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Asesinos, investigaciones y un poco de poética

Pierre Lemaitre y el hilo de la literatura criminal en “Diccionario apasionado de la novela negra”

Pierre Lemaitre (París, 1951) es el de “Recursos inhumanos” y el de “Irene”. Y también es el de este “Diccionario apasionado de la novela negra”, que es el libro que faltaba para determinar (de verdad) si Agatha Christie es genial o un ful o si “The Wire” es la mejor serie de televisión de la historia. Para eso y para descubrir fenómenos editoriales al otro lado de los Pirineos como las novelas de Gabriel Lecouvreur “Pulpo”: un personaje “pulp” con doscientos padres y un porrón de lectores (en Francia). Lemaitre escribe medio millar de páginas por las que desfilan personajes literarios como Fantomas y escritores fundamentales como Dashiell Hammett y Dennis Lehane. Hace un recorrido cronológico y geográfico que empieza en Edgar Allan Poe y termina en John Grisham, que va de Islandia a España y pasa por Escocia y los Estados Unidos. Todo esto con una parada demorada en la literatura francesa sin traducir al castellano; pero es normal, es más fácil hablar de lo que está más cerca. Y Lemaitre es parisién.

Este “Diccionario apasionado” también es una suerte de poética de cómo hay que meterse a escribir novelas negras y, además, una mesa de debate en la que discernir diferencias entre novelas policiales y las de género negro; pero a Lemaitre no le preocupa nada esto de la taxonomía literaria. Escribe, por ejemplo: “Se puede establecer una distinción basada en los móviles: en la novela policiaca, el crimen sería personal; en la negra, social. Es una distinción práctica (y por lo general, acertada), pero tiene muchísimas excepciones” (p. 324). En este mismo orden de cosas, cuando escribe sobre el origen del género, Lemaitre señala los hitos del pasado (Poe, Wilkie Collins, E. T. A. Hoffmann) y determina que la fecha no tiene tanta importancia porque es mejor comprender “que el género surgió progresivamente del experimento del folletín de la década de 1840, de la novela judicial del Segundo Imperio y el auge de la literatura popular en el siglo XIX” (p. 338). Todo esto le lleva a concluir que tiene la impresión de que “el género negro nunca ha superado el hecho de haber nacido en los peldaños inferiores de la escala de valores literarios establecida por aquellos depositarios del capital cultural” (p. 378).

Como el diccionario es “apasionado”, Lemaitre no se corta en subrayar sus pasiones: “En sus comentarios sobre cualquier tema, Pérez-Reverte no duda en mostrarse tan progresista como reaccionario, así que pertenece a todos los bandos a la vez. Pérez-Reverte pesca en muchos caladeros” (p. 364). Sobre Mary Higgins Clark señala que “demostró con creces su valía en el campo de la literatura policiaca: cuarenta años de carrera, cincuenta ‘thrillers’, doscientos cincuenta millones de ejemplares vendidos y ni una sola que pueda considerarse literatura”. Y cuando explica su parecer sobre “Una tragedia americana”, de Theodore Dreiser, señala que ha pasado al cine hasta tres veces “si el simpático de Woody Allen no nos hubiera creído tan incultos como para no reconocer la celebérrima historia de Theodore Dreiser en ‘su guion original’ de ‘Match point’” (p. 451). Da gusto Lemaitre cuando se desata y también cuando se muestra reverenciador. Da gusto siempre. Medio millar de páginas como un suspiro para seguir el hilo de la literatura criminal.

Diccionario apasionado de la novela negra

Pierre Lemaitre Traducción de José Antonio Soriano 

Salamandra, 512 páginas

22,80 euros

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