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Tinta fresca

El largo adiós del ruido eterno

"Carne de Carnaval" ambienta con acierto una intriga de novela negra en la arrolladora fiesta gaditana

El Carnaval de Cádiz: palabras mayores. Un escenario espectacular para ambientar en él una novela negra. David Monthiel lo hace a conciencia. Su Carne de Carnaval se puede disfrutar como una intriga bien trazada y desarrollada con las dosis necesarias de misterio y sorpresa, repleta de personajes atractivos y trastiendas de lo más variado. Pero también propone un viaje al fondo de una gran fiesta en la que placeres y miserias se cruzan entre colores rabiosos, sudores fríos y pasiones bien calientes. El resultado es impecable: diálogos que "suenan" con una vibrante autenticidad en boca de un reparto sugerente y nada previsible.

La idea surgió de "dos conversaciones sobre el Carnaval de Cádiz -una en 2005 y otra en 2012-, en la que recuperé mucha memoria sentimental de los Concursos de Agrupaciones Carnavalescas, la exégesis sobre los repertorios, las polémicas, los hitos, los mitos, la fuerza de algunas letras para incrustarse en el cancionero popular. Escribí varios capítulos en los que un virtuoso guitarrista, un punteao de comparsa, aparecía muerto en la Caleta, una playa mítica para el imaginario carnavalesco. Un detective empobrecido, golfo, pícaro, que regresa del 'exilio' se iba a encargar de resolver el misterio". La novela se escribió "bajo la relectura constante de Manolo Vázquez Montalbán y de Enrique Dussel. Bebe de la novela negra mediterránea y pretende reflejar una ciudad que siempre ha sido cateta y moderna a la vez, llena de ilustrados burgueses y de majos. Madre del flamenco y de unos de los carnavales más complejos y creativos del mundo. Una fiesta que es una forma de vida. Una ciudad con mucha dignidad en la pobreza. La de la alegría en las fatiguitas, la de un desplante de bailaora en cada esquina. Un Manhattan blanco de azoteas desde las que se ven copas de araucarias".

En el desierto de las referencias literarias "me hallé en un contexto inédito en la narrativa andaluza. Tuve que salvar muchas dificultades: el falso debate del localismo y el costumbrismo. Y el del habla andaluza. Pero, ¿no había estado imitando localismos de otros lugares sin percatarme de su carácter de cosmovisión colonizada? Otro falso mito me aseguraba que la literatura era un oficio solitario. La que yo intento practicar inquiere y necesita de una comunidad que la reciba. Necesita del cara a cara de los lectores. Porque pretende que conozcan, valoren o hagan más suya aún la magna cultura de la Baja Andalucía, que dejen de remedar localismos de Chicago como zombies porque crean que son mejores o más interesantes". Es una novela bilingüe construida con una trama clásica del género negro "pero que investiga, con respeto y admiración, la mitografía del carnaval de Cádiz. Novela de capas, novela-cebolla, en la que se contemplan múltiples lecturas. El buceador que alcance la punta más profunda del iceberg y el que solo escarbe en el hielo que flota, se encontrarán con un sugerente paisaje y paisanaje que habita la vieja ciudad, que fundaron unos semitas, desde noviembre hasta el carnaval chiquito (el carnaval después del carnaval, el de los jartibles). Ensayos generales, fiestas gastronómicas, El Teatro Falla, los comparsistas, la calle, las peñas, los fanáticos. Pero también con problemas universales como el paro, la pobreza, la gentrificación, el arte y el negocio y los juguetes rotos del espectáculo". Que empiece la fiesta.

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