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arte

Las múltiples vidas de Humberto

El maestro de Salas muestra una retrospectiva de su obra en el CMAE de Avilés

"Ciudades perdidas"

Hay artistas como Humberto García del Villar que son una institución en sí mismos, porque además de trabajar en lo suyo, o para sí, lo hacen para todos los demás y con su magisterio suplen las carencias de los organismos oficiales. En una comunidad sin Facultad de Bellas Artes como la asturiana, él solo fue capaz de sacar adelante, desde mediados de los años setenta, el principal centro de formación particular de Asturias, un Taller Experimental por el que pasaron varios de los mejores artistas actuales y en el que los alumnos, en su mayoría mujeres, siempre trabajaron con total libertad dentro del campo de las técnicas mixtas.

El maestro supo sacar lo mejor de ellos, sin imposiciones, y les ayudó a encontrar su camino. Baste hablar de Kely, Herminio, José Manuel Núñez o Gil Morán, por citar a algunos. La nómina es tan larga y tan importante que no se puede repasar completa aquí, pero queda para el recuerdo que a su alumnado le proporcionó clases magistrales que les hicieron disfrutar por ejemplo de la presencia de figuras de la talla de Joan Hernández Pijuan, Fernando Sinaga, Alfonso Albacete o Mitsuo Miura, en una experiencia poco frecuente desde el ámbito privado.

Los logros de su taller itinerante por Oviedo, Gijón y Avilés, que surgió de una conversación con su buen amigo Rubén Suárez, se han resumido en distintas exposiciones colectivas como "El taller de Humberto" (Galería Norte de Oviedo, 1988), "Imágenes de un tiempo nuevo" (Café Español de Oviedo, 1997), "Correspondencias" (Universidad de Oviedo, 1999), "Fluxus" (Universidad de Oviedo, 2000) o "Actuaciones para un territorio herido" (Casa Municipal de Cultura de Piedras Blancas, 2001).

"Follies".

Esta dedicación tan intensa y su contribución al bien de interés público le han valido el reconocimiento unánime, sin por cierto todavía el refrendo oficial, pero han hecho sin embargo que se deje un poco de lado su obra propia, mantenida y constante en una trayectoria igualmente larga de más de cincuenta años. Nacido en Malleza (Salas) en 1949, pasó por la Agrupación Artística Gijonesa y realizó sus primeras exposiciones en el Ateneo Jovellanos o la Caja de Ahorros de Asturias, ya a finales de la década de 1960. A comienzos de la de 1970 pasó a formar parte de la nómina de artistas de la galería Tassili de Oviedo y en fecha tan temprana como 1974 recibió nada menos que el primer premio del Certamen Nacional de Pintura de Luarca por el cuadro "Figuras en verde", que conserva el Ayuntamiento de Valdés. Ese mismo premio se otorgará un cuarto de siglo después a alumnas suyas como Purificación Trabanco, Daniela Zanzoni o María Braña.

De aquella época son series como "Soledades", realizada en 1971, "Tauromaquia", de 1972, "Medio ambiente", de 1973, la dedicada a "La novela asturiana" en 1974 o la titulada "La familia", de 1978. Ninguna de ellas aparece en la retrospectiva que ahora le dedica el Centro Municipal de Arte y Exposiciones (CMAE) de Avilés, comisariada por Ángel Antonio Rodríguez, que arranca en la década de 1990 con las series que el propio pintor considera destinadas a perdurar.

Así, se encuentran las evocadas bajo los títulos "Ciudades perdidas", "Génesis", "Objetual", "Perfiles habitados" y "Apócrifos", que comienzan todas hacia 1990, y las posteriores "Diálogos con la Transvanguardia" (1994), "Follies" (2001), "Terrae" (2005) y "Palabras y silencios" (2007), en un recorrido cronológico que llega más o menos a cuando dejó de realizar exposiciones públicas. Se echa de menos la serie denominada "Estrategias oblicuas" (2000), que aporta algunas claves y de la que se reproducen un par de obras en la monografía escrita por Javier Ávila en la colección "Artistas asturianos" de Hércules Astur.

"Terrae".

En ellas se muestra como un artista plenamente dedicado a la experimentación de materiales, a través de una pintura que, como el mismo Humberto señala, no resulta cómoda ni fácil, con iconos diferentes y figuras sin figuración que pertenecen a un mundo propio apenas desvelado. Como subraya el comisario, que lo conoce bien, la espiritualidad ha marcado la vida artística del pintor de Salas, que relaciona arte y vida y se aleja de toda representación para acercarse a las vibraciones estéticas y místicas del arte de las primeras vanguardias.

Las múltiples almas de Humberto transmigran a sus discípulos y a las diferentes etapas de su obra, pero de todas maneras serán mejor descifradas cuando permita una antológica que abarque sus vidas anteriores y su faceta como coleccionista, fundamentalmente de vidrio y grabado, tanto del siglo XIX como contemporáneo.

Humberto: de nueve vidas 

Centro Municipal de Arte y Exposiciones (CMAE), calle de Llano Ponte 49, Avilés. Hasta el 30 de septiembre.

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