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El piano en todas sus manifestaciones

La mezcla que enriquece las Jornadas "Luis Iberni", a punto de cumplir veinticinco años

El piano en todas sus manifestaciones

La próxima temporada las Jornadas de Piano "Luis G. Iberni" cumplirán veinticinco años. En 1992 su fundador ideó un ciclo en torno al piano que buscaba ir más allá de las tradicionales series de recitales de piano tan abundantes, por otra parte, en el resto de Europa. Organizado por la Fundación de Cultura del Ayuntamiento de Oviedo, con la colaboración de la Universidad y LA NUEVA ESPAÑA, arrancó un festival que se celebraba en un marco temporal reducido, encajado en los primeros meses del año.

Con la apertura del Auditorio Príncipe Felipe, las Jornadas crecieron y pasaron a ser una temporada estable, tal y como Luis había previsto desde el inicio. Él sabía que limitar a un mes el festival cercenaba las posibilidades de contar con un mayor número de solistas debido a la dura competencia del calendario internacional en el cual España sigue sin ser una prioridad en las giras. Tomando como ejemplo las Jornadas ovetenses nacieron en nuestro país numerosos festivales pianísticos, algunos de las cuales ya no existen, mientras que otros se mantienen de forma irregular, con altibajos continuos. Las Jornadas ahí siguen con su propuesta anual. Ahora tengo el inmenso honor de dirigirlas, de haber tomado el testigo de Luis, y la responsabilidad de que una propuesta artística que tiene al mundo del piano en el centro continúe siendo significativa y aporte a la sociedad a la que presta su servicio cultural.

A veces leo comentarios de que tal o cual concierto "no encaja en la Jornadas", incluso el otro día, después de una actuación en la que un pianista y compositor interpretaba su propia obra escuché de pasada a la salida afirmar que se "estaba perdiendo el espíritu de las Jornadas" (sic). Y, como tengo por costumbre leer y atender a todas las opiniones y reflexionar acerca de ellas para mejorar en los aciertos y corregir los errores, pensé si, en verdad, las Jornadas estaban abandonando sus "esencias inmutables" o si la propia modificación vital del mundo del piano y del propio ciclo hacía que no todo el mundo fuese acompasado al mismo ritmo. Entonces alguien me recordó una frase que decía Luis G. Iberni, que algo sabría de ese supuesto "espíritu" del ciclo, al ser su fundador, "cuando oigo decir que un concierto no encaja en las Jornadas, me doy cuenta de que vamos por el buen camino". Y es que la idea original era, y así se mantiene, tan sencilla como abierta y, a la vez, ambiciosa. Se trataba, y se trata, de que el universo del piano esté presente en sus más diversas manifestaciones: el recital, sí, pero también el piano con orquesta, la música de cámara, el lied, y cualquier otra fórmula en la que la presencia del instrumento sea sustancial, tratando de abrir límites sin miedo, con riesgo a equivocarse, pero con valentía.

La temporada 2016-17, con esos veinticinco años de historia, seguro que será buen momento de hacer un balance y también para pensar en el futuro del ciclo, en los nuevos retos que ha de asumir, teniendo como horizonte la diversidad y la excelencia interpretativa de sus propuestas. Por eso el esfuerzo, no sólo está en contar con los mejores pianistas, sino que también formaciones orquestales y maestros sean de primer nivel. De nada sirve tratar de encarrilar el arte por una vía estrecha. Ese planteamiento sería como firmar una sentencia de muerte. Por el contrario, atraer y mezclar enriquece. En apenas un mes, un pianista chino, Lang Lang, tiene previsto ofrecer un recital en las Jornadas, que a día de hoy, con las entradas actualmente vendidas, va a ser el de mayor número de asistentes a la mismas. Habrá quien diga que eso va contra esas esencias alcanforadas, pero permítasenos dudar de tales asertos severos. Y es que como afirmaba Luis entusiasmado, hace ya unos cuantos años, en ese entonces jovencísimo intérprete está el futuro del piano. ¡Y de predicciones sabía bastante!

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