, pensaba, un tanto ingenuamente, que esta vez la batalla de Las Termópilas podría tener un signo distinto, pero no hay dudas de que me equivoqué.

Y puesto a seguir con los titulares, vuelvo a reconocer que este de hoy no me pertenece, pues fue amasado en la lumbre del secretario regional de Comisiones Obreras de Asturias, José Manuel Zapico, excelente compañero en el Ayuntamiento de Caso, amigo noble y honesto dirigente en el desempeño de su cargo en defensa de los trabajadores. "Zapi", como así lo denominamos, dijo en una entrevista recogida por LA NUEVA ESPAÑA, que "la decisión de Sánchez es una buena noticia en tanto y cuando nadie debería dimitir ni abandonar su responsabilidad política por nada que fuese ajeno a esa actividad política o al mandato democrático de la ciudadanía". De modo que hice mío su comentario y no tardé en subir ese signo ortográfico de puntuación a la cabecera de esta columna.

Toca, pues, arrimar el hombro en unos momentos en los que la máquina del fango se encuentra a pleno rendimiento y donde la verdad se mide por decibelios de infundios cada vez más despiadados. Que el ejercicio de la política no es un paseo por las calles de una ONG de todos es sabido, pero de ahí a que cada metro cuadrado de adoquines esté relleno de pus hay una distancia muy grande.

Quedan por rellenar muchos espacios en blanco. Lo que no será nada fácil, precisamente. Se necesitará mucha voluntad política y mucho coraje para emprender acciones que, en algunos casos, afectarán a algunas de las piedras angulares del sistema. Me refiero, entre otras asignaturas pendientes, a la renovación del Consejo General del Poder Judicial. Si bien, en todo caso, la mejor forma de administrar esos espejos rotos que tanto daño hacen a la vida pública es ser fieles a la memoria. Y recordar que aunque esta sea selectiva, a la postre de nada servirá si todos se empeñan en cultivarla en su huerto particular. Me refiero a los ataques furibundos que sufren y sufrieron otros líderes de otras fuerzas políticas. Y sin duda que el mejor ejemplo ha sido el de Podemos, y más en concreto, el perpetrado contra Pablo Iglesias e Irene Montero. Véase, entre otros muchos análisis, la sección de Opinión de El País de 16 de diciembre de 2023: "Persecución a Podemos", donde se recoge que "ha sido la formación política que más ha sufrido la persecución policial y judicial en la reciente etapa democrática, sin que nadie haya asumido responsabilidades por ello".

Es necesario que todos los que ocupan, aunque sea de forma temporal, un puesto en la fundamental batalla de voces y relatos, entiendan la necesidad de compartir la misma trinchera. De lo contrario, el fango irá creciendo tanto que llegará un día donde ya no quede ni la posibilidad de echarlo fuera. Estamos hablando, nada menos, que de la perversión de la democracia.

Suscríbete para seguir leyendo