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Música

Una temporada en la frontera

El teatro Real apuesta por la nueva ópera sin renunciar al repertorio tradicional

Al teatro Real de Madrid le está sentado muy bien esta nueva etapa con Joan Matabosch al frente. El director artístico catalán está aplicando una receta similar a la que le llevó al éxito en su paso por el Liceo de Barcelona. A saber: la apuesta por el riesgo sin por ello tener que renunciar al repertorio tradicional. Y, sobre todo, que este último no se hace de cualquier manera: lo defienden grandes voces y las producciones están muy cuidadas y siempre se afronta desde una lectura contemporánea, en una sabia elección de los responsables escénicos y musicales de cada proyecto.

De este modo, la temporada recién presentada en Madrid aúna ambos ingredientes justo a los veinte años de la reinauguración del Real como teatro de ópera. De entrada hay dos propuestas, de estreno en España, y que serán dos hitos de la temporada: la impresionante Die soldaten de Bern Alois Zimmermann y Dead man walking de Jake Heggie, título estrenado en el año 2000 y que es una impactante reflexión sobre la pena de muerte y el poder redentor del amor. Además, se realizará el estreno absoluto de El pintor de Juan José Colomer, con libreto y dirección de Albert Boadella. No es casual la búsqueda de títulos tan infrecuentes alternados con el repertorio. Hay en la propuesta artística para el próximo curso una idea de borde en un intento de confrontar estilos y épocas históricas muy diferenciadas. Y para ello nada mejor que un director de escena que es el gran demiurgo de nuestro tiempo en el desarrollo de un concepto lírico nada acomodaticio y siempre desarrollado en una tensa línea de trabajo que plantea preguntas de manera constante, tanto en los nuevos títulos como en el repertorio más tradicional: Calixto Bieito. Será el gran protagonista del año con Die soldaten y con su naturalista y descarnada Carmen, una mirada al título de Bizet que ya tiene años de andadura, que ha cautivado a los grandes teatros de todo el mundo y aún sigue incomodando a parte de los espectadores.

Mozart llegará a través de uno de sus títulos más infrecuentes, Lucio Silla, con Ivor Bolton en el foso y Claus Guth en la escena y Britten estará presente con una de sus obras más interesantes, Gloriana. A medio camino entre el musical y la ópera concibió Kurt Weill Street Scene. Con puesta en escena de John Fulljanes tendrá lugar su estreno madrileño. Otras tres obras de repertorio se podrán ver en brillantes puestas en escena y con repartos de primera nivel: Lucia di Lammermoor, Aida y La bohème. Todas ellas tendrán numerosas funciones por su indudable peso en taquilla.

La ópera en concierto también tiene presencia destacada, con tres propuestas: La favorite de Donizetti, con el tenor Javier Camarena como estrella del elenco; Ariodante, de G. F. Haendel, con W. Christie y L es Arts Florissants y Thaïs de Massenet, que cubre la presencia anual de Plácido Domingo en la programación del teatro.

Pero no se agota con las funciones líricas la oferta del Real. La danza también va cogiendo protagonismo -aunque todavía en este apartado se puede mejorar y mucho- y en los conciertos y recitales se anuncian nombres como Jonas Kaufmann, Angela Gheorghiu, Patrizia Ciofi o Magdalena Kozená. Destaca también un concierto sinfónico extraordinario con la presencia de la Orquesta Filarmónica de Viena y Gustavo Dudamel al frente o un recital de piano a cargo de Lang Lang. Amplísimo es también el apartado didáctico y pedagógico. Entre sus propuestas hay una encabezada por el asturiano Aarón Zapico al frente de Forma Antiqva.

Programación, en fin, de calado que acerca al Real a la órbita de los teatros europeos de mayor prestigio. Un camino que se abre poco convencional y que obliga al espectador a no dar por sentado esos lugares tan confortables y tópicos con los que, demasiadas veces, se acude a un teatro lírico.

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