La imagen conduce al momento. De paso permite revisar determinadas etapas de forma veloz a la que vez que contundente. Con una buena colección nada se le escapa al observador. Y al menos lo esencial de los años ochenta españoles, con especial protagonismo de la «movida», ese fenómeno cultural (muy musical) surgido en Madrid en esa década, está muy registrado en las imágenes que la periodista Mariví Ibarrola incluye en el libro Yo disparé en los 80. Imágenes y pies de foto escritos por gentes ligadas a aquellos momentos tan efervescentes de la escena española. Y, claro, hay su dosis de asturianos o vínculos con Asturias paseando por esa historia madrileña del Rock-Ola, La Vía Láctea o la sala Sol.

La portada del disco es la foto de Poch, con su casco, que estuvo a finales de los ochenta alternando por el Factory de Oviedo (hoy Tribeca), una de las salas entonces donde bullían la vanguardia asturiana y del resto del país. Poch estuvo programando aún algunas sesiones y moviéndose con la escena regional. Un tipo inteligente que ya lo había hecho todo cuando aparcó en Oviedo: desde Ejecutivos Agresivos hasta Derribos Arias. Por aquí se dejó caer un tiempo Monty, uno de los gestores de La Vía Láctea, detalle que apunta un Aviador Dro.

Un protagonista asturiano especialísimo y queridísimo, Nacho Martínez, aparece en una foto tomada durante el rodaje de Matador, el filme de Almodóvar. El texto de Ignacio Martínez Navia-Osorio es de Casimiro Torreiro. Que define con alta sensibilidad la mala pasada que la vida le hizo al actor asturiano: «? La cámara de Mariví le inmortalizó, como al pasar, y en su mirada más que una vida artística abierta vemos, inexorable, un futuro prematuramente clausurado», dice Torreiro.

«A Nacho Martínez no lo conocí personalmente, era muy buen actor. Entonces superaba a Banderas. De hecho, en esa película Banderas no era nadie, era un secundario. Sin embargo, Nacho ya tenía su carrera por detrás. Ahora sería un genio, un actor de la talla de Bardem o el propio Banderas, sería uno de los grandes». Lo dice Ibarrola, que captó ése y tantos momentos con su Nikkormat, y explica cómo lo retrató: «La foto es el rodaje de "Matador" en los alrededores de Madrid, creo que en Valdemorillo o una de estas plazas antiguas. Estaban rodando y me colé. Luego salió en un reportaje de una revista gallega de la época», puntualiza la fotógrafa, que actualmente ejerce de profesora asociada de la Universidad Carlos III de Madrid, entre otras actividades profesionales. En la relación de sus instantáneas no faltan iconos absolutos y referencias indispensables, como Altolaguirre, RIP, Nacha Pop, Radio Futura, Los Secretos, la visita de Warhol («amadrinado» por Pitita Ridruejo), que aparece en la instantánea tomada presentando, en la galería Vijande de Madrid, en 1983, su exposición de pistolas. Nombres indispensables como los de Ana Curra, Alaska o Eduardo Benavente, La Mondragón, Mecano y Aviador Dro... Y por ahí estaba José Antonio Gómez, pareja de la asturiana de Turón Ana González (en el mundillo «Ana Dro»), una de las clásicas del sello discográfico surgido al calor de esta intensa actividad. Ana Dro había sido mánager de Desechables. José Antonio Gómez fue «Aviador Dro» y, al margen de esa circunstancia, colabora en «Yo disparé en los 80», con un texto sobre el grupo de aire country La Frontera. Gómez sigue muy ligado a la música y aprovecha la evocación de «La Frontera», la banda liderada por Javier Andreu, para revisar ciertos momentos: «Conocí a Javier en 1983?, venía a despedir a su novia que viajaba con nosotros ("Aviador Dro"), se le notaba la cara de envidia, nosotros de bolo con su novia y él?.», describe el Aviador.

También hace su aportación Willy Vijande, el que fuera batista de Ilegales, que se acuerda de la irreverencia y creatividad de Derribos Arias y Glutamato Yeyé. Cuenta el «Ilegal» que a su memoria viene un concierto de Poch en Rock-Ola en 1983 en el que comenzó con una «preciosa Les Paul prestada por Carlos Berlanga y terminó el concierto con una sola cuerda», escribe. Y ya que Vijande trae a Poch de nuevo, Ibarrola, en su charla con LA NUEVA ESPAÑA, cuenta una anécdota que da fe de su excentricidad y genialidad: Poch echaba una «gotita de Fairy a la sopa», rememora con cariño la autora del libro, a la vez que incide en la extraordinaria inteligencia de este músico de Donosti que aparcó su carrera de Medicina por su inquietud artística.

Hay alguien muy de la «movida», Paloma Chamorro (al menos tiene su simbolismo de aquel tiempo), que no quiso colaborar en el libro, cuenta la autora. Con los conciertos de la «Edad de oro», el programa de TVE de Chamorro, se daban varias circunstancias favorables: se podía ver lo último de otras escenas mundiales, era de conciertos semigratis y «te daban un bocadillo. Hice alguna foto de aquellas sesiones», precisa Ibarrola. Hay un importante hueco en las imágenes de «Yo disparé en los 80» para otros fenómenos de la «movida» y de fuera de la «movida». Personas vinculadas a tope, como Luz Divina, que ahí sigue con sus empresas y programas en Radio Nacional de España. Dice Rafa Cervera, que escribe el pie, que Luz Divina tendría que tener un monumento. Y efectivamente Luz Divina siempre estuvo ahí. Y ahí sigue. Estando, en fin, «en el lugar que suceden las cosas», como se describe en el texto de Cervera. Incluso la propia Ibarrola aparece con la pizarra tras de sí, y muy joven, en la Escuela de Caminos. Y Caminos fue tan templo de la «movida» como los clubes citados.