ARTE

Arte femenino para revertir las estadísticas

El MUAC de México muestra en el Niemeyer su colección de artistas mujeres

La corriente.

La corriente. / Yolanda Gutiérrez.

Luis Feás Costilla

Luis Feás Costilla

Refuerza el Centro Niemeyer de Avilés sus vínculos con Iberoamérica a través de una exposición itinerante que antes había recalado en Madrid, en la Casa de México en España, y en la que el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) presenta una selección de las obras de artistas mujeres que posee, en medios tan diversos como el dibujo, la pintura, la escultura, la instalación, el vídeo o la fotografía. Comisariada por Pilar García, conservadora de su colección artística desde 2015, "Luchadoras: mujeres en el MUAC" pretende mostrar el potencial del arte femenino en México en las últimas décadas.

En los últimos años, el MUAC ha modificado su política de adquisiciones a fin de revertir el desequilibrio imperante con respecto a las mujeres artistas. Aunque el crecimiento de la presencia femenina en la colección ha sido lento y las estadísticas muestran que el porcentaje aún es muy bajo, actualmente es el museo de México que cuenta con el mayor número de creadoras en sus fondos. De los 364 artistas presentes en su colección, el 25% son mujeres, y de las 2.100 obras que conserva, el 16% corresponde a mujeres artistas. En el resto de los museos de México es algo inferior: el Museo Jumex tiene el 20%, el Museo de Arte Moderno el 16,65%, el Museo Kaluz el 15,2%, el Museo Tamayo el 14,61% y el Museo de Arte Carrillo Gil baja hasta el 11,95%. Habría que saber si esa es la proporción real de artistas hombres y mujeres en la historia de México. Mucho menor es la cifra del Museo Nacional de San Carlos, que reduce la participación femenina al 1,70%, según datos de 2022, aunque se puede entender porque sólo comprende desde el Gótico internacional de los siglos XIV y XV hasta los movimientos plásticos de inicios del siglo XX, si bien podría ser en parte subsanable.

Le resulta más fácil alcanzar un mayor porcentaje al MUAC, que alberga la colección pública de arte contemporáneo mexicano más grande de Latinoamérica, porque se ocupa de las prácticas artísticas en México sólo a partir de 1952, que es cuando se crea el museo y cuando la presencia de artistas mujeres empieza a incrementarse de forma notable, no sólo allí sino en el resto del mundo. En el montaje más o menos cronológico, bien adaptado a la Cúpula del Centro Niemeyer por Ramón Isidoro, resaltan las instalaciones de artistas pioneras como Helen Escobedo (Ciudad de México, 1934-2010), con un corredor blanco que es uno de sus primeros ambientes efímeros transitables, ideado en 1969 y del que se muestra una réplica de 2007, o Marta Palau (Albesa, España, 1934-Ciudad de México, 2022), hija de exiliados españoles, con una cascada hecha con nailon y fibras textiles en 1978 que es uno de sus principales trabajos en su línea más reconocible, de claras alusiones sexuales. Les siguen otras de artistas más jóvenes como Yolanda Gutiérrez (Ciudad de México, 1970), con una instalación colgante hecha con vainas de coco, madera y ceniza animal que sigue la corriente migratoria, Sofía Táboas (Ciudad de México, 1968), con su pieza fronteriza hecha con cuentas de plástico azul colgadas de nailon, o Gabriela Gutiérrez Ovalle (Ciudad de México, 1961), con un tejido de pelo humano sobre malla en el que se resalta la importancia de la colectividad.

La exposición es un buen muestrario de las artistas mexicanas contemporáneas, en su mayoría desconocidas en España. El punto de partida es la producción de mujeres que denuncian la violencia hacia las mujeres, cuestionan sus prácticas en el mundo cotidiano y desafían los roles y espacios tradicionales asignados a ellas, si bien sólo un tercio de la treintena de creadoras escogidas tratan el tema. Son más frecuentes las obras relacionadas con la violencia genérica y la guerra contra el narcotráfico (Teresa Margolles, Martha Pacheco), la crisis ecológica actual (Marcela Armas, María José de la Macorra) o las culturas indígena y popular (Maruch Sántiz Gómez, Dulce Pinzón). Incluso hay piezas de gran hermetismo abstracto, como la de la formalista Perla Krauze (Ciudad de México, 1953), hecha de plomo y agua.

El contenido feminista más explícito se produce en la obra de las fotógrafas Lourdes Grobet (Ciudad de México, 1940-2022), que con su serie dedicada a las practicantes de lucha libre da título a la exposición, Graciela Iturbide (Ciudad de México, 1942) o Maris Bustamante (Ciudad de México, 1949), con una "fotoperformance" de 1992 en la que ironiza sobre el machismo implícito en el aniversario de la colonización americana.

Las piezas más destacadas de este tenor son las de Mónica Mayer (Ciudad de México, 1954), cuyo tendedero, realizado por primera vez en 1978, en el que se anima al público a participar denunciando la violencia vivida por mujeres, es hoy considerado como una referencia para el arte y las prácticas culturales feministas en América Latina, y Lorena Wolffer (Ciudad de México, 1971), que muestra las evidencias de las experiencias cotidianas de agresión dentro del ámbito doméstico mediante diversos objetos empleados como armas de violencia, donados por mujeres anónimas que cuentan su historia de abusos en textos recogidos en un vídeo. Leer sus testimonios sobrecoge.

Luchadoras: mujeres en el MUAC

Centro Niemeyer, avenida del Zinc, s/n, Avilés

Hasta el 7 de enero de 2024

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