Opinión | Velando el fuego

Cajas de Resistencia

El ciclo mierense sobre obras culturales censuradas

La flor de la solidaridad crece en un tejido de ayuda mutua, en un orgulloso cálamo esculpido entre alianzas que se necesitan. A modo de proximidad, podríamos concluir que se trata de una obertura amorosa, un acto de fe entre iguales que, por lo común, acostumbra a dar felices resultados.

Entre otros escenarios, esa planta solidaria muestra su pujanza en el mundo laboral. Todos hemos oído hablar de esa institución temporal basada en el apoyo mutuo, que sirve para aliviar la situación económica de los trabajadores a causa de conflictos que, en ocasiones, se alargan durante mucho tiempo.

Y dado que esa hermosa flor tiene un tallo muy alargado, otras veces sirve para unir historias en las que es necesario trenzar un frente común frente a tantos brotes ignominiosos como crecen cada día.

Cierto es que la cultura es arte; pero no es menos verdad que, sobre todo, cada representación artística ha de ir acompañada por un aire de libertad. De ahí que el Ayuntamiento de Mieres se haya declarado "territorio libre de censura" y, en consecuencia, haya puesto en pie una magnífica iniciativa: "Caja de Resistencia", para "impulsar la solidaridad, garantizar la libertad y apoyar a las trabajadoras y trabajadores de la cultura que son castigados por algunos gobiernos", según palabras de Rocío Antela, concejala de Cultura y coordinadora del Área de Servicios a la Ciudadanía.

Hasta la fecha, han sido varios los actos en los que esta iniciativa ha ido cosechando éxitos: entre otros, el drama teatral de Pedro Luis López Bellot, que aborda la deshumanización del ser y que fue censurado en Talayuela (Cáceres); "Orlando", de Virginia Wolf, censurada en Valdemorillo (Madrid), o "Mar", visión de unos niños que no lo han visto nunca, tachada en Briviesca (Burgos)... Y continuando en esta línea de defensa de los derechos básicos, dentro de este ciclo cultural, el día 6 de junio intervendrá en Mieres, acompañada por Ricardo Menéndez Salmón, la escritora palestina Adania Shibli, premiada en la Feria del libro de Frankfurt, una de las más importantes del mundo, por su obra "Un detalle menor" (publicada en la editorial asturiana "Hoja de lata"); pero a la que después la propia Feria le suspendió la entrega del galardón aduciendo razones debidas a la guerra de Israel.

Y como quiera que el tallo largo de la solidaridad ha de extenderse por todas partes, es preciso mencionar los ataques sufridos por Javier Arjona, un digno defensor desde siempre de los pueblos oprimidos, y que en esta ocasión, como militante de "Asturies con Palestina", recibió una contundente amenaza por correo (una carta en hebreo) del Movimiento Pro Israelí Español. Conocedores de dónde vive, de la matrícula de su coche, de quién es su compañera, no tuvieron reparos en obsequiarle con una inequívoca y sombría amenaza: "Contra ti a tus bienes y a tu familia, ojo por ojo como dice La Torá".

No hay duda de que la masacre palestina significa un agujero negro en la conciencia de las grandes potencias, empeñadas, en su mayoría, o bien en ponerse cera en los oídos o en buscar excusas para justificar los hechos. Hace pocos días, en una entrevista radiofónica, una de las intervinientes proyectó su mirada sobre un escenario confuso y repleto de intereses económicos. Más o menos estas fueron sus palabras: "No puede decirse que haya una guerra, pues este nombre solo puede darse cuando son dos los ejércitos que se enfrentan. Y en este caso solo hay un ejército en combate, que es el que ha causado más de 35.000 muertos, de entre ellos 15.000 niños. En honor a la verdad –finalizó– lo que existe en estos momentos es un genocidio".

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