De Primo Levi a “La forja de un rebelde”

Lorenzo Silva y Noemí Trujillo vuelven a la carga con otro caso investigado por la inspectora Mauri

Cultura - Libros

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Alejandro M. Gallo

Lorenzo Silva creó a la inspectora Manuela Mauri en el relato “Carabanchel blues”. Luego la rescató en el trabajo conjunto con Noemí Trujillo “Si esto es una mujer”, una novela cuyo título parafraseaba la obra de Primo Levi “Si esto es un hombre”, en la que el autor contaba el día a día en el campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau y utilizaba a Dante Alighieri, con citas y pasajes extraídos de la “Divina comedia”, especialmente del “Infierno”. En aquella trama, Silva y Trujillo novelaban unos hechos reales acontecidos en Boadilla del Monte en 2003, cuando una joven de 22 años, natural de Sierra Leona, de nombre Edith, de raza negra, prostituta y muy pobre, aparece estrangulada y descuartizada.

Ahora, tres años después, ambos retoman a esa protagonista y recrean otro caso real, el asesinato de una pareja en Villarejo de Montalbán (Toledo) en plena pandemia. El título, “La forja de una rebelde”, es otro guiño a una obra célebre, “La forja de un rebelde”, las memorias noveladas del extremeño Arturo Barea. Una trilogía –“La forja” (1941), “La ruta” (1943) y “La llama” (1946)– publicada en Inglaterra en la que plasmó la tragedia de la Guerra Civil española y el exilio posterior, y a partir de la cual realizó Mario Camus una serie de seis capítulos producida por TVE.

En esta segunda entrega, la inspectora Manuela Mauri no se encuentra en su mejor momento: tiene problemas de salud, en el trabajo, con su pareja y con sus hijos adolescentes, que le lanzan continuas recriminaciones: “Sacas de sus casillas a todo el mundo que te quiere” (p. 47). A esto se une la pandemia y las dificultades que entraña resolver un asesinato en medio del confinamiento. Y, para colmo, su equipo de investigación está en cuadro: Guadalupe, de baja por maternidad; el subinspector Gallardo, de baja por covid; le queda Gutiérrez, pero no hay química entre ellos; sigue con ella la inspectora Rosario Mañas, enemiga personal, y continúa con sus malas relaciones con su jefe directo, que no le permite trabajar con libertad. En este escenario, se comete un doble asesinato: una pareja aparece muerta en la urbanización de La Rinconada, en Alcalá de Henares, con dos tiros por la espalda, de lo que parecen ser las postas de cartuchos de escopeta del calibre 20, posiblemente una Benelli Raffaello Slug.

Al llegar al escenario del crimen, tres cosas no le cuadran a Mauri: primero, la casa se encuentra patas arriba, como simulando de mala forma un robo: segundo, la hija de los muertos, Carlota Vargas, ejerce un enorme poder de seducción en el subinspector Rafael Gutiérrez; y tercero, la citada muchacha oscila entre la personalidad de una niña inmadura y la de una persona retorcida, muy cercana a las femme fatale del cine clásico norteamericano. Aquí es donde enlazan los autores “La forja de un rebelde” con la citada Carlota, pues ésta se siente identificada con el personaje de Ilsa de aquella obra: “Una mujer que se lía la manta a la cabeza y se va a donde está el fuego para verlo y para contarlo, que no se somete a la disciplina que quieren imponerle y acaba como acaba” (p. 183). Aunque la chica se presenta como la principal sospechosa, las imágenes de las cámaras de seguridad muestran a un varón con una careta con la imagen de Salvador Dalí –como en “La casa de papel”– como posible autor de los disparos. Además, su coartada es sólida, pues se encontraba en una fiesta ilegal, por aquello de las restricciones de la pandemia, con diez amigos en una vivienda imitando “Los diez negritos” de Agatha Christie.

Los autores vuelven a unir un asunto policial con temas sociales: los conflictos generacionales, la frustración, la manipulación, la insatisfacción, la infelicidad, el odio, las redes sociales y todo ello en un contexto de incertidumbre, confinamiento, restricciones, avance del virus, teletrabajo, mascarillas, hospitales desbordados, cierre de comercios, restaurantes, teatros, cines…; es decir, la paralización de la sociedad.

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La forja de una rebelde

Lorenzo Silva y Noemí Trujillo 

Destino, 330 páginas, 19,50 euros

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