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música

La revolución del piano

En la última década se ha producido un vuelco con la irrupción de nuevos intérpretes

Habitualmente los recitales de piano suelen verse como algo minoritario frente a los conciertos de grandes orquestas que se mueven en los circuitos. El recital busca una atmósfera más íntima, una conexión entre el intérprete y el público que no siempre se consigue en los espacios de mayor capacidad. Por poner un ejemplo cercano, en las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" concebidas como un ciclo que explora todas las posibilidades del instrumento -desde el recital al piano con orquesta, pasando por el lied o el formato camerístico-, salvo excepciones, la asistencia es menor cuando se programa un recital a cuando el solista acude acompañado de una agrupación sinfónica.

Sin embargo, todo esto está cambiando. A los nombres consagrados, Zimerman, Pires o Sokolov, entre otros, les van tomando el relevo nuevas generaciones, una enorme cantidad de jóvenes intérpretes que están revolucionando el concepto de pianista clásico y que liderarán el mercado en el siglo XXI. Hasta ahora los músicos más destacados tenían sus seguidores circunscritos al ámbito clásico, pero de manera reciente algunos nuevos valores han dado la vuelta a un panorama muy estereotipado y se han convertido en ídolos de masas. Quizá el ejemplo paradigmático sea al chino Lang Lang, un auténtico icono en su país natal, que ha impulsado a millones de chinos a estudiar piano siguiendo su estela. Su fama está a la altura de las estrellas del pop y sus conciertos son multitudinarios en todo el mundo. Además, trabaja muy bien con las nuevas tecnologías e impulsa proyectos que van más allá de la mera gira de recitales con numerosos actos paralelos en los que implica a buena parte de su legión de fans.

Otra compatriota suya, Yuja Wang, que hace unas semanas estuvo en Oviedo, también está al quite de Facebook y Twitter, y en sus conciertos la imagen tiene un peso muy importante. Ambos son pianistas magníficos que abordan un repertorio virtuoso, trabajando con las orquestas más relevantes y niveles de exigencia máximos. Uno no quita lo otro. Cualquiera que acudiese al concierto de Wang en Oviedo quedaría asombrado con la cola que se formó para que firmase discos y hacerse fotos con ella. Además, la media de edad de los fans no llegaba, ni de lejos, a los treinta años. Un fenómeno similar sucede, en la dirección de orquesta, con Gustavo Dudamel. Lo asombroso es que el universo pianístico esté generando este nuevo tipo de enfoque, tan rutilante y alejado de los cánones tradicionales. Junto a ellos, hay otros a menor escala que luchan por un reconocimiento mayoritario, rompiendo los cauces habituales y que pueden formar una nueva generación de oro a medio plazo. Entienden que necesitan llegar al gran público con todas las armas a su alcance y, a ellos, les funciona esta táctica. Ahora la clave reside en que todo ese nuevo asistente no se quede en una mera anécdota, sino que, con el tiempo, acabe siendo una presencia estable en las programaciones.

Estoy convencido que la fórmula de los tres tenores que actuaban para miles de personas acabó acercando nuevo público a la ópera. Este fenómeno también se puede producir en las salas de conciertos. No hay duda de que estamos ante un cambio de modelo y las iniciativas que vayan en la línea de renovar han de ser estudiadas y analizadas con sumo cuidado. Todo suma.

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