Tremendos los efectos del empate del sábado en Santander: una ola de pesimismo invade los ambientes rojiblancos que ven casi imposible la salvación del equipo. Lo que va del empate de la temporada pasada al de ésta. El fútbol, una vez más, es un estado de ánimo. El ánimo rojiblanco no vive sus mejores días.

Uno de los más finos analistas del quehacer futbolístico local considera que el partido ha demostrado que el equipo es flojo, que no parece dar para más porque ha perdido dos referencias: Rivera y Diego Castro. El primero porque no tiene el nivel de hace dos temporadas cuando hizo exhibiciones continuas; el segundo, porque está en el Getafe, donde, por cierto, no es titular. El analista considera que el Sporting no es mejor que el Racing como demuestra la clasificación. Los partidos pasan y los puntos no llegan, en efecto, y no se ve salida a una crisis que viene de muy atrás.

Un testigo del partido reflexiona sobre cuál era la actitud de los aficionados después del empate; era una actitud de tristeza. No de enfado o de indignación, sino de la tristeza por el desarrollo de un partido que quien más o quien menos había anotado en el casillero de las victorias. Buenos días, tristeza.

Y todas estas sensaciones, y otras, en vísperas de la visita a un Barcelona que ha recuperado el viejo objetivo, los árbitros, el mismo día en el que Busquets hizo un perfecto despeje de puños en el área propia a tres minutos del final del partido. Pep Chanel Guardiola hizo una maligna referencia a la sanción a Messi en la misma semana en que Pepe tampoco podrá jugar por acumulación de amonestaciones y dicen que tiró de ironía cuando dijo que el Barcelona no ganará esta Liga. Un vicepresidente salió ayer en una emisora repitiendo las mismas tesis. Con ese ambiente llegará el Sporting el sábado, a las ocho de la tarde, a un Camp Nou que no pasará una al árbitro. Un equipo de la cola contra el segundo, que ha marcado en los partidos de su campo cincuenta goles y ha encajado cuatro para ceder un solo empate, ante el Sevilla del gran Marcelino. El segundo de la tabla comparecerá sin Messi ni Busquets, dos puntales aunque el primero es el mejor. Ante ese poderoso equipo ha de intentar el Sporting un milagro.

Hace veinticinco años el Barcelona no daba tanto miedo como el actual, pero era de primer nivel. Allí se plantó un Sporting de Novoa que dio la campanada, cero a cuatro, tras una lección de orden defensivo y capacidad de contragolpe. Pues en la espera de una campanada similar va a estar el decaído sportinguismo en los días que faltan para el sábado. Hoy es martes, aunque esto no sea Bélgica, y es un día como cualquier otro para cantar a la esperanza, que suele ser lo último que se pierde.

Por cierto, si pregunto, ¿molesto?: ¿es cierto que un mes antes de consumarse el último ascenso del Sporting a Primera el entrenador estuvo a un paso de ser destituido porque se le veía despistado con las alineaciones? El dato proviene de un profundo conocedor de los entresijos rojiblancos quien, por cierto, también fue a Santander.