Oviedo, Nacho AZPARREN

Una furgoneta Toyota que transportaba valijas diplomáticas sirvió como improvisado escondite. En septiembre de 1993 Yugoslavia se resquebrajaba y el acceso a Belgrado era poco menos que imposible. El presidente del Oviedo, Eugenio Prieto, y su consejero Celso González tuvieron que tirar de imaginación para, desde Budapest, entrar en un país envuelto en clima bélico. El riesgo merecía la pena; al otro lado de la frontera esperaba Jokanovic, centrocampista del Partizán que por entonces despuntaba en el fútbol balcánico. Su paso por el Tartiere fue un éxito tan evidente que algunos señalan su posterior traspaso al Tenerife (rival de los azules el domingo) como clave en la destrucción del último gran Oviedo.

Aquellos 80 marcos que Prieto pagó estaban justificados. Slavisa Jokanovic (Novi Sad, Yugoslavia, 1968) dejó en el Carlos Tartiere uno de los mejores recuerdos de la última etapa brillante del oviedismo. «¡Uf! La furgoneta sólo fue la culminación. La historia con "Joka" viene de antes», recuerda ahora Eugenio Prieto. Concretamente, de 1989. Enrique Casas, secretario técnico por entonces, y Prieto volaron a Belgrado en busca de un central de pedigrí.

La agenda mandó a los emisarios oviedistas a presenciar un partido de la emergente Vojvodina. El día antes, el entrenador de aquel equipo, Ivan Brzic, los puso sobre aviso. «Fue en un hotel de Novi Sad. Nos dijo que tenía dos cracks: Mihajlovic y Jokanovic», relata Prieto. Fue el primer flechazo con el serbio, que tardaría tres años en vestir la zamarra azul.

El Oviedo cerró la contratación en 135 millones de pesetas (811.000 euros), FIFA mediante. El organismo superior tuvo que resolver el conflicto entre el Partizán y los azules. El precio pareció mínimo para un futbolista que en 1992 estuvo a punto de recalar en el Madrid. «Como hubo problemas con su "transfer" al principio se entrenó con nosotros», señala Iván Ania, por entonces en el filial azul; «Al primer vistazo intuías su nivel. Sólo había que ver su planta». Jokanovic, un tallo de 191 centímetros, poseía una facilidad innata para construir el juego.

Sus dos excelentes campañas en Oviedo se cerraron con su traspaso al Tenerife. Los azules aún debían dinero al Partizán, y los 4 millones que ofrecían los chicharreros eran demasiado golosos. En Tenerife tuvo tiempo de sobra para mostrar su calidad. En la campaña 1996-97 capitaneó el centro del campo insular, que se coló por única vez en su historia en las semifinales de la Copa de la UEFA. También tuvo tiempo de mostrar su personalidad. En la última jornada de la temporada 1997-98 el equipo insular necesitaba ganar al Valencia en casa para evitar la promoción. Con 2-2 en el marcador, Daudén Ibáñez señaló penalti a los 88 minutos a favor del Tenerife. La presión era enorme. En el banquillo, el preparador físico José María Sanz -actual segundo entrenador del Deportivo- veía junto a Juanma Lillo el desenlace de la Liga. «Joka se acercó al balón, lo cogió con firmeza y lo puso en el punto de penalti. Miró a sus compañeros y les dijo: "Con el pan de mi familia no juega nadie"», rememora Sanz. El serbio anotó y el Tenerife se salvó de una promoción en la que sí cayó el Oviedo. «Era muy competitivo. De la escuela de Drazen Petrovic», remata José María Sanz.

Tras Oviedo y Tenerife, Jokanovic aún tuvo tiempo de proclamarse campeón de Liga con el Deportivo de Irureta. Antes fue ofrecido al Oviedo en una operación que incluía a Juanele y que finalmente se fue al traste. «Fue muy honrado. Me llamó y me dijo que no estaba bien, sólo para jugar 15 o 20 partidos», desvela Prieto. Tras la conquista liguera en La Coruña emigró a Inglaterra para militar en el Chelsea, que lo prefirió a él antes que al francés Petit.

Su currículum habla de un futbolista con una facilidad tremenda para la competición. «Parecía lento, pero actuaba muy rápido de mente», lo describe Iván Ania. «Como a Guardiola, sus limitaciones le hicieron agudizar otras virtudes. Interpretaba a la perfección lo que necesitaba el equipo y hacía mejores a sus compañeros», interviene José María Sanz. «Lo traspasamos porque el año siguiente quedaba libre. No sé si su venta fue el inicio del fin a aquella etapa, pero fue muy difícil sustituirlo; era una maravilla de jugador», indica Prieto. Después de dos temporadas en el noveno puesto, la etapa post-Jokanovic dejó al Oviedo rondando el descenso hasta que éste llegó en 2001. El resto de la historia es de sobra conocida.

Traspasos millonarios

La FIFA tuvo que mediar para que Jokanovic abandonara la extinta Yugoslavia. Antes, su paso por la Vojvodina y el Partizán habían llamado la atención de los ojeadores de media Europa. También del Oviedo, que en 1993 pagó por el pivote más de 800.000 euros. Más oneroso fue su fichaje por el Tenerife. El Oviedo aún debía al Partizán parte del traspaso cuando lo vendió a los insulares por 4 millones de euros en 1995. Una cantidad similar fue la que pagó el Dépor a los chicharreros en 1999. Con Irureta en el banquillo, Jokanovic conquistó la Liga española en 2000. El Chelsea fue su penúltimo destino (previo pago de 6 millones de euros) después de un breve paso por el Ciudad de Murcia con Lillo. Jokanovic es el actual entrenador del Muanthong United de la Liga tailandesa.