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La naturaleza en la prosa

El ovetense Marcelo García novela los desmanes del cambio climático

Marcelo García.

El protagonismo del adelantado cambio climático, que acaba por sumir al planeta en un cruel desastre, es el punto del iceberg de unas cartas de amor en los que, Demo, su protagonista, ajusta cuentas con el mundo y el maltrecho planeta. Dicho argumento sustenta Cartas amor después del ecocidio, la última novela de Marcelo García, (Oviedo, 1979), que le sirvió para obtener el Premio Vuela La Cometa. Un libro que cierra las puertas al aburrimiento y convierte las palabras en moléculas de vapor.

Marcelo García plantea la novela con significativos tintes ecológicos."El término más adecuado para definir el relato es el de "distopía", no obstante, el subgénero distópico se suele englobar en la ciencia-ficción. Si situáramos la novela en una balanza, el platillo de la "ciencia" pesaría mucho más que el de la "ficción" y todo ello es lo que más asusta... Todo lo que se narra está documentado, o bien ya ha sucedido o sucederá en un futuro a medio plazo si los humanos seguimos el mismo ritmo destructivo que estamos llevando a cabo sobre el planeta. El "Ecocidio" es un neologismo que podría definirse como "asesinato del ecosistema".

El escritor se decantó por componer la novela con cartas como eje estructural y un planteamiento vanguardista desde el orden de las páginas a las voces de los protagonistas. Explica que "el formato epistolar pretende ser una reelaboración de aquel género que estuvo en auge durante la Ilustración. Montesquieu en las Cartas persas o Cadalso en las Cartas Marruecas situaban a sus narradores en una cultura exótica que trataban de entender para describir epistolarmente a sus respectivos interlocutores occidentales. No obstante, mediante el contraste entre ambas culturas, la intención última de esos autores era la de introducir el análisis y la reflexión sobre la civilización propia. En este caso el viaje es en el tiempo y la "cultura exótica" es el Oviedo del 2050. Por otra parte, me siento cómodo con la estética literaria posmoderna. Me quedo con la rama del posmodernismo anglosajón que representan los autores de la "Generación X" ( Douglas Coupland, Bret Easton Ellis...). También, aunque un poco más rebajado, los de la "Next Generation" como Palahniuk; todos con Don Delillo como precedente, también me han influido J.G. Ballard y William Gibson".

En las cartas que componen el libro anidan la indignación y la rabia, pero también se cuela un poso de esperanza, como la historia de amor que le reporta cierta belleza y credibilidad. García afirma que "siempre me ha interesado el concepto de Obra abierta que planteaba Umberto Eco y trato de aplicarlo en todas mis novelas. En este libro en concreto, a través de dos niveles de lectura que conducen a marcos de interpretación diferentes. Uno de esos niveles, soterrado y subliminal durante la mayor parte de la trama, se hace explícito en el desenlace y es ahí donde se puede ver un rayo de esperanza que, no obstante, ha de pasar primero por una decidida toma de conciencia. La historia de amor facilita el salto alegórico sobre el que está construida la novela, más que bella es tóxica; otra metáfora de lo que está siendo la raza humana para el planeta", apunta.

La eterna lucha entre el bien y el mal, creación y destrucción, sujeta el argumento de Cartas de amor después del ecocidio,como ilustra una comparación entre Omar Jayam y Ben Laden. "Si tuviera que sintetizar en un solo sintagma de qué trata la novela diría que es una historia sobre locos y villanos. Nunca hay ni ha habido buenos o malos absolutos, quizá en las telenovelas, pero no en una civilización tan compleja como la que hemos parido en la que una mentira perfecta es exactamente lo mismo que una verdad absoluta", explica el autor.

La novela está recubierta de múltiples máximas científicas, recurriendo también a las citas literarias. La conexión del mundo de las letras con el de la ciencia está en la base de su escritura . "Antes definí la novela como distópica y en ese género los dos grandes referentes con 1984 de George Orwell y Un mundo feliz de Aldous Huxley. Construcciones literarias de sociedades disfuncionales; la primera desde un punto de vista sociopolítico y la segunda más cientifista. Uno de los aspectos que más me interesan es el borrado de las fronteras clásicas entre géneros, formatos y disciplinas. Las ciencias y las letras como dice uno de los mantras de la novela están vinculadas".

Tomando la frase remarcada de la novela "la historia de la humanidad se repite" es perceptible una pérdida de credibilidad en cambiar el mundo, según su autor:" Cuando en 2009 empecé a escribir la novela parecía que la conciencia colectiva al respecto del cambio climático comenzaba a despertarse. Luego el tsunami de la crisis económica lo barrió todo. La diferencia es que ésta ha sido plenamente instrumentalizada por los titiriteros que mueven el mundo. La verdadera crisis, la medioambiental está por llegar y será de veras incontrolable puesto que poco a poco el planeta se irá volviendo inhabitable. Lo paradójico es que los que mejor conocen el destino hacia el que nos conduce esta inercia suicida se están beneficiando del propio proceso; las grandes corporaciones- y en especial el lobby energético-que llevan décadas financiando investigaciones supuestamente científicas con las que poder rebatir lo evidente."

Estos tiempos en los que una nociva duda permanente parece apropiarse del mundo y la inestabilidad reina como una sombra inquieta, parecen ser patrimonio de teorías apocalípticas y de profecías arrojadas sobre el maremágnum de la confesión. Esa nebulosa contemporánea responde a lo que somos, en opinión de Marcelo García. "Estos pensamientos son inherentes a la propia naturaleza humana. La mía es una novela apocalíptica y profética que, a la vez, satiriza los apocalipsis y las profecías y que define el fin del mundo como una especie de obsesión freudiana del subconsciente de la Humanidad", sostiene el autor asturiano.

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