Una gratitud infinita

El profesor de literatura española en la Universidad de León aprovecha la efeméride del 25 aniversario de la publicación de ‘Maquis’, para repasar la trayectoria de Alfons Cervera, al que tanto quienes vivieron la dictadura franquista como los que no la vivimos deben, según dice, una mejor comprensión de la realidad y del país que habitamos.

Manolín de Llorio y uno de los hermanos Caxigal, dos miembros del maquis, en los montes asturianos.

Manolín de Llorio y uno de los hermanos Caxigal, dos miembros del maquis, en los montes asturianos.

Jacobo Llamas

La edición conmemorativa por el veinticinco aniversario de Maquis, escrita entre enero y septiembre de 1996 y publicada por primera vez en 1997, es un reconocimiento a la novela y a la trayectoria literaria de Alfons Cervera.

Maquis expande las posibilidades de la narrativa tradicional mediante la fragmentación y los puntos de vista de unos personajes sometidos por los adictos al franquismo, que legitimaban o practicaban regularmente la tortura y los asesinatos sumarios.

La inflación y la atomización del mercado literario actual, saturado de autores y de publicaciones en papel y digitales, desborda a lectores y crítica. El intento de establecer un canon de lecturas y tendencias resulta imposible no solo por la falta de perspectiva temporal, sino porque ciertos escritores —escribidores más bien— tratan de estar continuamente a la moda, como si los escaparates de las librerías fuesen una pasarela de primavera-verano, de otoño-invierno, o anunciasen un menú del día a tenor de la rapidez con la que los libreros se ven obligados a renovar sus estanterías para encajar tanta vacuidad editorial. Por eso, la publicación de Maquis, veinticinco años después de su primera edición en 1997, es un acontecimiento literario y toda una celebración tal como expresa el mismo autor al final de la reedición conmemorativa: «Han pasado veinticinco años desde que esta novela salió a las librerías. Y lo curioso es que sigue viva, casi como entonces. Celebro, pues, este aniversario, un aniversario que es una extrañeza en un mercado literario que impone a los libros una fugacidad que provoca rabia y desasosiego».

Antes de la generalización de internet en los países desarrollados, los historiadores cifraban en unos veinte años el tiempo necesario para tratar de comprender el desarrollo y las causas de ciertos procesos recientes, y en veinticinco o más en el caso de fenómenos excepcionales como la caída de las dictaduras del siglo XX. Precisamente, los libros de Alfons Cervera llevan más de veinticinco años explicitando la vileza de la dictadura franquista que, como recuerda el político y ensayista Eugenio del Río, «no era solo un régimen político. Era un universo cultural, un ambiente social, una concepción de la mujer y una imagen de lo masculino, una estética, una idea del ocio, unas relaciones laborales, una sexualidad, una forma de religiosidad». Maquis ilustra a la perfección todo ello a través del relato coral de unos personajes que entre los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo compartieron el miedo de vivir subyugados por una dictadura fascista que violaba los derechos humanos, practicaba regularmente la tortura y los asesinatos sumarios, y que se ensañó especialmente con las mujeres, «como si fueran —recordaba el autor en su edición de 1997 y repite en la de 2022— invisibles, como si no existieran más que a través de sus vestidos negros y la tristeza infinita que se quedaba a vivir todos los días en sus ojos». Es más, tan protagonistas de Maquis son los hombres integrados en los grupos guerrilleros antifranquistas que resistieron en los montes y las zonas rurales españolas entre la guerra y la década de los cincuenta como las mujeres que colaboraron con ellos.

Todos o casi todos esos personajes tuvieron un correlato en los hombres y mujeres de Gestalgar, el pueblo de Alfons Cervera en La Serranía valenciana (Los Yesares en todas sus ficciones), y los maquis reales se identificaron con los de ficción tras leer las primeras ediciones de la novela; algo muy comprensible si se repara en la capacidad del escritor para exprimir el lenguaje y aprehender el ambiente inficionado y sórdido de la dictadura, y las emociones, pasiones y deseos de quienes la padecieron: «Era un domingo de otoño a lo mejor porque en la memoria de Sebastián Fombuena, cuando han pasado tantos años desde entonces, sólo hay el silencio de un tiempo dormido desde el amanecer hasta la noche y la paliza que le pegaron en el cuartel porque le habían encontrado trabajando en la huerta una fiesta de guardar». «[Isidoro] Era como una cabra muerta y estaba allí, tendido en la tierra húmeda del invierno, mirando a ninguna parte porque los muertos, pensaba Juanita, no miran a ninguna parte aunque se mueran con los ojos abiertos». Atendiendo solo a esos párrafos, la lectura de Maquis ya merecería la pena por su crudeza y capacidad evocadora, aunque Alfons Cervera ignorase, como a menudo reitera al hablar de la novela, todo sobre la vida de los hombres del monte cuando la gestó.

Pero los aspectos contextuales o históricos han solapado en ocasiones la gran altura literaria de Maquis, una obra que expande las posibilidades de la narrativa tradicional mediante la fragmentación y los múltiples puntos de vista, y que se alejaba y se sigue alejando de la literatura escrita por algunos de los autores más reconocidos del mercado editorial, afectados, neutros, y que renuncian al estilo u optan por la futilidad conceptual, por incapacidad o para no suscitar reticencias en lectores, instituciones ni poderes fácticos. Maquis, la novela más popular de Alfons Cervera, se escribió al margen de corrientes dogmáticas entre enero y septiembre de 1996, y aún hoy continúa cuestionando los mecanismos ficcionales y las convenciones narrativas, desafiando los límites individuales y colectivos, y denunciando las conservadoras y unívocas posiciones de una parte de la sociedad española con respecto a los orígenes, circunstancias y consecuencias de la dictadura, «transición» y democracia en España.

Los libros de Alfons Cervera, y Maquis en particular, rehúyen, por tanto, la complacencia y son un referente estilístico, ético y moral, que perturba el ánimo de quienes los leemos. De hecho, la efeméride de Maquis es un colofón a la trayectoria de un autor al que tanto quienes vivieron la dictadura franquista como los que no la vivimos debemos una mejor comprensión de la realidad y del país que habitamos. Por eso somos sus lectores quienes deberíamos manifestar la “gratitud infinita” que Alfons Cervera dedica a los que “estuvieron empujando esta historia desde aquellos ya lejanos comienzos de 1997 hasta ahora mismo […] Vaya para esa gente, para sus nombres y sus trabajos sobre Maquis, así como para quienes han venido leyendo esta novela todos estos años, mi gratitud infinita”.

Y recuerden que Maquis es una de las cinco novelas que conforman el llamado “ciclo de la memoria” de Alfons Cervera y el buque insignia de una brillante y ejemplar trayectoria literaria, así que, si les gusta esta novela, pero no conocen el resto, búsquenlas y léanlas. No les defraudarán. Verán…

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