La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Música

Demonios en el jardín

Magnífica propuesta artística para el estreno español de "Bomarzo" en el Teatro Real

John Daszak, duque de Bomarzo, en una de las escenas de la obra. JAVIER DEL REAL

Manuel Mujica Láinez escribió una fascinante novela Bomarzo, en la que el duque de Bomarzo, Pier Francesco Orsini, y su jardín de grotescas figuras pétreas son los protagonistas de un fresco literario de intensidad arrebatadora. El propio escritor condensó su obra y la puso en bandeja de plata para uno de los grandes compositores hispanoamericanos del siglo XX, Alberto Ginastera que escribe una ópera fascinante en lo que sería su segunda incursión en el género; la primera, por cierto, tendría protagonismo asturiano, ya que el libreto de Don Rodrigo está firmado por el dramaturgo Alejandro Casona. Mujica Láinez condensa la acción para que esta sirva al propósito lírico con eficacia. La deformidad del duque, la violencia, la sexualidad ambigua, la trágica búsqueda de la inmortalidad, son ingredientes perfectos para una pócima teatral de altura. La redondea Ginastera con una partitura sensacional, en la que la acción fluye a través de unos vigorosos interludios orquestales en los que se muestra una soberbia arquitectura en la orquestación. Con un soporte tan vivaz, la acción no decae y se logra mantener la tensión narrativa con eficacia total. Medio siglo después de su estreno en Washington en 1967 -en aquel momento no se pudo realizar el previsto a continuación en el teatro Colón de Buenos Aires, al prohibirlo la dictadura militar argentina- llega a nuestro país y lo hace en una producción impecable del Real madrileño y de la Ópera de Ámsterdam.

La producción escénica de Pierre Audi es todo un alarde de eficacia narrativa, con elemento sucintos y un inteligente empleo de la luz y de la videocreación -esta última disciplina ha llegado al mundo de la ópera para quedarse-. La acción fluye en medio de un paisaje desolado, oscuro y desapacible. El recorrido dramatúrgico es esplendente, con riesgo y vigor en la exposición argumental que sirve a la obra sin reservas. Audi es uno de los grandes nombres de la escena internacional y, aquí también deja ver su talento sin reservas. Desde el foso encontró un cómplice de excepción. El titular de la Orquesta Nacional, David Afkham llevó en volandas a la orquesta titular del teatro en un trabajo sensacional de una partitura no precisamente sencilla de plasmar en toda su exigencia orquestal. Sobre la escena, un protagonista absoluto, el tenor británico John Daszak -ya había cantado de manera sensacional en Madrid, en Muerte en Venecia-. Magnífico Daszak, vocal y escénicamente, con manejo del castellano impecable y una capacidad para transmitir el personaje, arrolladora. Impecable también Nicola Beller Carbone como Julia Farnese. Cada intervención suya es un regalo para el espectador, por sus magníficas dotes actorales y por su musicalidad refinada, exquisita, y muy segura, especialmente, desde el punto de vista dramático la Diana Orsini de Hilary Summers. Todo el elenco cumplió con excelencia y el público aplaudió con ganas su esfuerzo y entrega. Los que aguantaron hasta el final porque, en el descanso, un número significativo del patio de butacas huyó despavorido. Quizá tuvieron pánico a que el duque les atrapase en sus obsesiones y quedar, por ello, petrificados para siempre.

Compartir el artículo

stats