Bélgica ha sido catalogada como la gran sorpresa del Mundial de Rusia. Pero su llegada a la Copa del Mundo es de todo menos una casualidad. Los "Diablos Rojos" han pasado de no competir en 2006 ni en 2010 a igualar el máximo hito de su historia: alcanzar el umbral de una final.

Detrás de ese éxito hay una cuidadosa estrategia de formación de futbolistas. Roberto Martínez, su seleccionador, lo explicó: "Hace doce años se marcó el camino de cómo la Federación quería desarrollar al jugador belga".

Ese riguroso plan lo trazó la empresa "Double Pass". La compañía de las afueras de Bruselas auditó todo el fútbol nacional para determinar cómo debían de jugar todas las selecciones inferiores. La planificación funcionó. Bélgica fue número uno del mundo en 2015. Actualmente ocupa el tercer puesto en el ranking FIFA. España empezó el Mundial desde el décimo lugar. La plantilla belga se encuentra también ante la generación más cara de su historia: 547 millones para un plantel de 27,7 años de media.

Bélgica está viviendo el apogeo de muchas de sus estrellas. Lukaku es el máximo artillero de la historia de los "Diablos Rojos". En Rusia ha marcado cuatro goles. Solo Kane, con seis, le supera. El ariete del Manchester United parece imparable. Sacarlo del Everton le costó a Mou -quien lo descartó en el Chelsea- 84 millones. Tras la Copa del Mundo su precio será incluso más alto. De Bruyne, otrora extremo, y reconvertido a todo campista con Guardiola en el City, y Hazard, el puñal del Chelsea, también asoman como puntales que dan la razón al milimétrico plan para armar la mejor Bélgica.