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Silencio roto

Brendan Kiely planta cara a los abusos sexuales en la Iglesia

Brendan Kiely ha colaborado con diferentes revistas y publicaciones, ésta es su primera novela, una historia que en palabras del autor: "Habla de secretos, de valentía y de amistad. [ ?] Quería escribir una historia de David contra Goliat, que honrara a los que son lo bastante valientes como para hablar contra el poder de la jerarquía eclesiástica". Me atrevería a añadir: contra el poder de una sociedad que impone el silencio como norma o que decide mirar hacia otro lado para no ver nada. Una sociedad que protege el daño, a quien daña, pero no a la víctima que ha de encontrar refugio y someterse al juicio público en vez de ser el verdugo quien afronte su condena. Cabe preguntarse en este caso cuál es el poder real de un niño o niña ante situaciones como éstas.

Un adolescente se inicia en su vida adulta, los primeros encuentros y amistades, fiestas, lugares donde poder ejercer una identidad propia más allá de la casa paterna. La separación de los padres aumenta la confusión del momento, todo parece desmoronarse alrededor del protagonista, Aidan. Sólo una persona parece comprenderle y estar a su lado: el padre Greg. Éste aplica un lento adoctrinamiento sobre el joven en el que la palabra amor se identifica con sometimiento. Esta técnica básica de abuso de poder (también sexual en este caso) anula a la víctima. Se instala una severa confusión de términos y significados que establece una pauta errónea de comportamiento, placer y sentido. Algo ya roto para siempre ("De pronto me di cuenta de que no entendía el deseo, ni sabía utilizarlo para entablar un diálogo físico. Comprendí que no sabía expresarme con el tacto, ni escuchar con el cuerpo a la otra persona y responderle. Sólo sabía ser el objeto de deseo y hacer en cada momento lo que me pidieran"). Esta situación termina cuando otro joven decide romper el silencio establecido. La vida de Aidan se desmorona entonces por completo.

El autor señala en la nota de agradecimientos final: "Ante todo, hay niños y familias reales que han padecido historias similares, y tengo la esperanza de que esta novela sirva como homenaje a la valentía, la dignidad y la profunda humanidad de los que aún están buscando una voz para compartir sus experiencias y de los que han tenido la valentía de hablar sobre el alcance y la devastación de los abusos y del sistema que los permitió y los protegió". Y quizá ésta sea la clave fundamental del libro, más allá del escalofriante relato que nos encontramos, lograr volver la vista sobre los hechos y tomar una mayor consciencia de este horror que se convierte en parte de la vida de muchos y muchas niños y niñas, establecer los cauces o vías para que el silencio no proteja al agresor, romper dicho silencio: "Porque si no lo sabía nadie, entonces no había pasado nada". La cita inicial del libro de Kierkegaard nos ofrece alguna pista: "La cuestión no es qué debo creer, sino qué debo hacer".

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