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David Ruiz, anatomía histórica de un pionero

"El movimiento obrero en Asturias", la obra que llevó un siglo de luchas sociales a la Universidad, cumple 50 años

David Ruiz, anatomía histórica de un pionero LUISMA MURIAS

Cuando David Ruiz llegó a Asturias en 1963 el aire todavía olía a dinamita. La de la revuelta obrera de 1934, ahogada en mares de sangre y sepultada por quince meses de guerra civil y un cuarto de siglo de dictadura, se había convertido en memorial de agravios subterráneo y prohibido. Pero la huelga minera de 1962 -la mayor desde el final de la guerra- y la represión desatada en tres meses de estado de excepción saturaban el ambiente. De hecho, en aquel 1963 Asturias no había recuperado la calma. Al fin y al cabo, la huelga del 62 inmortalizada por Picasso había abierto una espita que, con altibajos, no se cerraría hasta después de la muerte del dictador.

El historiador David Ruiz, cántabro de Susilla, una pequeña localidad cercana a La Lora burgalesa, había llegado a Asturias atraído por unas conmociones que dejaban concebir un próximo fin del franquismo. Al borde de los treinta años -también él era hijo del 34-, había pedido el traslado desde Algeciras, su primer destino como profesor numerario de Instituto, para acercarse a su terruño y, a la vez, acometer un proyecto que le rondaba desde sus últimos días de Universidad en Valladolid: investigar por qué, la II República, el régimen más democrático y reformador conocido en España, sufrió la insurrección armada de las organizaciones obreras de clase: el SOMA y la UGT socialistas, la anarcosindicalista CNT y el PCE. Sin saberlo, David Ruiz estaba a punto de emprender un camino que iba a estar jalonado por hitos de pionero.

Medio siglo después, se imponen algunas precisiones para entender el alcance de esa andadura. En primer lugar, el franquismo había decretado la defunción del movimiento obrero, amalgamado junto al resto de fuerzas republicanas bajo etiquetas como "rojos", "agentes de Moscú", "subversivos" o "conspiradores judeomasónicos". La dictadura había unificado a obreros y empresarios en un sindicato vertical y había proclamado que las organizaciones de clase ya no eran necesarias.

En segundo lugar, la historiografía española era un erial desde 1939. Aniquiladas las mejores cabezas por la guerra y el exilio, ocupadas las cátedras por "afectos", censurada la difusión de textos, los estudios históricos yacían en un túnel del tiempo ajeno a las profundas renovaciones metodológicas alumbradas, sobre todo en Francia, en el periodo de entreguerras. Tan sólo en Cataluña, Jaume Vicens Vives había acometido una revitalización que, en 1963, aún estaba dando sus primeros frutos.

En ese contexto, la Historia Contemporánea había quedado como capítulo epilogal de la "gran" Edad Moderna, escenario de las hazañas del Imperio español. Sus párrafos, plagados de lagunas, se adelgazaban a medida que se avanzaba hacia el siglo XX y, en todo caso, tocaban a su fin con el advenimiento de la II República, ese "caos" remediado por el "glorioso Alzamiento Nacional". En tercer lugar, y por lo que hace a Asturias, la Facultad de Filosofía y Letras sólo ofrecía estudios de Filología. La especialidad de Historia no arrancaría hasta el año académico 1965-66, organizada en tres cursos a los que se accedía tras dos años comunes con los filólogos.

Ese era, pues, el marco en el que, en 1963, inició su tesis doctoral David Ruiz, cuyos historiadores de cabecera eran Pierre Vilar, que en 1947 alumbró una prohibida Historia de España que aún se reedita y entonces había que leer en francés, y su maestro, Ernest Labrousse, quien desveló las causas económicas de la Revolución Francesa. La idea inicial, desentrañar Octubre del 34, hubo de ser pronto postergada ante la ausencia de fuentes archivísticas o hemerográficas sobre una etapa prohibida. Así que el historiador se orientó hacia el siglo anterior a la II República y reconstruyó la génesis y evolución del movimiento obrero asturiano desde los inicios de la industrialización. Octubre quedaría para más adelante, ya en democracia, y se plasmaría en dos libros: Insurrección defensiva y revolución obrera. El octubre español de 1934 (1988) y Octubre de 1934. Revolución en la República española, magnífica obra de madurez publicada en 2008.

Finalizada en el verano de 1967, la tesis doctoral se tituló El movimiento obrero en Asturias. De la industrialización a la II República (1831-1931) y fue publicada en la primavera de 1968. De glosar su alcance se encargan en estas mismas páginas los historiadores Ramón García Piñeiro y Julio Vaquero. Fue el primer hito pionero de David Ruiz, ya que hasta ese momento sólo habían visto la luz dos estudios sobre el movimiento obrero en España. La tesis se presentó el 28 de octubre de 1967 en el Aula Magna de la Universidad de Oviedo, en un acto multitudinario del que LA NUEVA ESPAÑA ofreció al día siguiente una amplia cobertura, ilustrada con tres fotos, en la que destacaba la novedad del tema, la amenidad del acto y la gran cantidad de jóvenes presentes.

En efecto, la convocatoria había congregado a estudiantes, obreros y antifranquistas varios, y en adelante habría de valer al nuevo doctor el calificativo de "historiador comunista" con el que la dictadura buscaría, sin éxito, desacreditar su seminal relevancia. A saber, que El movimiento obrero en Asturias, primera tesis de Historia distinguida con Premio Extraordinario en la Universidad de Oviedo, convirtió en ciencia social procesos y acontecimientos sepultados por el tiempo o desfigurados en un batiburrillo de tradiciones plagadas de falsedades. Con el añadido de que, tras su publicación, sirvió de guía para que miles de personas -se vendieron más de 4.300 ejemplares- conocieran los antecedentes de las luchas en las que estaban empeñadas.

Lo cierto es que por entonces David Ruiz, que ese curso 67-68 se convirtió en el primer profesor contratado por la Universidad de Oviedo para enseñar Historia Contemporánea, aún no militaba en el PCE. Su colaboración había comenzado a raíz de la edición del libro por la asociación Amigos de Asturias -impulsada por el PCE- y había continuado con la programación de conferencias en el ovetense Club Cultural. Será hacia 1970 cuando se le pueda encontrar integrado en la llamada "célula de Milicias", que toma su nombre de la calle ovetense de Milicias Nacionales, donde se encontraba el estudio del fotógrafo José Manuel Nebot. Junto a Nebot, David Ruiz se veía allí, entre otros, con el catedrático de Geología Manuel Julivert y con los bancarios J osé Troteaga, Eduardo Pola y Pedro Villafruela.

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