Spinoza, una frontera histórica

Alberto Mira Almodóvar se enfrenta al "universo pasional" de Spinoza en la "Ética" y en el resto de sus escritos

Retrato de Baruch de Spinoza.

Retrato de Baruch de Spinoza. / LNE

Silverio Sánchez Corredera

Silverio Sánchez Corredera

Hay al menos cuatro tipos de autores. Dejemos a los primeros de lado, los malos autores: oportunistas, vacuos o efímeros. Fijémonos en los otros, los buenos autores, entre los que encontramos a los que conectan bien con su tiempo pero no perduran, a los que trascienden a su tiempo y entran en alguna red rizomática que pervive, y a los que, además, introducen una novedad que reorganiza el campo mismo de la cultura. Spinoza pertenece a este último grupo, los que se convierten en autores frontera y que señalan un antes y un después. Y esto es lo que parece haber advertido Alberto Mira Almodóvar. El libro queda realzado por el magnífico prólogo de Gabriel Albiac, un consumado experto del filósofo hispano-holandés.

¿Qué cambia con Baruch Spinoza, antes y después? Se transforman los modos posibles de concebir a Dios, a la Naturaleza, la diferencia entre Sustancia y accidentes (modos), el encaje entre las pasiones y la razón… y el asunto en el que pone el foco en este libro Mira Almodóvar: la idea de libertad.

¿Por qué Spinoza es un crítico extremo de la idea de libertad, en el sentido común, y a la vez apela a ella, en perfecta sintonía con la utilidad como virtud, y con la felicidad como sabiduría? Sencillamente, porque ha dejado de pensar el encaje de los problemas desde el punto de vista de la imaginación para desplegar una filosofía que solo puede admitir la perspectiva de la razón. ¿Pero esto no era algo ya admitido, desde Platón? Solo en parte, pues ahora el autor de la "Ética" vende muchísimo más caro el acceso a la racionalidad desde la naturaleza humana. Y es, en esa precisa vía de acceso, donde cabe hablar de libertad cuando, sumergidos necesariamente en la afectividad, se hace posible una esforzada ruta hacia el conocimiento, objetivo dificilísimo pues "todo lo excelso es tan difícil como raro".

¿Y si la imaginación es tan mala, no habría que desterrarla y enjaularla? Craso error, no es esto lo que descubre Spinoza. De los tres géneros escalonados de conocimiento, la imaginación es el básico, del que siempre hay que partir, pues así lo dispone de manera determinista la naturaleza humana. No podemos escapar de la lógica de las pasiones, esa libertad no existe. Por ello, la primera actitud es "no ridiculizar ni lamentar ni detestar las acciones humanas, sino entenderlas". Y bajo este enfoque, sí podemos buscar modos de pasar de las pasiones tristes a las alegres, y de las nociones confusas a las "nociones comunes" (compartidas entre cuerpos). Y podemos entretejer conocimientos adecuados en la pugna (occursus) abierta en el interior de nuestros mismos afectos y respecto de los afectos con los demás e incluso, para cerrar el círculo, en la lógica de afectos que rige en la vida política. Se trata de un programa para no autoengañarse, entre prejuicios y meras opiniones, y para no ser engañados, con supersticiones y servidumbres. ¿Con qué método? Para empezar, con este: "Hemos de tener cuidado en no admitir como verdadero algo que solo es verosímil, pues, una vez admitida una sola falsedad, se siguen de ella una infinitud".

La libertad no es algo que se dé en el territorio de una voluntad autodeterminada, pues la voluntad siempre está compelida. La libertad es, en cambio, ese paso que se da entre una idea inadecuada y una adecuada. La liberación viene por el conocimiento.

Dice Comte-Sponville que "Hay varias estancias en la casa de la filosofía, y la de Spinoza es a mis ojos la más bella, la más alta, la más vasta. ¡Qué le vamos a hacer si no somos capaces de habitarla por completo!". Y Deleuze, otro devoto del filósofo maldito (y nos lo recuerda Mira Almodóvar), señala que, entre los escritores, poetas, músicos, cineastas y pintores, es fácil descubrirse siendo spinozista, y que, siendo en cierto modo el más puro filósofo, es al mismo tiempo el que más se dirige a los no filósofos.

El libro está escrito con una metodología original, pues habla en nombre del mismo Spinoza, concatenando citas que se estructuran en cuatro capítulos, que son cuatro enfoques ascendentes e integrados sobre la lógica de la afectividad. Es un libro para leer pero también para estudiar el sistema geométrico spinoziano.

Pretendida libertad (El universo pasional con Baruch de Spinoza)

Alberto Mira Almodóvar 

Prólogo de Gabriel Albiac

Tecnos, 216 páginas, 17,50 euros

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