La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los feroces años setenta

José Carlos Llop novela un tiempo tumultuoso en Reyes de Alejandría

Con la mezcla del silencio de las calles en la noche, el estruendo de la música, la literatura descorazonadora y la camaradería salpicada de todo tipo de excesos, José Carlos Llop, (Palma de Mallorca, 1956), ha escrito Reyes de Alejandría, un retrato de los años 70 en primera persona y con mucha altura de miras.

Hay en Reyes de Alejandría una manera ágil de jugar con el tiempo en pos de una búsqueda muy literaria, como afirma su propio autor. "El tiempo es el argumento y es la materia. Es lo que tenemos y lo que nos hace y deshace a los hombres y a la literatura. Digamos que pertenezco, salvando las distancias, a la estirpe proustiana. Pero el tiempo en sí -perdido o no- está siempre. Piense en los Cuatro Cuartetos de Eliot, por ejemplo, o en su magistral estiramiento en La fiesta del Chivo, de Vargas Llosa. Por hablar de dos autores muy diferentes y nada proustianos".

Reyes de Alejandría acompasa la vida y la cultura, dos voces altisonantes que cantan en el mismo coro. "No sé si fue el tiempo o nosotros. Para mí sigue siéndolo un momento crucial, entonces se inauguraba todo y así lo quisimos algunos: ser poema y al mismo tiempo plantearse la vida como una sucesión de novelas o vislumbrar en ella la pintura y el arte y apurarlos o vivir la música como una religión. Así fueron mis años setenta- los míos y los de mis amigos- y así están en la novela", relata Llop.

Por el libro se entrecruzan la Mallorca con semilla hippy y la Barcelona cosmopolita, con París al fondo dibujando el horizonte. "París es un punto de vista y el lugar del recuento. Palma los orígenes y la metamorfosis. Y Barcelona la celebración, la libertad y la expulsión del paraíso. Nunca ha vuelto a ser Barcelona la ciudad que fue entonces. Y no estaba contada literariamente igual que está en mi novela".Frente a las patologías de la nostalgia, y sus enfermedades incurables a la hora de conformar la obra, José Carlos Llop sostiene que "no me gusta la nostalgia, lo digo a menudo, porque a menudo me preguntan por ella, confundiéndola con el uso literario de los recuerdos. La nostalgia no es creativa, es un jarabe demasiado dulzón y espeso. El distanciamiento -que en la novela existe- es París y es el tiempo, los años transcurridos y los años que ya tiene uno. Prudencia no creo que haya en sus páginas; al revés, creo que es el libro menos prudente de todos los que he publicado",

En aquellos años 70 el afluente primordial era la creatividad, sustentada sobre una pasión que contagiaba ganas de vivir."Era una creatividad en bruto- y hay que decir que a veces muy bruta- y entre los supervivientes hubo de todo. Pero la excesiva mercantilización del arte- en los 80 y los 90- contribuyó al hundimiento que ha venido después. Que Jeff Koons sea un símbolo artístico en nuestra época lo dice todo, creo. Los 80 frivolizaron demasiadas cosas serias y lo que ha venido después son tributos que seguimos pagando y no sé por cuánto tiempo. Aunque mejor no me haga mucho caso".

La escritura busca su espacio en medio de ese crisol de sensibilidades, aunque "no hay mitomamía. Al menos yo no lo veo por parte alguna. Es una forma de respirar y disfrutar lo vivido, enriqueciéndolo aún más. Y la literatura participa de eso también. Particularmente no entiendo la vida sin literatura. Soy de los que piensan que ambas cosas son lo mismo"

Multitud de canciones volátiles, abren y cierran el libro y sopesan la endereza del argumento. Muy presente está esa equiparación de la literatura a la vida sin cerrojazos, en la que tiene mucha presencia el poeta Ezra Pound."La música vertebra el libro. Es un libro con banda sonora. Pero volvemos a lo mismo: ¿sería comprensible mi vida sin Dylan, Cohen, Crosby, Still Nash & Young, Traffic y tantos y tantos otros? Estoy seguro que no. Como la de muchos otros. Tamboco escribiría como escribo sin ellos.. En cuanto a Pound encierra cierto paralelismo con la música pop-rock. La combinación de alta cultura y cultura popular, de tradición y vanguardia, de Oriente y Occidente... Li-Po y La Pavlova... Fue un poeta importante para algunos de mi generación- como lo fue y sigue siendo Eliot- y lo he rescatado de aquel tiempo, fijándolo en el". Los referentes culturales son, en ocasiones, sinónimos de la vida de las personas, como taxativamente expresa el escritor mallorquín: "Dicen mucho y no siempre bueno...". El escritor se desliza sobre la lámina fina de los recuerdos para apuntalar su trascendencia, aunque Llop no tiene claro el peso de esa memoria."No lo sé. Dependerá del escritor, supongo. Pero ayudar, ayudan. Otros roban los recuerdos de los demás. Hay de todo. Pienso que mi literatura es generosa, porque regala recuerdos a quienes los habían perdido; incluso a los que no los tuvieron nunca, se los regala", concluye.

Compartir el artículo

stats