Oviedo, Pedro RAMOS

Rosa Fernández logró el reto. La montañera asturiana, mes y medio después de iniciar su última aventura, alcanzó la cumbre del Lhotse ayer a las 8,30 de la mañana -hora de Nepal- y se convirtió en la primera montañera asturiana que conquista esta cima, la cuarta del mundo en altitud (8.517 metros).

Rosa Fernández descansó tras la gesta en el campo 4, a 7.900 metros de altura, a donde llegó de vuelta de la cima del Lhotse. Estaba exhausta, pero satisfecha por haber cumplido lo que a principios de abril todavía consideraba un sueño.

El lunes Rosa Fernández partió del campo 2, situado a 6.500 metros de altitud, con mucho viento y bajo unas duras condiciones meteorológicas, para llegar de un tirón, y agotada por el gran esfuerzo, al campo número 4. Y tras descansar tan sólo unas horas y alimentarse para recuperar fuerzas, sin dormir, de madrugada, acompañada por su sherpa, alcanzó la mítica cumbre, la cuarta más alta del mundo. Se convierte así en la primera asturiana -primer asturiano, de hecho- que alcanza esta colosal cima que comparte una de las caras, en su ascensión inicial, con el Everest.

Se da la feliz circunstancia de que esta fecha de la ascensión coincide con la fecha en la que hizo cumbre, en el año 2004, en el Makalu (la quinta altura del planeta); también fue la primera asturiana en conquistar esta montaña, y se adelanta en un día al 21 de mayo de 2005, cuando hizo cumbre en el Everest.

Cansada, pero muy feliz, Rosa apuntaba las duras condiciones meteorológicas que tuvo que soportar la noche anterior al ascenso definitivo, con mucho frío y viento medio. No obstante, la adversa climatología fue mejorando paulatinamente al amanecer, tal como habían anunciado las previsiones, en las que había confiado para iniciar el ascenso y acabarlo con éxito.

Después del reparador descanso en el campo número 4, Rosa Fernández continuó el descenso hacia el campo 2, y hoy mismo, después de descansar toda la noche, tenía previsto regresar al campo base atravesando de nuevo el siempre delicado tramo de la cascada del Khumbu.

Hay que destacar que la estrategia empleada por Rosa Fernández en su planificación y asalto al Lhotse ha sido impecable. La montañera asturiana partía de Oviedo el pasado 4 de abril y ha cumplido, día a día, con el programa previsto. Pero Rosa no lo ha tenido fácil, sobre todo al principio, cuando la inestabilidad política en China a causa de las tensiones con los grupos tibetanos disconformes con el Gobierno, recrudecidas recientemente al subir la llama olímpica a la cumbre del Everest -el pasado 9 de mayo- estuvieron a punto de dar al traste con el proyecto. Sorteó, incluso, el revés inicial de no poder contar con el sherpa que tenía contratado en un principio, Dawa, debido a que éste había recibido malos augurios a través de un monje budista.

No cabe duda de que la gran experiencia montañera de Rosa Fernández y su fuerza de voluntad pesaron incluso más que su fuerza física, para acabar con éxito un proyecto tan ambicioso como éste, en el que hay tantos condicionantes externos que tan a menudo malogran a las más potentes expediciones.

Con la conquista del Lhotse, Rosa Fernández ya tiene en su haber cuatro «ochomiles». Comenzó en 1997 ascendiendo al Gasherbrum II, de 8.035 metros; siguió en 2004 con el Makalu, de 8.463 metros; al año siguiente holló el Everest, de 8.848 metros y, por el momento, ha concluido ayer con el Lhotse, de 8.517 metros.

Sólo cabe esperar que el descenso sea tan afortunado como ha sido la ascensión. Y también el regreso a casa a Asturias, que abordará lo antes posible.