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Culé Moyáu

Salir del Purgatorio

Cualquier juego es culturalmente neutral, de forma que un juego, si es un verdadero juego, puede cruzar las fronteras culturales y eso, como dice Thomas Crump en su fascinante ensayo "La antropología de los números", hace imposible una ecología cultural de los juegos. El fútbol es un verdadero juego y, por tanto, es culturalmente neutral. Bien. Pero el fútbol que practica el Barça no es culturalmente neutral porque ese fútbol es imposible en el Calderón o en San Siro. Es posible entonces una ecología cultural no del fútbol, sino de la manera de jugar al fútbol. El Atlético de Madrid tiene una forma de jugar que es más fácil de definir que de reconocer, mientras que la forma de jugar del Barça es más fácil de reconocer que de definir. Barça y Atleti están empatados a puntos, y eso demuestra que la ecología cultural del equipo de Simeone, imposible de trasplantar al Camp Nou, puede producir tan buenos resultados como la ecología cultural del equipo de Luis Enrique, imposible de trasladar al Calderón. El caso del Real Madrid es diferente porque nadie sabe muy bien a qué juega el equipo del artista anteriormente conocido como Zidane y, sin embargo, ahí está, como la Puerta de Alcalá. Barça, Atleti y Real Madrid ganaron sus partidos, y sólo están separados por un punto y por la ecología cultural.

La victoria del Barça ante el Sporting fue, eso sí, engañosa y extraña. Una goleada fabricada a golpe de penaltis raros, posibles faltas al portero y algún fuera de juego. Pero cuando se tiene a Messi, todo lo demás sencillamente termina por ocurrir. Lo bueno de estar en el Purgatorio después de tres derrotas seguidas en Liga es que, a diferencia del Infierno, del Purgatorio se puede salir porque es un reino del tiempo. Con oraciones apropiadas para que Messi espabile y Suárez vuelva a la senda del gol, y con ofrendas a los dioses para que Bravo no encaje goles a pesar de estar siempre vendido, es posible salir del Purgatorio y alcanzar el Cielo de la Liga. Estamos en ello. Creo que el merecidísimo homenaje a Quini el pasado sábado en el Camp Nou formaba parte de esas oraciones y ofrendas imprescindibles para salir cuanto antes del Purgatorio en el que nos metió aquél gol de Ronaldo. Cuando la ecología cultural que nos ha hecho grandes no funciona, hay que tirar de la oración. Es decir, cuando la razón futbolística no es suficiente, hay que echar mano de la fe. Y los culés seguimos teniendo mucha fe en Enrique Castro.

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