La Nueva España

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La pubertad

Toca varear colchones, repintar

un somier.

Dóciles hebras de lana, salpicaduras

de purpurina por el aire.

Al torso desnudo del muchacho

se fija una precaria eternidad de plata

que el sudor va lustrando

y el aguarrás disolverá.

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