El destino del Sporting de Sandoval se torció en Riazor. Cuando el deportivista Toché evitó el triunfo rojiblanco al beneficiarse de un falta clamorosa de Marchena a Mandi y de la escandalosa prolongación del encuentro por parte del árbitro murciano Sánchez Martínez, algo se quebró en el equipo. Ese mediodía los rojiblancos asaltaban el liderato en La Coruña. Lo hicieron con solvencia, controlaron al Deportivo y lo dominaron. La victoria parecía que les sonreiría. Era el Sporting de la primera vuelta, un claro favorito al ascenso. El Sporting había perdido un solo partido de los catorce disputados antes de llegar a Riazor. No era un equipo fácil de superar. Tenía el gen competitivo. Hoy el sportinguismo se pregunta qué fue de aquel equipo.

Desde entonces, el deterioro ha sido total. El Sporting no ha logrado ganar fuera y encadena seis desplazamientos sin premio. El Sporting sólo ha ganado uno de sus últimos seis partidos. Al duro e inmerecido golpe de Riazor, le siguieron los de Éibar y Jaén, donde el equipo decepcionó de forma evidente. El Sporting tocó fondo definitivamente en Alcorcón, donde completó su peor partido de la temporada. La actitud de muchos de sus futbolistas puso de manifiesto que la situación era insostenible.

Ayer se puso fin a la etapa de Sandoval en el Sporting. Un año y medio en los que se ha hablado mucho de otros asuntos y menos de fútbol. Para ser justos, hay que reconocer que José Ramón Sandoval nunca tuvo firmes apoyos en Gijón. El consejo de administración y el vestuario fueron sus trincheras, hasta que el deterioro las alcanzó. Desde hace tiempo, el vestuario del Sporting ha ido resquebrajándose. La confianza se escapó por las grietas y las dudas viajaron en ambos sentidos. Del técnico hacia la plantilla, y viceversa. Cada mal resultado era otra bomba que sacudía al equipo. Las dudas calaron finalmente en la planta noble, donde Sandoval contó siempre con firmes apoyos.

El carácter difícil del técnico tampoco lo ayudo a calmar las aguas cuando tuvo ocasión. Sandoval se fue desgastando en batallas menores que le causaron más daño que beneficio, y eso que Sandoval disfrutó de un poder que no tuvieron sus antecesores en el cargo. El técnico tuvo una influencia decisiva en la confección de la plantilla, rechazó la llegada de un central y recomendó unos fichajes que han dado un rendimiento deficiente. Por lo demás, logró armar un bloque sólido, y el Sporting fue durante la primera vuelta el equipo más competitivo de la categoría junto con el Deportivo. Hasta que todo se torció aquel mediodía en Riazor.

El balance del entrenador de Humanes en el Sporting es de 73 partidos oficiales (70 de Liga y tres más de Copa), con un saldo de 27 victorias, 23 empates y 23 derrotas, unos números que no han servido para mantener al Sporting en la pelea por el ascenso directo, verdadero objetivo del club desde el inicio de la competición. Sandoval había superado una crisis tras la derrota de Sabadell. Fue ratificado de forma tibia, y eso no despejó las dudas.