Cuando la enfermedad del cuerpo llega del alma

Bajo el signo de Marte conmocionó a legiones de lectores cuando salió al mercado en 1977. En esencia, la historia del libro viene a ser más o menos como sigue. El joven Fritz Angst, de la mejor burguesía de Zúrich, es diagnosticado de un linfoma que acabará siéndole fatal a los 32 años. En los últimos meses de su vida, convencido de que el origen de su enfermedad está en su alma, en su retraída educación, hecha de fingimientos y tabúes, compone estas páginas demoledoras de memorias, en las que pasa revista a los modos de comportarse que le inculcó su familia.

Angst, que en alemán quiere decir «angustia» o «miedo», empezó por cambiar su apellido por un Zorn que ha de traducirse como «ira» o «cólera». Y ya provisto de esa nueva coraza, se dedicó a explicar los entresijos de un mundo en el que cuando algo era considerado problemático quedaba eliminado de un plumazo; en el que no convenía opinar hasta no estar seguro de no crear un conflicto y en el que la expresión «ése es un asunto complejo» permitía diferir sine díe cualquier decisión desagradable. Anagrama rescata ahora este texto en su colección Otra Vuelta de Tuerca, enriquecido por las críticas que en su día escribieron sobre él Rafael Conte, Félix de Azúa y Manuel Rodríguez Rivero.

Buscando otra metafísica

El nombre del estadounidense Robert Pirsig (1928) resultará familiar a los lectores de ese peculiar tratado filosófico que lleva por título Zen y el arte del mantenimiento de la motocicleta. Pirsig, que estudió filosofía occidental y oriental, química y periodismo, tiene una facilidad asombrosa para mirar las cosas a la cara y despojarlas del manto de engaño que conlleva su aspecto familiar. Pero también tiene aprendido el arte de contar historias. De ahí que cuando Fedro, a quien ya conocemos de Zen..., deja subir a su barco a Lila, una agotadora travesía física y metafísica llama a la puerta.