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Mangas y capirotes

Toni Cuervo, rama gruesa del árbol carbayón

Él y Marigil estuvieron a mi lado, como trozos de historia, como talismanes de palco, en los peores momentos del curso 2012/2013

Toni Cuervo, rama gruesa del árbol carbayón

Ayer despedía esta ciudad y toda la afición oviedista a uno de sus jugadores más queridos y emblemáticos. Para ser más exactos, diría que se desgajaba del árbol carbayón una de las más gruesas ramas de su larga y mejor historia. Porque Antonio Cuervo Fernández -Toni Cuervo- no fue un eslabón más en la trayectoria de este club azulón. Fue una pieza singular en esa continuidad de sentimientos, afectos y emociones que en su día fueron y que en buena medida continúan siendo hoy los clubes de fútbol. Toda su vida de futbolista -excepto unos pocos meses en el Atlético de Madrid- la entregó Toni al servicio de este club en el que militó más de quince temporadas y en las que fue su eterno capitán por los años 50 y 60. Ha sido el jugador con mayores apariciones en el campo (tercero en número de partidos en Liga y cuarto en total de encuentros disputados), entrenador, secretario técnico y presidente de su asociación de veteranos. Sin olvidar en los éxitos deportivos que bajo su capitanía, en la temporada 62/63, y antes de que la UEFA lo significara, el Real Oviedo fue equipo de "Champions" al ocupar la tercera plaza.

Tengo recuerdos próximos y lejanos del gran Toni Cuervo. Recuerdos del primer partido de Primera División al que asistí de niño, en el Carlos Tartiere, un Oviedo-Real Madrid creo que por el año 63 o 64 (Santamaría, Di Stefano, Puskas, Gento; Iguarán, Paquito, Sánchez Lage, José María?). Toni seguía en la demarcación de defensa derecho, como el carrilero que ejercía por la izquierda, Julio Marigil, también de recuerdo imborrable. Y luego como presidente los tuve constantemente a mi lado, como trozos de historia, como talismanes de palco en los peores momentos de la temporada 2012/13. Y disfrute, sentí y agradecí sus nerviosismos y sus codazos incontrolables en jugadas de riesgo o en acciones favorables en el área contraria.

He sabido de su orgullo y honor en los tiempos de capitán, no como una marca de prepotencia de la que ejercen hoy algunos mercenarios. Y sé, lo sabe la afición oviedista, que la vida deportiva pasa, pero que algunos símbolos permanecen para siempre. Que a quienes recordamos nunca mueren y que hay algo épico e indescifrable en esta historia mínima del fútbol que arrastra a las mejores aficiones. Las banderas azules, todas las banderas deportivas que ondeaban al aire en los viejos campos de fútbol por encima de las últimas gradas de lateral, deberían lucir a media asta estos días. Pero los nuevos tiempos, los nuevos diseños de los estadios, esas cajas cerradas, aisladas de la naturaleza, la vida y los sentimientos, también nos han quitado ese estandarte.

Toni Cuervo fue esencia del oviedismo y un gran asturiano. Un paisano de los pies a la cabeza, que es la mejor forma de definir a los mejores en esta tierra nuestra.

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