La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

ÁNGEL DE LA CALLE | Novelista gráfico, acaba de publicar "Pinturas de guerra"

"'Pinturas de guerra' es una misiva de amor a la generación anterior a la mía"

"Una obra de largo aliento como ésta necesita maduración, ya hay demasiada sobreproducción de cómic"

Es un novelista gráfico, historietista, o como quieran llamar a los practicantes de ese complejo oficio que consiste en contar algo mediante dibujos y algunas palabras, capaz de ofrecer complejos escenarios históricos a través de personajes reales o ficticios que permanecen en nuestra retina sentimental para siempre. Ahí está Modotti, por ejemplo. Ángel de la Calle, salmantino de 1958 avecindado en Gijón desde niño, acaba de publicar Pinturas de guerra (Reino de Cordelia), otro de esos milagros del cómic español. Director de contenidos de la gijonesa Semana Negra (el origen de todas las demás) y autor de incursiones teóricas en los mundos de Hugo Pratt o de la singular serie Diarios de un festival, nos lleva en su última obra hacia el corazón mismo de algunos de los años más apasionantes del último medio siglo.

- Aunque es cierto que revisó su "Modotti" en 2011, la edición integral es de 2007. ¿Por qué le ha llevado una década embarcarse en una nueva historia?

-He hecho otras cosas en ese tiempo. Dos volúmenes de Diarios de festival, participé en un par de antologías importantes, Nuestra guerra civil y No a la guerra. Una obra de largo aliento como Pinturas de guerra necesita maduración. Ya hay demasiada sobreproducción en el cómic; para qué hacer más sólo por hacer.

- ¿Qué le ha interesado de esos años finales de los sesenta y los setenta del pasado siglo, el tiempo en el que transcurre "Pinturas de guerra"?

-Son los momentos más brillantes de la última mitad del siglo pasado en la creación. Florecen las artes, la literatura, los jóvenes se lanzan a la calle en las ciudades de todo el mundo. Es la cultura que más me interesa, quería contarla.

- Los setenta son los años de las terribles dictaduras del Cono Sur, con apoyo estadounidense. Y, al tiempo, son también los de una cierta recuperación del espíritu de las vanguardias culturales. Elige cruzar todos estos asuntos en París. ¿Por qué?

-Porque amo esa ciudad. De la luz y los metecos, de la cultura y la revolución, de la acogida y de la belleza. Y también de la dureza del exilio y el desarraigo.

- El personaje a través de cuya mirada se despliega ese mundo se llama nada casualmente Ángel de la Calle. ¿Por qué el recurso de la autoficción?

-En Modotti había autobiografía. Aquí autoficción, que no es lo mismo ni de lejos. Lo hice por implicarme. En momentos en que se duda de la ficción para contar la verdad, yo reivindico la ficción narrativa -como El lazarillo de Tormes, ya puestos- para contar la realidad de una época.

-¿Cuánto hay de homenaje en "Pinturas de guerra" a toda aquella generación de una izquierda soñadora y derrotada? Después, ya se sabe, vino la caída del Muro de Berlín, las llamadas "terceras vías", etcétera?

-Parafraseando a un escritor chileno, Pinturas de guerra es una misiva de amor a una generación, la anterior a la mía, que, como todos los jóvenes, salió a llevarse la vida por delante. Con el conocido resultado, porque las generaciones siempre terminan perdidas. ¡Porque anda, que la generación de los "yuppies" y los "brokers" acabó de fábula!

-Ángel de la Calle va a París en busca del mito de Jean Seberg, también fulminado. ¿Por qué eligió precisamente a esta actriz?

-Es que la adoré desde que la vi tratando de colocarle un "New Herald Tribune" al zote de Belmondo en los Campos Elíseos. Y cuando supe de su historia me dije, diablos es como Tina Modotti pero en los sesenta. Tengo que contarlo. ¡Me enamoro de mujeres 30 o 40 años mayores que yo y a las que nunca encontré!

-Por la obra desfilan desde Guy Debord al recién fallecido Juan Goytisolo. Está teñida además de unos colores muy cortazarianos. ¿Por qué esa mezcla de personajes reales con otros de ficción?

-Porque la novela, y por extensión la novela gráfica, se construye con personajes reales de mentira y con personajes de mentira que son muy reales. Pinturas de guerra también está llena de dibujos de obras de arte que son como citas en una novela. Adoro a Cortázar, y Rayuela es mi novela en español del pasado siglo. Debord y Goytisolo son productos de su tiempo que escribieron como dioses subidos a un alambre de funambulista.

-En las viñetas hay una constante atención al detalle. ¿El dibujo ha de ser siempre algo más que la apoyatura del texto, que en usted tiene también una importancia capital?

-El dibujo evita la descripción farragosa de la novela decimonónica, y además éste, el del cómic, es otro lenguaje. Mezcla la imagen fija y la palabra escrita. Y hace que el espacio de la página se transforme en tiempo y? ¡No me haga ponerme teórico!

-Hay quien ha pedido para usted el Premio Nacional de Cómic por "Pinturas de guerra". ¿No debieron dárselo ya por "Modotti"?

-Cuando Modotti fue publicado no existía el Premio Nacional de Cómic. Y no se lo hubiesen dado porque, además, eran unos tiempos muy aznaristas.

Compartir el artículo

stats