Hablar, repara, nos recordaba Camus, y en cierto modo hablar, expresarse, mostrar nuestros demonios, nos humaniza pero se convierte a su vez en una poderosa herramienta de curación del alma. Reflexionar sobre aquello que tememos, asumir los obstáculos como un reto y buscar en el propio instinto de supervivencia una salida a la oscuridad no siempre resulta fácil, más aún cuando la sombra de la depresión nos acecha o llega a incapacitarnos para todo leve movimiento, pensamiento o acción más allá de esta oscuridad que te amarra de pies y manos. Es probablemente la invisibilidad de ésta la que provoca más daño. Atreverse a hablar de algo que otros no ven ni intuyen ni pueden alcanzar a comprender exige superar tu propio valor y coraje. Ardua labor que encontramos en esta obra y estas palabras y recuerdos de Matt Haig, escritor británico que convierte su experiencia en cuaderno de bitácora, faro o ancla para quien sigue atrapado dentro.
No se propone realizar aquí un análisis minucioso y complejo de esta realidad, sino más bien busca una lectura fácil, un texto que respira pues eso intenta ofrecer, oasis, recursos, armas, tal y como encontramos en sus listas de elementos que favorecen un estado de ánimo más propicio: cosas que me ayudan. También los libros, la lectura de lo que otros y otras autoras han escrito sobre el mundo o su experiencia en la oscuridad, nombres como Virginia Woolf o Emily Dickinson. Poemas, frases y vidas en las que podemos sentirnos reflejados. Encontramos aquí no sólo razones para seguir viviendo sino también recursos para vivir y salir de la más absoluta oscuridad. "A lo largo de los años he descubierto que leer acerca de otras personas que han sufrido, han sobrevivido y han superado la desesperación ha sido un consuelo. Me ha dado esperanza. Ojalá este libro consiga lo mismo". Esa es la vocación última de esta obra y su misión primera.
El autor narra su propia experiencia y vivencias, nos explica la gravedad y el sufrimiento que implica, intenta proporcionar una mayor visibilidad. No podemos seguir mirando hacia otro lado: "La depresión es una enfermedad tan grave que provoca más suicidios que ninguna otra enfermedad. Sin embargo, la gente todavía no cree que la depresión sea en realidad algo tan serio. Si lo pensaran, no dirían las cosas que dicen". La ignorancia siempre ha sido la más valiente estupidez humana. Pero el mensaje es de esperanza, este perro negro que no te deja ver más allá de tu propio pensamiento no ofrece una visión real del futuro, es posible dejar atrás, renacer de nuevo, sobrevivir una y mil veces. Hablar y escuchar, insiste, comprender: "Donde hay diálogo hay esperanza". La depresión te obliga a escuchar y atender tu alma, una vez que comprendemos esta premisa, iniciamos el regreso hacia nosotros y nosotras mismas: "El tiempo lo cura. Hay luz al final del túnel, aunque no seamos capaces de verla. Y tras la tormenta siempre llega la calma. Las palabras, pueden liberarte".
