Como la corza herida
te conocí, indefensa,
asediada de intrusos,
cortejada por guapos y rufianes.
Te busqué también en las buhardillas
de mugre y terciopelo
en los salones
donde pulcros banqueros subvencionan el orden:
y eras el frío de una tarde de niebla,
abigarrada imagen de playa enfurecida,
piedra oscura que emerge del relámpago.
Cazador melancólico huyendo de sí mismo,
Nunca supe encontrarte.