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Música

La OSPA en Covadonga

El excepcional concierto de la formación regional en el santuario

El fallecido violonchelista Juan Carlos Cadenas, a quien se dedicó el concierto.

Se va ya convirtiendo en una tradición que la Orquesta Sinfónica del Principado de Asturias (OSPA) ofrezca, en el arranque de temporada, un concierto en la basílica de Covadonga.

Es un evento cultural del mayor interés que, por desgracia, no cuenta con la difusión que merece el esfuerzo de realizar allí una actividad de esa entidad. El Principado debiera incidir en más canales publicitarios y redes cuando se apuesta por estos eventos singulares que no debieran quedar como algo secundario. La orquesta realiza un esencial trabajo de descentralización y es de justicia mayor atención en este ámbito.

Contra viento y marea la formación sinfónica sigue adelante, cada año, con su proyecto y, el concierto de este año, celebrado el pasado viernes, tuvo un hecho significativo y especial. Estaba dedicado a uno de los miembros de la misma, el violonchelista Juan Carlos Cadenas que había sido, en su niñez escolano. Por lo tanto era ese, sin duda, un sitio más que adecuado para ofrecer una velada musical a su memoria. El fallecimiento de Cadenas, gran músico y excepcional persona, ha hecho mella en sus compañeros, también en muchos de los seguidores de la orquesta. De ahí que su recuerdo esté muy vivo en la formación.

El carácter de un grupo artístico y humano con el de la OSPA lo da la calidad, en ambos aspectos, de sus integrantes, y esa energía acaba llegando al público, en forma de gran música, con enorme intensidad. Y, con emoción, esto ocurrió en Covadonga.

Dos sinfonías hermosas, La "número en 36 en do mayor, K 425, Linz" de W. A Mozart y la "número 4 en la mayor, op. 90, Italiana" de F. Mendelssohn fueron la expresión de una luz que nos acerca a un ideal creativo que hace que la música discurra por territorios que nos acercan a la belleza en estado puro, en esencia.

La sinfonía mozartiana se convertiría, con rapidez, en una de sus obras más populares de su autor y ensambla muy bien junto al viaje musical al que Mendelssohn nos invita en su Sinfonía Italiana de fuertes resonancias napolitanas y romanas.

Ambas obras tienen un brillo formal que la orquesta y su titular, el maestro Rossen Milanov, expresaron con especial acierto y dedicación. Una energía en el discurso sinfónico que puso al público en pie brindando grandes ovaciones a los músicos con el Himno de Asturias como epílogo. Una noche otoñal, en Covadonga, a la memoria de Cadenas, en un espacio singular y que, por su carácter simbólico, siempre da un valor añadido.

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